Narra Max
Me levanté tarde después de haber ido al club de nuevo, al menos esta vez tenía un nombre, por poco que fuera. Linna, estaba jodidamente buena y me arrepentía enormemente de la excusa que había puesto. Mi supuesta novia me jodía la esperanza de echar un polvo con ella, tonto que eres Max de verdad. Me duché y salí a desayunar, Tara estaba en el escritorio con dos ordenadores y mil papeles, mientras escribía con un boli y sujetaba un lápiz detrás de su oreja. Me serví una taza de café y le serví una a ella.
-A veces pienso que no eres humana, de verdad. -Ella se giró con el ceño fruncido y le pasé el café que aceptó sin decir una sola palabra. -Es fin de semana, deja eso y ves a divertirte, que se yo, vete de compras o algo.
-No tengo tiempo. -Dijo sin girarse. -Tengo trabajo, yo me lo tomo en serio.
-Te lo tomas demasiado en serio. -Comenté quitandole el boli de la mano. -Vamos, siempre estás igual, de vez en cuando tienes que despejarte.
-No quiero despejarme, quiero acabar esto. -Intentó quitarme el boli pero no la dejé. -Quiero ver a ese tío entre rejas, y lo tengo difícil, solo lo conseguiré si trabajo al 200%.
-Déjate de tonterías, ¿Por que estás tan empeñada? -Vale que era competitiva y eficiente en el trabajo, pero esto ya era pasarse. -Nunca te había visto así.
-Me lo tomo como un reto, y es uno de los difíciles, así que tengo que dedicarle tiempo.
-Date un par de horas libres al menos, olvida que eres una investigadora super eficiente, piensa que eres una chica normal que se va de compras a gastar algo de dinero. -Le dije besando su frente.
-Está bien, pero solo para que te calles de una vez y me dejes trabajar. -Dijo levantándose y abrazándome, no me lo decía pero con ese abrazo me agradecía que fuera así con ella.
-Vamos, te acompaño hasta el parque, voy a entrenar un poco. -Cogí la cartera y las llaves y empezamos a caminar. Al llegar al parque me despedí de ella y empecé a correr, haciendo un poco de ejercicio. Había dado dos vueltas a la manzana cuando de repente vi a Linna, y no pude evitar acercarme a ella, por muy sudado y cansado que estuviera. -Hola Linna. -Dije con una sonrisa parándome delante de ella.
-Oh, hola Jake. Dijo con una sonrisa. Llevaba las manos llenas de bolsas, por lo visto ella si había ido de compras, ya que no sabía donde iba realmente Tara, no creía que me hiciera caso.
-Así que de compras, ¿Eh? -Dije aún con la respiración algo agitada. -Perdona por avordarte así. -Comenté riendo, poniendo mis manos en mi torso, llevaba la chaquetilla abierta, dejando mi cuerpo a la vista de todos. -Me has pillado haciendo un poco de ejercicio.
-Lo noto. -Dijo sonriendo mirándome de arriba a abajo. -Hay que trabajar duro para mantenernos así de bien, ¿No?
-Claro, si no hiciera esto sería un gordito, con lo que como. -Me reí y ella rió. -Imagino que tu preparas el vestuario para esta noche.
-Hay que mantenerse a la altura, cada día mejor, si no os decepcionaría. -Dijo sonriendo, con ese semblante alegre que tenía siempre.
-No creo que pudieras decepcionarnos, no es solo la ropa, eres muy guapa así que aunque fueras vestida como una abuela seguirías espectacular. -Era el rey haciendo cumplidos, pero la verdad es que era cierto, con lo guapa que era lo único que le sentaría mal sería un burka, porque no se la vería.
-¿Donde tienes a la novia? - Preguntó alzando una ceja, buen movimiento.
-Ha salido, seguramente también se haya ido a comprar, aunque no estoy del todo seguro. -Dije pensando en mi compañera, la verdad es que no sabía donde habría ido, no era normal en ella hacerme caso, pero vete a saber.
-Quizá esté viendo a chicos guapos, como haces tu cuando ella duerme. -Dijo con malicia, me entraron ganas de reír.
-Mientras haga como yo, que solo vea pero no toque estará bien. -Ja, seguro que no se esperaba esa contestación.
-Ya bueno. -Se encogió de hombros y me sonrió de nuevo. -Me voy a ir a dejar todo esto, nos vemos esta noche, espero.
