Capítulo 3

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Una vez alguien me dijo que cuando se desea algo con mucha fuerza el universo conspira para que eso pase. No estoy completamente segura de lo que está pasando, ni siquiera sé si voy a poder remediar lo que hice, pero quiero intentarlo. Necesito intentarlo, de otro modo el sueño de cinco personas se destruirá completamente sin que nadie lo sepa.

El camino directo al colegio es más aburrido de lo que espero.

Rodrigo nos pidió que camináramos hasta el colegio lo cual le pareció buena idea a mi madre ya que pensó que Renata y yo podríamos tener una grata conversación, sin embargo, Renata viene justo delante de mí, a decir verdad viene bastante lejos lo que me parece genial. No consigo llevarme bien con ella, aunque lo intente siempre parece poner una barrera entre las dos, incluso el día en que la conocí decidió que nuestra amistad no iba a funcionar y entonces se encargó de hacerme la vida imposible. Sé que Rodrigo quiere que nos veamos como hermanas pero todos sabemos que nunca vamos a poder tener la unión y el cariño que caracteriza a las hermanas que Rodrigo y mamá quieren que seamos. 

Cuando llegamos a la escuela quedo completamente maravillada al ver el enorme edificio que abarca la mitad de la calle. Veo a lo lejos como cada vez entran más y más adolescentes así que camino a paso decidido y para mi sorpresa Renata se encuentra justo en la entrada esperando por mí.

—Tienes que ir a la oficina del director para que sepas en que grupo fuiste asignada—hace una pequeña pausa antes de decir—. Papá me dijo pero lo olvide.

La sonrisa de satisfacción que me dedica me hace querer estrangularla, sé que no lo ha olvidado lo único que ella quiere es que yo llegue tarde a mi primer clase. Ruedo los ojos al cielo en respuesta mientras decido que sería bueno ir a preguntarle a alguien donde queda la oficina a la que tengo que ir porque claramente no tengo ni idea del pasillo que tengo que caminar y dudo mucho que Renata me lo diga. Me topo con una chica de estatura promedio que mostraba la promesa de una buena figura, llevaba el clásico labial rojo que en mi se ve nada favorecedor. Y a pesar de su juventud lleva sus cabellos castaños peinados al estilo adulto.

—Hola—digo—. Soy Camila Steele.

Me regala una sonrisa calurosa.

—Me llamo Ana. ¿Eres nueva verdad?

—Sí, vengo de Puebla. Podrías ayudarme, quiero ir a la oficina del director porque necesito saber en qué grupo fui asignada.

—Claro, yo te acompaño.

—Gracias.

Ana y yo caminamos hasta la oficina del director para tener la sorpresa de que seremos compañeras de clase lo cual me alegra completamente así podré evitar los incómodos momentos en el salón de clases cuando los grupos de amigos hablan entre ellos sin prestarle atención a los chicos nuevos. He vivido eso en varias ocasiones y lo único que necesito evitar es ser la rara de la clase nuevamente, porque no sé si pueda soportarlo.

Cuando por fin me asignan el horario de clases camino, corro hasta mi salón para llegar tarde a la primera clase que tendré en el colegio. Ana y yo tocamos la puerta esperando recibir una llamada de atención para luego dejarnos entrar al salón por parte del profesor, sin embargo lo que recibimos es un castigo, un castigo que nunca me habían dado, permanecer fuera del salón hasta que la clase termine. Me siento terriblemente mal ya que Ana no tenía la culpa de que Renata quisiera jugarme una broma y ahora está sentada a mi lado observando como el reloj avanza. Y no solo eso, me siento como una tonta por ser probablemente la única persona que es castigada en su primer día de clases.

Antes de CD9 [correcciones]|Alonso Villalpando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora