Narra Tara.
Nuevo expediente, nuevo caso. Me levanté de la mesa ojeandoo los papeles con toda la información, fijándome en quien sería mi compañero. En el recuadro aparecía el nombre de Max, mi compañero en las últimas misiones, no me gustaba trabajar con compañeros, pero si tenía que elegir prefería que fuera él, y aún no entiendo bien por qué. Somos completamente distintos, pero curiosamente nos llevamos muy bien.
Max es un guapísimo agente de la CIA Londinense, mientras que yo trabajo en el departamento de investigación de EEUU, él es un caradura, un sinvergüenza y algo maleducado, y yo soy estricta, educada y responsable, polos completamente opuestos. Miré de nuevo los papeles, tráfico de personas en París. No estaba mal, adoro el clima Europeo, por no hablar de la comida. Adoro la comida. En el papeleo aparecía París y algunas notas con fotos y un nombre: Ethan O'Callahan. Solo con el nombre ya me imponía respeto, pero bueno, soy una profesional y no iba a fallar en esto a estas alturas.
-Hola guapa, ¿Como va eso? -La voz de Max en mi espalda me hizo sonreír. -Aquí, viendo los papeles de NUESTRO próximo caso. -Dije sonriendo.
-¿Otra vez tendré que aguantarte? Tu no me dejas divertirme! -Comentó bufando, a lo que yo le miré muy mal. -Vale, era broma. -Dijo riendo,revolviéndose el pelo.
-No me despeines. -dije asesinándole con la mirada. -Te guste o no, nos toca juntos otra vez, toma, mira los informes. -Le pasé los papeles y les echó un vistazo, ojeando sin prestar mucha atención. -¿Quieres hacer el favor de atender?
-No empieces, todos sabemos que eres una aburrida estirada. -Dijo con una sonrisita, le gustaba picarme y lo conseguía, desde luego que lo conseguía.
-No soy aburrida ni estirada. -Le pegué un golpe en el hombro y se quejó de broma mientras empezaba a leer en serio.
-Prostitución y tráfico de personas, nada mal. -Eso mismo pensaba yo.
-Fíjate en el chico. -Le señalé las fotos que alguien había sacado de forma no oficial y sobre todo, no autorizadas sobre dicho chico.
-Vaya, tiene pinta de tío duro, ¿No sabemos quién es? -Preguntó achinando los ojos, fijándose mucho en las fotos.
-No, solo que está relacionado con el caso, tiene algún tipo de papel en él, pero hasta que no lleguemos allí y investiguemos un poco no sabremos nada. -Desgraciadamente, sabía que estaba implicado pero no sabía de qué manera ni hasta qué punto.
-París, la ciudad del amor. -Comentó sonriendo y subiendo y bajando las cejas. -Ten cuidado no te enamores de mí.
-Nunca me enamoraría de ti. -Le dije sonriendo. Era verdad, éramos como hermanos, nos protegíamos y nos cuidabamos como si fuéramos familia. -Seríamos una pareja terriblemente extraña.
-Si, es cierto, soy demasiado hombre para ti. -Comentó riendo, haciéndome rabiar.
-Te odio, que lo sepas. -Le dije con una sonrisa.
Narra Alinna
Me gustaba mucho París, ya hacía un año que nos habíamos instalado aquí de forma permanente y yo estaba más que encantada. Salí de la boutique seguida de uno de los hombres que siempre me acompañaban, este iba cargado con seis bolsas de distintas tiendas, saqué el teléfono móvil y pulsé el botón de llamada.- Hola Ethan.- Mi voz sonaba muy dulce.- ¿Dónde diablos te has metido Alinna?- Dijo una voz cabreada a través del aparato.- Siempre de mal humor.- Suspiré.- Relájate, ya iba de vuelta, he estado comprando algunas cosas para mi armario, esta noche vendrán clientes nuevos y hay que darles una buena impresión.- Él carraspeó y tras un seco “está bien” colgó. Rodé los ojos y me dirigí al coche que estaba esperándome a unos metros de la tienda.
-Ya estoy aquí aburrido.- Dije al entrar a su despacho acompañada de mi “guardaespaldas”, señalé el sofá y mi sombra perpetua dejó ahí las bolsas para luego salir del despacho.- Sabes que me aburre que me mandes a tus gorilas, ¿y si quiero ligar con algún camarero?- Ethan arqueó una ceja. Me dirigí hacia una de las bolsas y saqué una cajita.- Toma, feliz cumpleaños, aunque no te lo merezcas demasiado.- Él tomó la cajita con sus manos y la abrió, extrayendo de dentro un reloj de muñeca.- Sabes que no tenías porqué comprarme nada.- Se levantó y vino hacia mí, me dio un abrazo y un beso en la cabeza.- Ves como logro ablandarte.- Él me soltó.- De todas formas eso no te sirve como excusa para estar fuera tanto tiempo, sabes perfectamente que es un riesgo Linna.- Rodé los ojos y fui hacia mis bolsas, recogiendo estas y dirigiéndome a la puerta, al llegar a esta me volteé para verle.- Deberías probar de sonreír de tan en cuando, gruñón.- Le saqué la lengua y me fui de la habitación.
Pasé las horas previas en mi gran habitación, me tomé un baño de espuma aprovechando para retomar la lectura de una de las obras de Tony Judt. Tras unos veinte minutos proseguí a vestirme y arreglarme el pelo, era muy importante estar lo más perfecta posible ya que mi papel en el club era primordial. Como Ethan estaba metido en más negocios me encargó que yo fuera sus ojos ahí. Me coloqué un vestido negro de encaje corto, con un escote delantero muy pronunciado el cual combiné con unos tacones negros muy altos, me recogí el pelo y me decante por un maquillaje suave. Me miré al espejo y me apliqueé los últimos toques de perfume y joyas.
La clientela más selecta ya estaba repartida por el salón principal, había hombres de las más altas esferas de París repartidos en diferentes reservados y mesas, algunas de las chicas les acompañaban y satisfacían todos sus caprichos. Miré hacia las escaleras que subían hacia la planta alta y vislumbre a uno de los clientes ya habituales hablando acaloradamente con uno de los hombres encargados de la seguridad, me acerqué a ellos con paso firme y una gran sonrisa. – Buenas noches Monsieur- Dije apoyando mi mano, el caballero era un importante miembro del parlamento francés. Él me saludó con un beso en la mano y me explicó cuál era el problema, lo solucioné con diplomacia y dejé que prosiguiera su camino tras prometerle que enviaría a una de las chicas para que fuera a acompañarlo.
La noche transcurría sin ningún tipo de conflicto, decidí acercarme a la zona de los sofás cercanos a la barra y allí vislumbre a un hombre al cual no había visto nunca, cosa que me extrañó ya que la clientela normalmente solía ser conocida, pregunté en la barra que había pedido, tomé el vaso de whisky de malta y se lo llevé yo misma.
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Aquí va el primer capítulo, en principio subiré uno cada Lunes.
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