Maybe we are infinitive

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Capítulo 2

Tokio, Japón Sábado 4 de marzo 5:30 am. Distrito de Ginza.

Karin

Ya debería de haber llegado, mis piernas temblaban de miedo, la poca comida que había ingerido se revolvía en mi estomago como si quisieran competir por quien salía antes de mí. Estaba cansada me quería ir a casa y dormir en los brazos de Suigetsu, suspire y la puerta se abrió de golpe dejándome ver a él, baje la mirada y me aparte de su camino, cuanto más rápido lo hiciera antes se iría.

--Es todo—le mire-- ¡ah! Una última cosa—me cogió del cabello y me hizo mirarlo—dile a tu chico que no lo quiero ver por aquí—le mire aterrorizada—tranquila, no le hemos hecho nada malo, aún—sin más se fue y caí al suelo, Suigetsu, mi Suigetsu.

Salí del cuarto a trompicones y baje las escaleras, trate de calmarme y pase por delante de la recepcionista que me mostro una sonrisa de comercial deseándome una feliz mañana y un regreso a sus instalaciones, yo solo le devolví la sonrisa por educación.

Las frías calles de Ginza me saludaron, camine despacio tratando de evitar contacto con los pocos, casi nulos, transeúntes de la vía.

Era curioso cómo había llegado a ignorar los amaneceres en Tokio, bueno eso era lo normal cuando antes (cuando aún era una inocente niña que no sabía nada del mundo, debí haber sido asi por muchos más años) los veía de manera natural, y no como ahora. Estos amaneceres eran apreciados con tristeza, con dolor con asco hacia mi persona, cuando era niña y tras los innumerables cuentos y leyendas que leía pensé que con cada amanecer yo renacía siendo mas pura, una mujer nueva, ojalá ahora en mis plenos veinte años pensara aun de esa manera, tal vez de esta manera no me torturaría tanto a mi misma. Crucé la calle y ahí vi un Nissan, por Kami-sama este no tiene nada mejor en que gastar el dinero, abrí la puerta y me senté en el asiento del copiloto

--Te ha hecho daño—no era una pregunta era una afirmación que no estaba tan alejada de la realidad.

--Solo me ha tirado del pelo—le mire y le acaricié la mejilla para calmarle –él podría haberme echo algo peor y lo sabes. —deje el tema por la paz Suigetsu odiaba no poder hacer nada con él.

Avanzamos por las calles de Tokio en total silencio, había ocasiones como esta que si cerraba los ojos podia aun notar el calor y el olor del papel quemándose. Me mordí el labio y mire por la ventanilla, me encantaría muchas veces ver arder todas esas paginas otra vez, fueron esas paginas las que borraron mi identidad, fueron esas pruebas falsas que queme que me llevaron a donde estoy. Porque tal vez si yo me hubiese metido para proteger a aquellos que decían ser mi familia yo no estaría en esta penosa situación, prostituyéndome para sobrevivir (el dinero no me faltaba por algo con solo dieciocho años acabe mi carrera de genética evolutiva y robótica aportando a la comunidad varios descubrimientos que me llevaron a formar mi propia riqueza) para que al despertarme no me pegaran un tiro en la sien y junto a mi a mis familiares y pareja

Un bufido salió de mis labios todo sonaba como una broma de mal gusto era como una -pesadilla.

--¿Cuándo le contaras a Naruto lo que sabes? -- le miré y no supe que responder-- ¿piensas sufrir esto tu sola mientras que ellos viven la gran vida a tu costa?

--Naruto ya tiene suficiente con sus cosas...

--¡Él, su hermana y tus antiguas amigas te ven como una basura Karin! ¡Como si no fueras un ser humano! Karin no tienes ni idea de las ganas que tengo de matar a esas bastardas cada vez que te insultan, ¡como si ellas supieran por lo que tú pasas! —le sonreí y le acaricié la mejilla.

--Ellas se creen perfectas, Suigetsu. Nos criaron para despreciar a aquellas que se venden por unas cuantas monedas—me rio sin gracia y miro por la ventana fijándome en un reloj, las 6 am—se creen que todo lo que tengo es por la prostitución y no por mi cerebro—me estire en mi asiento—se creen que son superiores a mí solo porque yo, siendo dos años mayor que ellas estoy en su curso—una carcajada sale de mí—si supieran que solo soy su niñera.

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