-Ahí estaré, voy a seguir entrenando un poco. -Me acerqué a ella y besé su mejilla, oliendo su perfume.
-Adiós Jake Paterson. -Movió la mano y se fue contoneándose, haciendo que mi cabeza imaginara cosas de lo más sucias con ella. Seguí corriendo un rato más hasta que noté mis músculos doler, me fui a casa y Tara aún no estaba allí así que igual me había hecho caso y se estaba divirtiendo y todo. Me metí a la ducha y dejé que el agua bañara mi piel, preparándome mentalmente para esta noche.
Narra Ethan
Cuando Alinna cerró la puerta del coche yo mandé al chofer que volviera de dónde veníamos, mientras Linna se estaba probando ropa vi a la mujer que estaba robando mi paz mental. Tardamos algo más en llegar debido al tráfico así que esperaba que ella siguiera por ahí, quería tener algunas palabras con ella, amenas, a ver si de esa forma podía sacarle información y quizás incluso una cena.
Salí del coche – Espérame por aquí, ya te llamaré- Le dije al conductor. Empecé a andar por la zona comercial, buscando una larga cabellera castaña, pero no aparecía, empezaba a darme por vencido cuando la vislumbré mirando uno de los escaparates, sonreí y me felicité. Ahora solo hacía falta que pareciera algo inocente y casual. Tomé prestado un periódico de una mesa vacía, me puse a leer cualquiera de las paginas mientras me acercaba a ella, aproveché un momento en que estaba distraída y justo cuando íbamos a cruzarnos ella empezó a avanzar en mi dirección haciendo que nos chocáramos.
-Discúlpeme.- Dije bajando el periódico.- Mire por donde…- Se quedó muda al verme, le tendí la mano para ayudarla a levantarse del suelo, ella la aceptó a regañadientes.- Que feliz coincidencia.- Ella una vez de pie se sacudió la ropa, iba preciosa, llevaba unos vaqueros ajustados y una camiseta que dejaba que se viera a la perfección su figura.- No puedo decir lo mismo.- Estaba nerviosa y podía notarlo en que no me miraba a los ojos, ¿por qué?- Vamos mujer, en el fondo estoy seguro que tenías ganas de verme.- Ella arqueó una ceja.- No lo creo.- Se acomodó el pelo y trato de avanzar dejándome atrás.- Preciosa, al menos permíteme que te invite a un café o algo.- Dudó por un momento, pero al final la convencí, supuse que ella pensaba sacarme información por el camino, ilusa.
Entramos en una cafetería .- Dos cafés para llevar uno con leche y el otro…- Me miró.- Solo.- Dije observando como pedía divertido .- A nombre de?.- Preguntó el chico que nos atendía.- Tara.- Perfecto ya conocía su nombre. Pasaron unos minutos y ambos teníamos nuestro café.- ¿Y dónde quieres llevarme que los has pedido para llevar?- Ella me miró.- A algún parque para que podamos hablar sin testigos.- sonrió ampliamente. – Sabes que es un golpe bajo usar tus armas de mujer para obtener información, ¿no?- Ella sonrió de nuevo.- Aquí nadie usa nada.- Cruzamos el parque en silencio, yo solo la admiraba de reojo, lástima que fuera una complicación tan grande, sino me plantearía atacar, aunque qué más daba, estábamos solos y una mujer enamorada era más fácil de persuadir.
-¿Y qué hacías tan sola por aquí? Me preocupa que tu fiel compañero no ande de guardaespaldas.- Ella detuvo y me miró mal.- Ha sonado muy irónico ese “fiel”.- Me reí levemente.- Puede que fuera eso lo que pretendía.- Dije acercándome a ella.- ¿Qué crees que estás haciendo?- Preguntó incomoda, aproveché para acercarme un poco más.- ¿Yo?, absolutamente nada agente.- Y antes de que pudiera decir ni media palabra los aspersores que regaban el césped del parque se activaron. Se apartó de mí y maldije internamente, se había salvado por poco.- Mierda.- Maldijo ella mientras luchaba para que la camiseta blanca no dejara ver mucho.- Pues yo doy las gracias por este regalo.- Se puso muy colorada y yo no podía dejar de reírme, al final decidí ser buena persona y prestarle mi americana.- Toma.- Ella la cogió bruscamente y se cubrió.- A mi no me hace ninguna gracia.- Me fulminó de nuevo con sus preciosos ojos.- Pues yo me lo estoy pasando muy bien.- concluí.
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