Capítulo 1: Lo que pudo ser.

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Dedicatoria de Capítulo: Blanca G.

"Esta vida no la quiero comprender.

Cómo me duele mi cobardía.No pude darte lo que un día soñé.Cómo me duele...lo que pudo ser."

—Y ahora puede besar a la novia —dijo el viejo ministro con una sonrisa, mientras los novios se miraban con los ojos brillantes y cuando se besaron una lluvia de aplausos estalló a su alrededor.

Los nuevos esposos separaron sus labios con una sonrisa radiante. La feliz pareja se giró hacia los invitados y avanzaron unos pasos, bajando del pequeño altar; los invitados los rodearon y abrazaron deseándoles todo lo mejor para su nueva vida juntos.

En el enorme salón del lujoso hotel, una melodía que podría considerarse romántica comenzó a sonar; los invitados tomaron asiento mientras la feliz pareja daba vueltas al ritmo de la música.

En el fondo del salón en la mesa de los solteros; una rubia soltó un bufido de rabia, allí estaba ella tragándose la humillación de ver al amor de su vida, Ethan Raver, quien la había abandonado tan solo dos meses atrás después de 3 años de relación, casándose con Josephine Walsh una joven de su mismo círculo social.

Cuando lo vio en la página seis del diario, no lo pudo creer. ¡Eso era un error! Y cuando llegó la infame invitación a la boda supo que todo había terminado, realmente.

Candy no era tonta ni ingenua, ella era una residente en uno de los mejores programas médicos, pero no dejaba de ser solo eso y aún le faltaban tres meses más para ser titular. Ethan, era hijo del dueño del Gracie Square Hospital y en los tres años de relación él nunca quiso hacerla pública; ella estaba al tanto de las "indiscreciones" de su pareja publicadas en los diarios, pero siempre le creyó cuando le dijo que no era nada, que tenía que cubrir las apariencias en las fiestas de caridad a las que debía acudir. Y ella le creyó, siempre lo hizo.

Sin embargo, su pequeña nube de felicidad se desvaneció ocho semanas atrás, cuando llegó a su departamento y se encontró con un post-it en el espejo de su baño. Y esa fue toda la despedida que él le dedicó.

Y allí estaba ella, en la mesa de solteros y niños, luchando entre lo humillante que era soportar las miradas de algunas de las personas que sabían sobre su relación, y lo terriblemente doloroso que era ver a quien tanto amaba casándose con otra mujer.

Candy dejó de mirar a la pareja y tomó lo que quedaba de su champagne.

—Es interesante la forma en que dos personas se merecen una a la otra — Escuchó a su lado. Candy se sobresaltó y giró para ver a su vecino, ahí untando mantequilla en un pan, estaba un joven castaño de intensos ojos azul verdosos que no la miraban, estaba totalmente concentrado en su tarea.

—Terry... —Empezó a hablar Candy, a la defensiva recordando los tiempos en el Colegio Billard y el hostigamiento que padeció de parte de él, y sus amigos por ser una alumna becada. Y por una irónica burla del destino, una de las personas que sabía de su relación con Ethan—, hoy no tengo ánimos para soportar tus burlas.

—¡Oh, pecas!, tú siempre creyéndote el centro del universo —contestó él, arrastrando ligeramente las palabras. Su mirada en ningún momento se desvió del alimento, pero aun así Candy pudo percibir que no había rastro de burla o ironía en su rostro.

—¿Cuánto has bebido? —preguntó ella, mirando la copa que uno de los meseros dejaba, a la vez que recogía y se llevaba la vacía. El rostro de Terry se volvió hacia ella, como si apenas hubiera notado su presencia.

Unbreak My HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora