yeolyeoseot

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Emilia:

Fui vestida normal, con colores apagados porque me gustan y lo más cómoda posible. Era el día del color y estábamos celebrando una hueá del liceo.

—Holi, ¿tení' pololi?— me acerqué al Bruno. El hueón estaba solito en el patio de atrás con el celular en mano.

—Sí, tengo polola.— sonrió el Brunito y me senté a su lado.

—Puta la hueá.— hice un puchero. Bromeaba a cada rato y teníamos un humor super parecido. Iba vestido muy bacan, tenía su onda y toda la hueá el cabro culiao.

Hablamos caleta que no nos dimos que tocó el timbre y eso significaba que había un acto. A la media hora después de darnos cuenta, nos fuimos al acto y todo el centro de alumnos nos quedó mirando.

¡Nos van a retar, por la shit!

[...]

Estaba terminando el acto y me fui a buscar mi mochila a la sala. Cuando entré, quise salir rápido porque estaba el Gabriel.

—Emilia.— dijo, cuando vio que estaba abandonando la sala.—¿Me cambiaste por el Bruno?— se acercó y me tomó de la muñeca.

—¿Que hueá te importa?— intenté ser chora, pero me dio miedo su tono de voz. Ya no lo quería, quizás nunca lo quise, lo había superado y ya no me importaba.

—Me cagaste y jugaste sucio.— susurró acercándose amenazante. Era tanta la presión que sentía, que mi cuerpo temblaba a veces.

—¿Quién cagó a quién primero?— lo desafié, ah.

—Nunca me diste lo que quería po, eso fue tu culpa.— esas palabras me dolieron y me hicieron sentir inferior. Su agarre era fuerte y me dolía la muñeca.

—Yo te amaba y lo sabíai, ahora no vengai a decir hueás.— sentí como una lágrina cayó por mi mejilla izquierda. El hueón me tomó y me sacó de la sala.—¡Suéltame, por la chucha!— grité. Comencé a desesperarme.

<<¿Donde estaba el Bruno?>>, pensé.

—Erí' igual que todas esas perras culiás.— me insultó, una vez afuera en el pasillo.

—¡No es mi culpa que te fijes en esas hueonas y de todas las pololas que tuviste, yo soy la más decente, conchetumare!— le pegué en toda la parte que vendría siendo su aparato reproductor masculino con mi pie y se cayó al suelo.

Solo atiné a correr.

—¡Maraca culiá!— me gritó, mientras corría. Las lágrimas corrían por mi cara, como si estuviera lloviendo.

Tocó el timbre y yo entré justo al baño a llorar.

Me sentía mal, muy tonta y usada.

Lloraba en silencio en el baño para que nadie me escuchara y cuando tocó el timbre para ir a la convivencia del centro de alumnos, que era en la sala de reuniones, salí y me lavé la cara.

Odiaba llorar, pero necesitaba hacerlo para liberarme un poco.

[...]

Estaba en la convivencia del centro de alumnos, sentada y comiendo roscas.

—Emi.— susurró el Bruno y se sentó a mi lado.—¿Que pasa?— intentaba disimular mi tristeza y que había llorado, pero él lo notó.

—Nada.— respondí. No quería contarle, porque sabía que se iba a cuestionar.

—Estuviste llorando, así que algo te pasó.— lo quedé mirando y se encogió de hombros.

—¿Cómo sabí'?— le pregunté y sonrió.

➤Nos ahueonamos 《CHILENSIS》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora