Capítulo 7.

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Narra Max.

Cuando el sorteo sacó mi número me sentí sumamente afortunado, ya que sabía perfectamente a que chica me llevaría, y ella lo sabía también.

-No te preocupes por mi mujer, no vamos a hacer nada que tenga que esconderle, ¿No? -Dije con una sonrisilla.

-Desde luego, pero me pregunto que excusas le pones para salir todas las noches sin ella. -Dijo apartándose el pelo de la cara.

-Que importa, vamos. -Tomé su mano y empezamos a andas hasta meternos en un pub que seguía abierto. Nos sentamos y pedimos una copa cada uno que una camarera no tardó en traer.

-Bueno, cuéntame algo de ti. -Dijo sonriendo. -¿A qué te dedicas?

-Soy entrenador personal. -Dije aplaudiéndome mentalmente, con mi físico era muy creíble. -Pero me he tomado unas vacaciones.

-Eso explica tu buena forma física, y tus horas de entreno. -La verdad es que lo hacía por mi, un cuerpo bonito me mantenía sano y apetecible. -¿Y tu mujer?

-Mi mujer es cocinera. -Me sorprendía hasta a mi mismo lo rápido y fluido que iba inventando mentiras. -Trabaja mucho y muy duro en su restaurante.

-Por eso no se entera de tus salidas nocturnas. -Dijo sonriendo. Si sonreía así una sola vez mas le darían por culo a mi mujer y a la puta misión, lo juro.

-La verdad es que el viaje lo planeo ella, no estamos muy bien ahora mismo. -Dije fingiendo tristeza.

-¿Problemas en el paraíso? -Bebió su bebida y miró alrededor.

-Ya no es lo mismo que cuando empezamos, estamos juntos desde el instituto. -Dije hundiéndome de hombros. -Supongo que empezamos muy jóvenes y creíamos que seríamos siempre así.

-Vaya, si que lleváis juntos tiempo. -Dijo sorprendida.

-Si, pero ya no somos los mismos, hemos crecido y nuestra manera de vivir y de ver las cosas ha cambiado, ya no encajamos. -Dije como si estuviera preocupado, me merecía un oscar por la actuación.

-Pero ella quiere arreglarlo. - Terminó su bebida y yo di el último trago, llamando al camarero para que lo rellenase.

-Si, cree que con este viaje podemos volver a encontrarnos en el mismo camino que antes, pero es evidente que yo no pienso lo mismo. -Suspiré y la miré a los ojos, ella me miraba con compasión y me supo muy mal mentirle, pero no podía hacer otra cosa. -La quiero, pero no creo que tanto como para estar casado con ella.

-Entonces deberías decírselo, las mentiras no son buenas. -Y yo era un experto mentiroso. -Se pilla muy fácilmente a aquel que miente.

-Es que aún no estoy seguro. -Dije para cambiar el chip. -Pero hablemos de otra cosa, no quiero aburrirte.

-No me aburres. -Dijo sonriendo de aquella manera que me volvía loco.

-Me alegra oír eso. Le sonreí y estuve tentado de inclinarme y besarla, pero hubiera arruinado el momento.

-¿Cuantos años tienes? -Preguntó jugueteando con la palmerita de su coctel.

-Veintitrés, en unos meses veinticuatro. -Me pregunté cuantos tendría ella. -¿Y tu?

-Tengo veinte. -Dijo volviendo a mirar alrededor, como si buscara a alguien o algo así.

-¿Y de dónde vienes? -Preguntó cruzando las piernas al otro lado.

-Soy de Londres, pero viajo mucho. -Ella me miró raro. -Hago muchos cursos y hago demostraciones en todo el mundo.

-Eso suena divertido. -Se rió. -Sería interesante ver esas demostraciones.

We're not meant to be.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora