Adara [05]

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Capítulo 5 "Consecuencias y posibilidades"

A la mañana siguiente, observo mi reflejo en el mediano espejo del baño. Mi labio inferior está roto y un poco de sangre seca lo adorna. Tengo un pequeño corte en la mejilla derecha y este duele cuando hago expresiones faciales.

Bufo decepcionada al saber que solo me darán £5.400 por cada pelea, lo que significa que tendré que pelear durante dos meses y dos días para conseguir el dinero. Si bien trabajaba, mi sueldo volaba a la hora de tener que mantener la casa, el auto, el seguro de vida, etcétera.

Me encamino hacia el trabajo algo desganada, una mirada preocupada me recibe al entrar a la tan familiar tienda. Susan se acerca a mí e inspecciona mi rostro. Ella niega con la cabeza ligeramente y luego da un suspiro.

—¿Qué te ha pasado, Adara?—. Su tono de voz es bajo e integrado.

—No es nada, solo me intentaron quitar mi bolso y me defendí—. Sus ojos derraman desconfianza, pero aún así ella asiente y se dirige detrás del mostrador.

Algo incomoda y con el sentimiento de ser observada, realizo mi rutina de siempre, ordenar CD's hasta el cansancio ó hasta que alguien ingrese.

Se me hace imposible no reflexionar sobre lo sucedido la noche anterior, él chico de tatuajes captó mi atención desde la primera vez que lo vi. Era impresionante la cantidad de tinta que llevaba en el cuerpo, hago una pequeña mueca al imaginarme el dolor.

Veo a Jake ingresar rápidamente, su rostro está contraído de la preocupación, frunzo mi ceño cuando sus ojos analizan todo el lugar. Sus rasgos se alivian cuando me ve y se acerca en grandes zancadas.

—¿Por qué peleaste anoche? ¿Acaso estás loca? Podrían haberte matado allí, Adara—. Inhalo profundamente y luego dejo el aire salir.

—Necesito el dinero para Amy, Jake. Nada va a sucederme, y no vuelvas a aparecer así, estoy trabajando—. Él muerde su labio y sus manos se transforman en puños.

—¿No vas a preguntarme cómo me enteré?—. Doy un bufido y vuelvo a girarme hacia él.

—Oh dios, ¿Cómo te has enterado?—. La falsa preocupación abraza mi voz al hablar.

—Mi adorable novio es amigo del chico al que le rompiste la nariz ayer—. Jake logra obtener mi atención por primera vez en el día.

—¿Podemos hablar más tarde? Susan ya está mirándome de mala manera, veámonos en la cafetería de la esquina. Solo tengo media hora antes de ir a entrenar—. Él asiente y besa mi mejilla antes de retomar su camino.

—Yo puedo prestarte dinero si eso es lo que necesitas, Adara—

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—Yo puedo prestarte dinero si eso es lo que necesitas, Adara—. Niego frustrada y dejo la pequeña magdalena en el plato.

—No quiero tener que molestar, tampoco quiero que estes dándome de tus ahorros. Necesito hacerlo por mi cuenta, necesito sentirme útil por única vez en mi vida—. Jake asiente y mis ojos observan la hora en un reloj clavado en la pared.

—¿Ya es la hora?—. Su cabeza se gira hasta ver en la misma dirección que yo.

Ambos nos levantamos, no sin antes dejar el dinero correspondiente y nos dirigimos hacia el gimnasio, que solo se encuentra a un par de cuadras.

—He escuchado que la dulce Adara le pateó el trasero a Mike Vanderwall—. Aquella es la primer oración que llega a mis oídos al ingresar.

—Deberías limpiarte los oídos porque has escuchado mal ó alguien te ha pasado la información errónea—. Jack ríe sarcásticamente lo que ocasiona que una sonrisa se me escape.

Él hace un ademán con su cabeza, indicándome que comience con mi rutina. Empiezo con unos ejercicios básicos como abdominales, básicos pero tan dolorosos. Doy un quejido cuando alcanzo los setenta, luego de unos segundos termino por rendirme y ya me dirijo hacia mi parte favorita de todo el entrenamiento, el saco de boxeo.

La famosa campanilla suena y mis ojos se clavan en la puerta. El chico de los tatuajes se encuentra allí. Frunzo mi ceño al percatarme de que ya es la segunda vez que lo veo aquí. Vuelvo a mirar hacia su dirección pero ya no se encuentra ahi, como si hubiese desaparecido en menos de cinco segundos.

No le tomo importancia y continuo con los golpes hacia el pobre saco de arena. Mis nudillos arden con cada golpe que doy. Sin embargo, es un dolor placentero. Siempre he amado esta clase de dolores, aquellos que hacen que te sientas vivo, que puedas sentirte humano.

Los recuerdos llegan a mí, lo que genera que los impactos sean aún más fuertes y cargados de resentimiento. Imagino la cara de mi padre, su asquerosa sonrisa, sus manos golpeando a mi madre e inevitablemente un grito de sentimientos acumulados sale de mí. Ya casi no soy capaz de sentir mis brazos, están tan adormecidos que dan pequeñas puntadas del dolor. Me deslizo sobre la pared hasta que mi trasero toca el frío suelo.

—Me pregunto que hará que tengas tanta rabia acumulada, esos golpes no los da una persona estable emocionalmente—. Una ronca voz habla y tengo que levantar mi cabeza para poder observarlo mejor.

Sus ojos azules resaltan aún más, anoche solo parecían ser un frío y aburrido océano, mientras que ahora son similares al cielo azul, capaz de alumbrar el mundo y en menos de un segundo, oscurecerlo.

—Hola otra vez, grandote—. Lo saludo con desgana y él da un bufido antes de contestar.

—Hola, angelito. Mi nombre es Damon, no grandote—. Le regalo una pequeña sonrisa y palmeo el suelo al lado mío. Damon duda ante mi acción pero luego se sienta sin rechistar.

—Creí haberte dicho que mi nombre es Adara, grandote—. Cierro mis ojos por unos segundos e intento relajarme sin éxito alguno.

—¿Sabes? No me molesta que me digas grandote, cuando lo veas vas a decirlo también—. Abro mis ojos y río levemente al entender el doble sentido de la frase. Él ríe también y me sorprendo ante su sonrisa.

—Damon, tienes una hermosa sonrisa—. Las comisuras de sus labios se elevan aún más ante mis palabras y creo ver un diminuto color rosados en sus mejillas.

AdaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora