Capítulo 7

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No me toquen.

1 de enero 2017, 10:14 a.m

No me malinterpreten cuando digo que no es bueno confiar demasiado en los vivos.

Hay pocas memorias en éste momento, y estoy muy segura de que es mala idea, o más bien fue mala idea el ir a aquella "reunión social"

Grecia, Samuel, el barman o cualquier otra persona en ese lugar no era confiable, pues el alcohol los volvía altamente inestables aunque no lo quisieran.

Claro, esto evitando mencionar que no sabía donde estaban ellos ni donde estaba yo.

Todo esto hasta que dos escandalosos gritos me hacen reaccionar y por primera vez en unas cuantas horas logro sentir algo.

Lamentablemente para mí, fue una adorable apuñalada en mi cabeza.

Tranquilos, no es literal.

— ¿¡Qué creías que hacías!? ¡Debías cuidarla, maldita sea! —No reconocía muy bien la voz, pero claramente era de un hombre.— ¡Sí quieres tu dinero, has bien tu trabajo!

Ay no, voy a perder la cabeza hoy.

— ¡Samuel, callate! —Chilló la que reconocí como Grecia. Claro, ¿quién más chillaría de tal forma? Eran los hermanitos discutiendo— ¿Por qué te preocupa tanto lo que haga?

— Quizás porque eres mi hermana, ¡P*ndeja! —En ese momento, ya estaba tratando de levantarme para salir de donde sea que estuviese, pero rápidamente tropecé y caí con fuerza, logrando sentir otro hermoso dolor, pero éste ahora quizo hacer una parada en mi trasero.

Los gritos pararon, y quise pensar que todo fue un sueño y acababa de tener la sensación de que caía. Pero rápidamente los pasos se acercaron a mí y unos brazos se encargaron de ayudarme a levantarme y sentarme de nuevo en la cama.

— ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? —Éste era Samuel, y me parecía extraño que no hubiese sido Grecia— ¿Recuerdas algo? Hey...

— Estoy... No sé. —No pregunten cómo, pero me bloqueé— Me duele la cabeza.

— Es la resaca, no tomaste exactamente poco tequila. Así que no te preocupes por eso. Tengo la cura

Sus pasos se alejaron, podía sentir que había ido a mi derecha y vería un líquido dentro de un vaso, claro, que todo son suposiciones.

Por el sonido del líquido chocar con el envase, podría apostar a que era vidrio.

Y claramente lo confirmé al sentir que Samuel tomaba mi mano, para poner el vaso en ella.

Luego sentí que tomaba mi otra mano y ponía un par de pastillas en mi otra mano.

— Tomalas, te harán sentir mejor. —Palmeó mi hombro un par de veces y esperó a que yo hiciese lo que me había indicado.

— Gracias. —Le dí una pequeña sonrisa y él puso el vaso en una superficie cercana a mí.

— Iré a buscar a la tragos locos para llevarte a tu casa. —En su voz de notaba que lo decía con fastidio pero solo lo ignore, pues él automáticamente se alejó más y más de mí.

En ésta familia están mal.

Tenemos un caso serio de bipolaridad con posibilidad de ser contagioso.

12:27 p.m. - En casa, no tan a salvo.

— ¡No me toques, imbécil! —Grecia y Samuel llevaban al rededor de quince minutos peleando por qué Grecia es una irresponsable.

¿Qué quieren? ¿Quieren que esté del lado de la lindura que me dejó perder?

Pues no, de no ser por su hermano, quizás estaría en manos de algún narco, o quizás estaría esparcida por el mundo luego de que vendiesen mis órganos.

— Deja tu dramatismo, moco occidental. -Él parecía bastante relajado en realidad. Justo ahí escuché, lo que en un momento creí un aplauso.

— ¡Ahí tienes tu maldito moco occidental! —Aquí dudé.

— ¿¡Estás loca!? —Ya volvimos a la fase del inicio.

— Chicos, oigan, no sé ustedes... —Carraspeé incomoda al sentir su atención.— Pero a mi si me duele la cabeza...

— ¡Perdóname, paliducha de mi corazón! —Chilló y me abrazó, obvio debía aprovechar este momento para darle un codazo bastante suave que ella exageró.— ¡A. Y! —Ya empezó a gritar de nuevo— Ya no eres de mi corazón.

— Vaya manera de empezar el año... —Murmuró el de las pestañas.

— Oh sí... Feliz año nuevo. —Aprovecho de decir, pues realmente no había notado el cambio de año aún con el ruido exagerado que de seguro envolvió al planeta entero.

1:13 p.m - De nuevo

Todo es silencio, pero silencio  ensordecedor.

No siento nada más que esas voces y uñas rascando la piel en mis brazos.

En un punto se vuelve insoportable y empiezo a gritar hasta lograr rasgar mis cuerdas vocales.

Esta vez no puedo salir de aquí, no puedo salir sola.

Y nadie parece escucharme, porque nadie intenta sacarme de aquí.

Vaya manera de empezar el año.

...

"Aveces están, aveces no. ¿Qué más da? Al final nadie puede ayudarte a sanar las aberturas desbordantes de líquidos que están plagados de sufrimiento."

—BlueBooksR.

El Tacto de Sus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora