XVIII: Conexión perdida

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La visita de Arodace le pareció algo bastante inusual a Ekaitza, incluso cuando había sido ella quien la había llamado, seguía sin creer que había aparecido y sobre todo que por unos minutos parecía la misma Arodace que había conocido años atrás

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La visita de Arodace le pareció algo bastante inusual a Ekaitza, incluso cuando había sido ella quien la había llamado, seguía sin creer que había aparecido y sobre todo que por unos minutos parecía la misma Arodace que había conocido años atrás.

Ekaitza lo pensó, bastante, mientras las nubes comenzaban a nublar aún más el cielo, considerando si valía la pena intentar liberar un círculo en ese momento, las medicinas que le había dado, la mantenía ligeramente ausentes y confundida. No estaba segura de si sería capaz de hacer correctamente la conexión.

Dejó la chaqueta que le había dejado Arodace a un lado y haciendo uso de su poca capacidad motriz se inclinó lo suficiente para soltar las correas que mantenían sus piernas inmóviles.

Cuando la presión que hacían esas cosas sobre su piel desapareció, Ekaitza pudo ver las marcas ligeramente rojas que había dejado en su cuerpo. Para el poco tiempo que los había tenido sin duda alguna las habían dejado apretadas, dejó que su cuerpo se quedara recostado en aquella no tan cómoda cama, que prácticamente ya tenía la forma de su cuerpo perfectamente impreso, ya sabía que pocas veces lograba levantarse de esa cama, pero en ese momento cuando quiso levantarse fue que se dio cuenta de cuán torpe era su cuerpo al intentar moverse.

Suspiro frustrada mientras ponía las palmas de sus manos sobre la colcha que había bajo su cuerpo, dejó que su cuerpo se relajara un poco y cerró sus ojos, como si buscara dentro de sí un poco de fuerza de voluntad para poder hacerlo.

Abrió los ojos y con ayuda de sus manos, levantó su espalda de aquel colchón y miro a la inmensidad de la puerta de metal que había delante suyo, donde la parte superior de su cabeza apenas y lograba reflejarse en el vidrio que le daba un poco de vista hacía el pasillo, en ese momento pudo sentir cómo el medicamento comenzaba a hacer aún más efecto, su vista se está nublando y las pocas fuerzas que tenía también se estaban desvaneciendo, mientras su conciencia luchaba por no rendirse ante el sueño que sentía. Sacudió su cabeza y giró su cuerpo, hacía el lado izquierdo, donde estaba una de las paredes vacías que habían en ese lugar.

La cabeza de Ekaitza dolía, sentía como sus pensamientos quedaban a medias y perdían ante el instinto de caer a dormir, los ojos le ardían y podía sentir como la cabeza le punzaba. Apretó con fuerza, la tela bajo sus palmas y sin pensarlo mucho más, la soltó para empujar su cuerpo hacía adelante.

Las palmas de sus pies, tocaron el frio suelo de concreto, por unos segundos le parecía a Ekaitza que se podía mantener de pie pero, sus fuerzas se acabaron y de inmediato noto como su cuerpo se iba hacia adelante, como pudo se sostuvo de la mesilla de plástico que había a su lado, la cabeza le iba a explotar, podía jurarlo, de no ser porque su nublada vista le dejaba ver como sus manos tocaban aquel plástico blanco, Ekaitza estaría segura de que ya había caído en el suelo.

Necesitaba recuperar sus energía y pronto o se iba a desvanecer en cualquier instante, deslizó sus manos por toda la superficie de la mesa, mientras arrastraba prácticamente sus pies, por el asepro concreto, su visión era aún peor que antes, apenas y lograba distinguir las manchas de color que había a su alrededor, a unos pasos más, donde acababa la mesa, podía ver una mancha de color verde, Ekaitza sabía que sin duda era aquella pequeña planta que había en su habitación, levantó su mano izquierda y la puso al filo de la mesa, apenas sintiendo como la superficie se acababa y usando sus ultimas fuerzas para mantenerse de pie, en verdad a sentía que iba a caer en cualquier momento, así que hizo un ultimo ezsfuerzo para caminar los dos pasos que hacían falta y llegar a aquella mancha verde.

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⏰ Última actualización: Oct 23, 2018 ⏰

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