Capítulo dos: Hannah

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La verdadera sorpresa se la llevó cuando vio el cabello castaño de su ayudante hacerse paso entre las jaulas de los perros, llevándose algún que otro ladrido que respondía con maullidos y sonrisas. Si entrecerraba los ojos Hannah se parecía bastante a aquel chico del bosque, ¿Lucas se llamaba? Tenían los mismos ojos y el mismo pelo ondulado y grisáceo, a diferencia que el de ella era considerablemente más grande. Podía decir con total seguridad que tenían el mismo olor.

¿Hermanos?

-¡Ollie!-Gritó dándole un abrazo efusivo al chico-. ¿Qué...tal?-Preguntó alejándose algo inquieta-. Te noto raro-.

-Bien, estoy bien, como siempre, supongo-Contestó llevándose una mano al cuello para rascárselo.

-Ah, vale-Sin más la castaña se alejó poniéndose uno de los auriculares de sus cascos blancos-. Curiosamente hueles a mi colonia, ¿Algún revolcón rapidito con alguna detrás del súper?-.

-No-Contestó seco, Hannah rió haciéndose una coleta-. ¿Qué escuchas?-.

-Know your enemy, de Green day mientras me pregunto porque mi queridísimo jefe apesta a mi colonia-.

Oliver suspiró intentando no prestarle atención a lo que acababa de decir. Aquel chico realmente olía a su colonia, pero no del todo, también tenía cierto olor a pino, pero a pino real no al ambientador de coche con olor a pino .

-...y la señora Piters vino a por su perro mientras no estabas, después de un rápido y exhaustivo reconocimiento me pago y se llevo al pulgoso- Hana paro de juguetear con la oreja de uno de los perros cuando se dio cuenta de que la atención de su jefe en ella era menor de lo normal-. Ollie, realmente me tienes preocupada, podrías irte antes y si pasa algo te aviso-.

-Asimílalo, no pasa nada, estoy bien. Solo algo cansado habré dormido mal o algo por el estilo-.

Muchas preguntas surcaban por su cabeza, ¿Le podía prohibir usar colonia a Hannah? Probablemente ella le mirara mal, muy muy mal, y es que no todos los días tu jefe desde hace dos años te dice que dejes de usar colonia y, probablemente, también desodorante. Quizás lo más difícil fuera inventarse algo para el porqué que no fuera: “es que creo que tu hermano del que nunca me has hablado es mi soulmate, pero huelen igual y no sé cual de los dos es.”

Lejos de pensar en responder al “¿Qué es un soulmate?” o al “¿Cómo sabes que tengo hermano?” pensaba en otras posibles respuestas de su simpática ayudante: “¿Cómo has sabido que somos lobos? no creas que te voy a dejar a mi hermano” o mirándolo por el lado positivo “¿Mi hermano es tu soulmate? Eso quiere decir que me vas a subir el sueldo y dar unos dias de vacaciones pagadas a cambio de su número ¿Verdad?”.

–Ollie, enserio, vete a casa–Le miró como si fuese uno de los perros lastimados de los que solía ocuparse–. Me preocupas, y no voy a seguir cobrando si mi jefe se muere–.

El rubio rió, se le olvidaba que la chica solo lo quería por el dinero.

–¿No te importa que te deje sola?–Hannah negó con la cabeza.

–Me importa mi paga, y eso viene de tu bolsillo, así que a casa a descansar, tía Hannah se encarga de la clínica hoy, tú ten un día libre–.

–Gracias Hannah–En verdad, a él no le hacia falta otra cosa a parte de zarandearla y preguntarle por la ubicación exacta de su hermano, aunque quizas con su olfato lobuno podría encontrarlo por su cuenta.

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