Thomas, Where's my kiddo?

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Antes de darles el preference quiero agradecer todos los mensajes de apoyo que me enviaron hace algunos días. No tienen idea de lo mucho que significó para mi. Son lxs mejores


Thomas.-

— ¿Estás seguro que podrás con esto? Es decir, será la primera vez que cuidarás de nuestro pequeño sin mi presencia

— ¿Bromeas? Esto será pan comido— Te dijo Thomas mientras colocaba a su hijo de cuatro años sobre su regazo. El pequeño rió cuando su papi le besó la mejilla. Sonreíste

—Serán varias horas, Thomas. Sabes que Alby no se toma las reuniones a la ligera

— ¿Quieres calmarte? Todo saldrá bien. Por una vez en la vida confía en mi criterio

Suspiraste porque sabías que Thomas tenía razón, debías confiar un poco más en él y en su capacidad de pasar tiempo con su hijo sin que ninguno de los dos salga lastimado. Sonreíste para luego dejar un beso en las mejillas de ambos chicos.

—De acuerdo, ustedes dos pueden divertirse mientras yo no estoy— Ambos festejaron— Sólo cuida que no se lleve nada a la boca y no lo pierdas de vista jamás, ¿Entendido?

Thomas rodó los ojos.

—Estaremos bien, deja de preocuparte

—Genial, entonces— Te despediste mirando como Thomas comenzaba a jugar con su pequeño en brazos

Pasadas dos horas, la puerta de la sala de reuniones se abrió con un estruendo mostrando a un sudoroso Thomas. Frunciste el ceño conforme te acercabas a él

— ¿Tom, que haces aquí? ¿Y dónde está nuestro hijo?

—Eh... ¿No está aquí? —Le miraste con severidad. Thomas levantó los brazos antes de que reclamaras— ¡Estamos jugando al escondite! Sí, eso. Jugamos a escondernos entonces yo ahora tengo que encontrarlo, ¿Sabes que nuestro pequeño es muy bueno para esconderse?

—Thomas...— Le advertiste. Él se quejó

—Está bien ¡Lo perdí!

— ¡Thomas!

— ¡No fue mi culpa! No se cómo sucedió, yo sólo lo dejé un momento cerca de la caja jugando con sus cochecitos de madera mientras conseguía una cajita de jugo de la cocina

— ¡Te advertí que no lo dejaras solo!

— ¡Sólo fueron un par de minutos!

Saliste de la sala hecha un manojo de nervios porque a pesar de que gritaste tres veces el nombre de tu hijo éste no contestó. Alby organizó un grupo de búsqueda en poco tiempo y así fue como Thomas y tú se encontraron caminando por toda el área mientras discutían.

El tiempo pasó conforme tu preocupación aumentaba. Alby ya había enviado a los corredores a dar un vistazo a los pasillos principales del laberinto pero siguieron sin tener mucha suerte; Thomas soltó un suspiro antes de tomar tus manos y seguir con la búsqueda.

Algo pareció llegar a la mente de Thomas de repente.

— ¡La cueva de chocolate!

— ¿Qué?

— ¡Él está ahí!

Sin decir nada más, Thomas salió corriendo hacia la cocina en donde nadie se había tomado el tiempo de mirar. Ahí, dentro de la enorme gaveta en la que Sartén guardaba el chocolate para sus tartas especiales estaba tu hijo, cubierto de pies a cabeza de chocolate y con su barriga hinchada de tanto comer chucherías. Soltaste un suspiro de alivio.

La mirada del pequeño se iluminó luego de ver a su padre. Se lanzó a sus brazos manchando la camisa de Thomas con el dulce

— ¡Papi!

—Dios, cariño, nos tenías muy preocupados

—¡Me encontraste! — Tu hijo rio. Thomas asintió, avergonzado

—No importa en qué lugar estés, papi va a encontrarte siempre— Ambos acariciaron su cabello haciéndolo reír. Thomas besó su frente— Jodida mierda, casi haces que me orine en los pantalones

— ¡Mami! ¡Papi ha dicho malas palabras!

—Sí, lo hizo— Ese fue el momento en que Thomas supo que la había cagado. Tu mirada le hizo encogerse aun con su hijo en brazos— Papá malo

— ¡Malo! — repitió tu hijo entre risas

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