Capítulo I. "Esos detalles de la vida"

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Parte 2.

Me dirijo a la oficina de Rosse, la profesora del grupo de baile, pero al llegar esta estaba cerrada. Me extrañó, ya que ella siempre está temprano en el Instituto, revisé por la ventanilla de la puerta y no había nada, todo está vacío. No tenía ni sus recuerdos pegado en la pared de atrás de su escritorio, ni los portan-retratos en su biblioteca, y ni sus afiches, estaba vacío. Me alejo de la ventanilla, y me pregunto, "¿será que la cambiaron de oficina?"

Caminado por el pasillo hacia mi casillero. Pero en el camino me topo con La Arpía y sus pichonas, con sus trajes de porristas.

- ¡AY! niña ve por don... – se queja la pelirroja de ojos castaños, pero al mirarme – Taylor, querida – en su voz se le nota el sarcasmo. Pongo los ojos en blanco – la persona que estaba buscando – una sonrisita malvada se nace en su rostro formando unos pequeños hoyuelos en ellos, y una superioridad, junto a ella la imitan sus pichonas.

Carmen Arzon, capitana del equipo de porristas del Instituto, una chica alta y esbelta, cabello ondulado y muy largo, con un enorme ego desdeñando en donde fuese. A su lado, siempre estaba Gabrielle y Danielle, las gemelas De Santis, dos italianas, ambas de abundantes rizos dorados, altas y delgadas con ojos azules. Siempre estaban juntas, son las más populares del Instituto, pero todos la reconocen como Las Arpías.

-disculpa Carmen, pero estoy ocupada – digo dando un paso al lado esquivándola con una sonrisa falsa en mi rostro, pero ella se pone en el camino – permiso, estoy apurada – sin importarlo que le digo, ella finge no haber escuchado nada, con una sonrisa maliciosa.

-el otro día estaba hablando con el sud-director y ¿sabes lo que dijo? – frunzo el ceño, lanzándole una mirada asesina, aunque tenía curiosidad de la respuesta, preferí no seguirle el juego.

-no me importa, ¡quítate! – le ordeno, pero ella me sigue ignorando, y continua.

-no espera, esto es importante – insiste –. Cambiaron a la profesora de baile... – y como si estuviera viendo la televisión y lo haya colocado en muto. Sus labios se movían, las gemelas se reían, pero no escuchaba lo que decía. Estaba sorprendida por la noticia, que tenía los ojos abiertos de par en par. Solo duro unos segundos, hasta que sacudí la cabeza, volviendo a la realidad – yo quede en shock, con esa misma cara – me señala con el dedo índice, pero yo le quito la mano –, pero sin lo perdedora ¡hahahaha! – rio a carcajadas al igual que sus pichonas, trato de respirar profundo para conseguir la calma, y ella sigue – bueno... Tenía que decírtelo, para que no te hicieras ilusiones. Nos vemos – me da el paso, y yo avanzo, aunque al pasar cerca, ella choca su hombro con el mío.

Vuelvo a respirar profundo, insultándola una y otra vez a cada paso que daba alejándome de ellas. Para distraer mi mente, me preguntaba... "¿por qué se iría Rosse sin avisarme, o al grupo? ¿Y por qué la despidieron?, ¿será que la despidieron en realidad? ¿y qué mierda le pasa a la arpía esa? ¿por qué siempre tiene que molestarme?". Gruñí molesta, sin saber qué hacer. "¿Y ahora qué hare con lo de la solicitud?".

Llego a mi casillero, y coloco la combinación en el candado abriéndolo. Dejo mi bolso sacando mi libreta y dos libros. En un movimiento abrupto, se me cae de bolsillo de mi chaqueta el regalo de mi nana. Lo recojo del suelo agachándome, y la abro llevándome una sorpresa al ver lo que era. Un colgante con una esmeralda en forma de gota, el tamaño de éste, no era más grande que mi pulgar, junto con una cadena de plata. Mis ojos se abren como plato levantándome del suelo, me pregunté "¿cómo Matilda pudo comprar algo así? ¿acaso, será de verdad esta piedra?, se ve que es caro y muy valioso".

Corazón de Beawuth I - La Gema De La ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora