Aloys

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-¿¡Qué demonios está haciendo cadete!? Tiene que correr y trepar esa pared! Corra si es que no quiere quedarse en el campo hasta que la luna esté en su punto más alto ¿Me entendió? ¡Corra!- La voz gruesa de un hombre alto y pelinegro se escuchaba en el último tramo del circuito. Llevaba un informe militar azul con gris y una gorra de campaña. En sus hombros y en su pecho portaba ciertas insignias. Algunas indicaban su rango y otras solo eran condecoraciones por su servicio.

El cadete rezagado terminó de trepar por la pared y corrió por fin al punto de meta en donde esperaba el resto del grupo. Aloys soltó un suspiro y caminó hasta el montón de chicos con uniforme marrón desarreglado y lleno de barro.

-¡Firmes!- Exigió con voz potente y todos obedecieron de forma temerosa. Era muy evidente que los chicos caerían en cualquier momento. Llevaban haciendo el circuito todo el día por entrenamiento antes de salir a sus días libres y Aloys tenía muy poco tiempo de haber regresado de Suiza. Por nada iba a dejar pasar la oportunidad de ver en qué condiciones estaban los nuevos reclutas de la fuerza policial de su país.

Un silbido llegó a sus oídos y el pelinegro se volteó solo para comprobar lo que ya sabía. Miró al grupo con severidad y antes de que diera la orden ellos habían saludo a los agentes de rango superior que habían terminado de llegar frente a ellos. Aloys sonrió un poco con satisfacción.

-Dales un respiro, Hirsch. Los vas a dejar sin fuera para defendernos de un ataque de los hombres pez o del Yeti. Lo que se atreva a venir primero- Arthur sonreía con encanto mientras Aloys intentó no golpear su frente con la palma de su mano.

-El general L'Ocasso solicitó una reunión con nosotros- Atajó Chris antes de que Aloys fuera a matar a Arthur por restarle importancia al entrenamiento. ¿Por qué el general querría una reunión?

Aloys solo asintió y dio la orden para los cadetes se retirarán en formación. Los chicos casi escaparon a todo lo que sus piernas dieron y el pelinegro se relajó un poco al estar solo frente a sus compañeros.

-¿No has pensado en dar otro aire que no sea el intimidante coronel Hirsch?- Le preguntó Arthur mientras le pasaba junta  y brazo por los hombros al pelinegro y comenzaba a caminar hacia la sala de conferencias.

Aloys torció los ojos, se sacó a su amigo de encima y camino un poco más adelante.

-El día en que el general te deje a ti a cargo de una misión, será el día en que yo dejaré de ser intimidante- Sentenció el aludido.

-Pues sí quedo a cargo de esta, me vas tener que invitar todos los tragos que se me antojen por dos noches- Arthur siempre estaba dispuesto a apostar. Aloys siempre terminaba ganando y Chris, Christopher era el único sano de ese grupo de tres.

....

Ya en la reunión

-Tenemos una alerta importante aquí en Islandia. Por eso mismo decidimos venir. Pero eso ya lo saben- El general Gian L'Ocasso se paseaba de un lado a otro a través de toda la sala. Aloys estaba sentado respectivamente en medio de Arthur y Chris -Lo que no saben es precisamente que tipo de alerta nos compete- Gian continuó hablando mientras repartía unas enormes carpetas con los archivos del caso que les competía en ese momento -Hemos estado recibiendo informes sobre una falsificación de medicamentos para el tratamiento de los omegas y los alfa. Son fármacos sensibles para la generación de feromonas. Los informes nos hablan de casos aislados y reportes de la zona. Sabemos cuál es el laboratorio que genera las sustancias oficiales y que posee la receta original del mercado. Éste se encuentra aquí en Islandia y por supuesto los incidentes que se han reportado también vienen de aquí-

Aloys observaba los archivos con atención. Parecía ser un caso muy delicado. Leyó el informe del laboratorio. Memorizaba algunos detalles. El archivo llegaba incluso hasta apuntar algunas listas de la clientela de clubes nocturnos de placer ¿Eso que relevancia tenía en el caso?

Lo que esconden los diosesWhere stories live. Discover now