Epílogo: Kacchan me adora y yo... también.

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Epílogo. - Kacchan me adora y yo... también.

Seguía corriendo sin parar, si su cerebro no se equivocaba, se había encontrado con Todoroki al finalizar las clases, por la misma razón debía apresurarse y atraparlo en el club de boxeo o de lo contrario huiría como los días pasados. Mientras se dirigía al salón que tenía la función de ser el punto de encuentro de ese club, Deku tuvo un ligero recuerdo de un detalle que no había contemplado en toda esa ecuación rara de cartas enredadas y sentimientos confusos.

Su carta.

Su carta anónima de amor.

Al principio de todo, creyó que era de Todoroki, pero con el problema resuelto, sin duda no podía ser de él. ¿Entonces de quién era? Empezaba a creer que Kacchan había tenido razón todo ese tiempo, la carta sólo fue una terrible broma, después de todo... ¿Quién podría amarle de esa forma? Aún la llevaba en sus bolsillos, hecha bolita ante tanto maltrato. Se detuvo, la desdobló y volvió leer con ganas de encontrar algo más allá de esas bonitas palabras. Cuando el discurso de su enamorado secreto se volvió agresivo, algo hizo clic en él.

Una actitud evasiva, justificaciones, distancia y palabras altisonantes, principalmente la palabra "mierda", su predilecta. No hubo titubeo alguno, tenía sentido el por qué de su enfado el día anterior. La carta jamás fue de Todoroki, su carta de amor era de Kacchan.

Me estoy haciendo demasiadas ilusiones, tremendo chasco me llevaré, razonó el pecoso volviendo a correr en los pasillos. Y estaba bien, porque aun siendo rechazado, no dejaría de confesarse, ese era su objetivo.

Dio la vuelta en el pasillo final, rezando a All Migth y todos los dioses posibles para que Kacchan no se hubiese ido. Cuando abrió la puerta del salón, lo encontró haciendo lo que mejor se le daba.

Golpear y gruñir.

   —¡Kacchan!

Fue como si la voz de Deku activara un sensor en el rubio explosivo, en cuanto escuchó a su nerd, el golpe al saco de boxeo fue más potente. Afortunadamente para ambos, eran los únicos en el club, Kirishima se había marchado alegando tener pendientes. Katsuki decidió quedarse para seguir con su frustración y odio. Tenía una puta suerte de la mierda, pues ahí estaba parado frente a él, su razón de mal humor.

   —¿Qué quieres?

   —Necesito hablar contigo... hay... algo que debo decirte—de repente entendió lo que iba a hacer y tuvo pavor.

Una cosa era pensar en confesarse a Kacchan y otra hacerlo, el chico era temido por casi todos. No sólo iba a golpearlo por ser asqueroso, lo mataría, lo creía con fervor. Negó cerrando los ojos, no podía detenerse por miedo, había aclarado las cosas con Todoroki, no sería tan imbécil para negarse a ser sincero con el verdadero objeto de su afecto.

Y mientras Midoriya Izuku trataba de tener coraje, Bakugou no podía estar tranquilo. ¿Qué le quería decir? ¿Su verdad? ¿Le odiaba? No se lo permitiría, primero lo mataba antes de dejarlo decir esas terribles palabras. Por ello se esmeró en ser asquerosamente venenoso, aún si con ello lo alejaba más y más, su lógica no tenía fundamento alguno, pero para él le bastaba.

   —No quiero oír basura de tu boca estúpido nerd.

   —Pero...

   —¡Ya te he dicho que no! ¡Me fastidias! ¡Eres toda una molestia y jamás quiero escuchar tu nauseabunda voz otra vez!

Tres años atrás, las palabras de Bakugou hubiesen hecho pedazos su corazón, quizá lo hicieron un poco, pero Izuku necesitaba aferrarse a un poco de esperanza. La carta secreta de amor volvió a su mente y con todas sus fuerzas, se convenció de que era lo único que tenía.

Kacchan me adora y yo... ¿Le aborrezco?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora