Capítulo 2

23 4 18
                                    

Una psicópata en casa y la escalera del otro mundo.

27 de diciembre del 2016 - 3:12 p.m.

Es gracioso como las personas pueden colarse entre los lugares más recónditos de nuestros sentimientos, haciendo que sea dolorosa cualquier paso en falso que den...

Hace un día Isabel, mi madre, entrevistó junto con mi padre a algunos chicos que podrían cuidarme, decidieron que esta vez seria alguien cercano a mi edad, pues realmente deseaban que quizás esa persona pudiese además convertirse en una posible amistad.

No me dejaron conocer a ninguna de las antes mencionadas personas, y no era de sorprenderse. Cada año lo hacían.

Se decidieron por una tal "Grecia Cruz"

Me explicaron sus características, algunas de ellas mencionaban que era una chica extrovertida, carismática, dulce y al parecer era bastante responsable.

Es decir: La combinación ideal para los Vega.

Mi cabeza automáticamente creó la imagen de una chica responsable pero fiestera. Es decir, la fusión de Perla y Clarissa, mis hermanas.

Todos ya estaban listos para irse, menos Isaac—el mayor de mis hermanos—, quien no iría porque aún estaba en medio de sus exámenes universitarios y se quedaría en casa de uno de sus amigos de la facultad de medicina.

En el segundo en que escuché unas botas golpear contra el suelo de mi habitación, percibí el aroma a perfume masculino que desprendía Lucas.

—Alyssa.— Saludó con ternura y sentí el momento en el que tomó asiento junto a mí en la cama, donde yo permanecía acostada escuchando música proveniente de la radio.

—Andy, ¿No deberías estar haciendo tus maletas?—Él rió un poco y acarició mis manos.

—No me llames así, es vergonzoso. —Su segundo nombre por alguna razón le parece ridículo. Pero yo lo encuentro tierno —Ya tengo todo listo, así que vengo a pasar tiempo con mi dulce hermanita antes de irnos.

Estos momentos son los que me vuelven sensible, en esos instantes no puedo evitar detenerme y pensar "¿Es posible querer tanto a unas personas que no tienen relación genética contigo?"

Y sí, lamentablemente lo es.

Y duele el sentir como te despedazan en miles de partes cada vez que esas personas se van sin ti.

Él notó eso. Notó en mi silencio ensordecedor, el dolor.

Él, como Isaac, también logra escuchar esos alaridos internos que exclaman "¡No se vayan! ¡No me dejen sola una vez más!"

Sus brazos intentaron detener algo inexistente ante el resto de las personas al rodear mi cuerpo.

5:37 p.m.

Ya se iban. Mamá llamó a todos abajo, incluyéndome.

Lucas me ayudó a bajar, haciéndome reír un poco en el camino a la planta baja de la —A mi parecer— acogedora casa.

Al llegar al gran sofá familiar, escuché una voz nueva, esta no era ninguna de mis hermanas o mi madre. Era una chica de voz suave, un poco aguda, pero no llegaba a ser tormentosa.

En ese momento sentí como Isaac me abrazaba desde atrás del sofá y decía "Es tu cuidadora".

Interesante.

El Tacto de Sus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora