Emma Agreste, 15 años, de ojos verdes y cabello azulado, hija De Adrien Agreste Y Marinnete.
Su vida es normal, yendo a la escuela, hablando con sus amigos, Esforzándose para estudiar. Todo lo que hace una adolescente de 15 años ¿Qué más podría hac...
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—Tikki, Puntos fuera.
Las palabras hicieron efecto y me destransforme, ya estando en la casa de ese anciano, quien dice ser el guardián del Miraculous.
De mi Miraculous salió tikki, quien se notaba que estaba cansada, pero se acerco a el maestro y lo saludo, abrazando su mejilla.
—Pense que no lo volvería a ver—dijo finalmente la Kwami, quien seguía abrazando la mejilla del anciano, este comenzó a reir.
Luego, Tikki volvió a mi lado,dejando la mejilla del señor.
—¿Cómo te llamas? —Pregunto el maestro, quien se había sentado en el suelo, yo simplemente me quedé ahí parada.
—Emma, Emma Agreste—dije insegura,el asintió pensativo, observándome.
Suspiro y se paró nuevamente,dirigiéndose hacia un habitación aparte, mire con curiosidad para saber que iba a ser y me incorpore rápidamente cuando regreso, con una caja en manos.
Esta se abrió—son los Miraculous, al menos de mi tiempo —comento el anciano, yo miré bien la cajita y frente a mi se encontró el Miraculous de Ladybug, el de Chat noir y en realidad de todos, a excepción el de la mariposa y el del zorro.
¿Qué pasó con Butterfly y Volpina? Eso ni yo lo sé.
—¿Para que me lo muestra? —pregunte curiosa, el sonrió y miro la caja.
—Creo que van a necesitar ayuda con esa tal villana —murmuro, me sorprendí ¿El sabía de la villana?— Y también, necesito a alguien que derrote a Butterfly y Volpina, esas chicas son un gran problema ahora.
—¿Ellas no son buenas? —pregunte, cuando el anciano iba a contestar, Tikki pregunto si tenía galletas, yo negué despreocupadamente, pero el anciano dijo que si y se fue con ella a darle las dichosas galletas.
Mire los Miraculous con atención, necesito pensar ¿A quien darles? Primero que nada, no se en que tiempo estoy, solo espero que la persona que voy a elegir exista.
—¿Ya decidiste? —me saco de mis pensamientos aquel anciano, lo mire y asenti, decidida, agarre el Miraculous de Ladybug.
—Puedes irte—me dijo El Maestro fu con un sonrisa, mire a tikki.
—Tikki ¡Motas! —me transforme, nuevamente era ladybug, con el Miraculous aún en mi mano, salí de la casa de aquel anciano y me dirigí hacia un lugar en específico
Tenía que encontrar esa maldita panaderia, debe estar por algún lugar.
La busque por todo el lugar, lanzandome por los aires a cada rato, luego recordé un algo curioso ¿Qué había sido de Butterfly y Volpina?
Disperse esos pensamientos, al ver un edificio que se parecía mucho a la estructura de la panadería que era de mis abuelos.
Por favor que sea esta, suplique para mis adentros, mientras abría la puerta del edificio, no había nadie, estaba vacía.
Empecé a caminar, pero algo me detuvo o tal vez, alguien.
Me lanzo al piso y se colocó encima de mi, no se de donde salió está persona, pero ahora tenía un cuchillo en la mano, apuntando hacia mi cuello.
Agudice mi visión y ahí vi a una mujer, de unos 20 años aproximadamente, tenía el cabello largo de color negro y unos ojos azules.
Era mi madre y estaba muy diferente.
Se le veía que su cara estaba sucia y su pelo desordenado, sin mencionar su ropa. ¿Qué rayos le ha pasado? ¿Y porque el Maestro fu no estaba igual? Yo lo había visto perfectamente viviendo tranquilo en su pequeña casa.
—¿Quien eres tu? —me pregunto aún con el cuchillo en mi cuello, mis ojos se habían abierto más de lo normal por la sorpresa, su voz era muy diferente a la que conocía, era más ronca, como si hubiese gritado un montón anteriormente o estuviera con gripe.
—So-y Ladybug—dije a penas, aparte del cuchillo, ella me tenía agarrada del cuello, cortando mi respiración por momentos.
Su expresión seria, cambio a una sonrisa burlona—¿Ladybug? ¿Qué clase de nombre ridículo es ese?
Frunci el ceño ¡Ella también fue una Ladybug! Bueno, cuando todo era normal, ahora el mundo estaba puesto patas arriba y yo no tenia ni la más remota idea de lo que pasaba.
—Prometo no hacerte daño, por favor, sueltame y te explicaré —murmure casi sin aire, ella pareció pensarlo, segundos despues, me soltó y se levanto, pero con una posición a la defensiva
Por fin, libre soy.
—Mas te vale hablar rapido.—me dijo la chica que tenía enfrente de mi y que segundos antes me estaba amenazando con un cuchillo, el cual seguía en su mano.
Me quedé pensativa por unos momentos, ordenando mis ideas internamente, debía ser precavida, está mujer no tenía el mismo pensamiento que mi madre.
Ahora, a tratar de explicarle.
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