-8-

6 0 0
                                    

            El muelle de carga y descarga que había en la parte posterior de Toys'r Us estaba desierto. Solamente unos pocos remolques estacionados y algún mendigo borracho pernoctaba por la zona. Y allí, pasada la medianoche, fue donde Lara e Ignacio fueron citados por Álvaro.

—¿Qué plan crees que puede tener Álvaro en mente? —preguntó Lara a Ignacio, mientras contemplaba embobado su Rolex de oro.

—Ni idea, la verdad.

—No dice mucho a nuestro favor, si nos vemos en la situación de fiarnos del nuevo.

—Es un chico resuelto. Ya viste como resolvió el asunto del combate.

—Mmmm...

Oyeron el sonido de un vehículo acercándose por el final de la calle y Lara e Ignacio se acercaron a la carretera. Un furgón policial se detuvo cuando pasó por su lado y la ventana del copiloto descendió. Álvaro, vestido de policía de intervención, les saludó.

—¡Buenas!

—¿Qué coño haces vestido de policía? —preguntó Lara sorprendido.

—Os lo explicaré de camino. ¡Subir por atrás!

Lara e Ignacio entraron por la puerta de atrás y el furgón se puso en marcha. El vehículo condujo por el puente que cruzaba la ronda norte y que comunicaba con Valencia.

—Lara e Ignacio, este es Rodrigo. Rodrigo, estos son Lara e Ignacio —dijo Álvaro al conductor del furgón.

Rodrigo, un hombre grande, de cejas espesas y pelo rapado, miró por el espejo retrovisor y saludó con la mano.

—¿Le has explicado ya el plan? —preguntó Rodrigo.

—Voy.

—Eso, explícanos el plan —dijo Ignacio.

—Sí, sí, ahora voy. Mientras tanto, coger esos uniformes y ponéroslos —señaló Álvaro.

Lara e Ignacio se fijaron en dos uniformes y un conjunto de equipación policial que descansaba en el suelo.

—¿Quieres que nos vistamos de maderos? —preguntó Lara.

—¡No perdáis el tiempo y ponéroslo! —dijo Álvaro.

Lara e Ignacio comenzaron a desvestirse.

—Hablé con Rodrigo, preguntándole si había oído algo en el cuerpo sobre ese tal Richi y el alijo que le birlo a don Héctor. Me explicó que tenían localizado a un nuevo traficante, que había llegado hace poco a Valencia —dijo Álvaro.

—Estábamos investigando unas escuchas ilegales a un abogado, hermano de un político de aquí, y nos topamos con toda esa mierda del alijo robado y tal —explicó Rodrigo. El furgón tomó la rotonda y accedió a la avenida de las cortes Valencianas.

—¿Y por qué no incautasteis el alijo? —preguntó Ignacio.

—Nuestra investigación no estaba relacionada y necesitábamos una orden, por lo que lo dejamos correr —explicó Rodrigo.

—Bueno, el caso es que con las escuchas, la policía localizó el sitio donde tienen escondido el alijo —dijo Álvaro—. Nosotros, aprovechando la sorpresa, entraremos en el edificio, disfrazados de policía, los detendremos y nos llevaremos la droga.

Una segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora