La llamada

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Tal y como era de suponer, Jackson Stone montó en cólera en cuanto se enteró de que su hija les había mentido.

—¿Por qué mentiste?
—Porque si te hubiese dicho hacia donde iba no me habrías dejado.
Su padre no tuvo más remedio que darle la razón. Para él no era fácil ver a su hijita hacerse mayor y ver a chicos salidos llamando a su puerta esperando tener una cita con ella.
Sin embargo sabía que lo de Nathaniel nunca sería algo pasajero.
Había visto a Lía consumirse de tristeza en cuanto él se marchó y por nada del mundo quería volver a verla en esa situación.
A su lado, su mujer Aurora, permanecía en silencio mientras que su hijo mayor, Evan, se paseaba de un lado al otro de la sala planeando como ir a por ella.
A pesar de que Nathaniel era su mejor amigo, Amelia era a sus ojos, los de ambos, una niña a la que necesitaban proteger. La niña que les llamaba cada vez que tenía pesadillas.
Amelia siempre había sido una buena niña. Podía hacer lo que quisiera con ellos porque simplemente no podían negarle nada y aún así, ella jamás fue de esas niñas consentidas, avariciosas y egoístas.

—Hay alerta por tormenta. Los vuelos han sido cancelados hasta próximo aviso. Voy a quedarme aquí y terminar lo que empecé.
Nathaniel la miró mientras ella se removía incómoda en el sofá.
La policía ya había hecho su trabajo y les habían aconsejado que se alojasen con algún pariente por si Sierra volvía aparecer.
Habían emitido una orden de busca y captura contra ella y esperaban encontrarla pronto teniendo en cuenta que no podía salir de la ciudad en avión.
Con algo de suerte, la atraparían antes de que pasaran las fiestas.
No lo había hablado con ella, pero ahora que estaban en el hotel, en la habitación de ella, Nathaniel tenía toda la intención de quedarse allí. Si tenía que convencerla para que se mudase con él a una suite compartida, lo haría. Costase lo que costase.
No la dejaría sola.

En cuanto terminó la llamada, él había sido amenazado por el padre y hermano de la chica que amaba, pero eso no le detendría. Recuperaría el amor de Amelia. Demostraría que era el hombre adecuado para ella y cuando hiciese eso, se casaría con ella.

Bajaron al bar del hotel y se sentaron junto a la ventana mientras esperaban a que les trajesen la comida.
Era el momento de contarle sus planes.
Sin embargo, tal y como estaba empezando a comprender, Amelia no iba a dejarse llevar.
Después del beso que habían compartido antes de que él se marchara, pensaba que era una muestra de lo que les depararía el futuro. Nada más lejos de la realidad.
La Amelia que tenía frente a él, ya no era la niña que dejó atrás.

—Estoy perfectamente donde estoy ahora. No hay necesidad alguna de que me mude a otra habitación. Entiendo que lo mejor y más seguro es que tu no vuelvas a tu casa hasta que esa mujer esté encerrada bajo cien candados, pero no voy a ir a ningún lado contigo.
—No estás siendo realista.
—Soy muy consciente del peligro y más que nada sé lo que trama, pero no le temo.
Se dio cuenta demasiado tarde de lo que había dicho, cuando Nathaniel retiró su silla y se puso en pie.
—¿Que es lo que no me has dicho, Amelia? ¿Sabes donde se esconde?
La policía había ido a casa de Sierra y su compañera de piso solo dijo que había hecho las maletas y se marchó sin decir donde iba o cuando volvería, aunque se aseguró de dejarle dinero para el alquiler.

—Si lo supiera habría informado a la policía. ¿Crees que quiero que nos haga daño?
—¿Nos? ¿A ti y a mi?
—No.
—¿Entonces?
—En el sueño que tuve, yo... Estaba embarazada.

Se dejó caer sobre la silla, pues las piernas no le respondían.
¿Embarazada?
—¿Lo estás?
Si así era eso quería decir que ella...
Ni siquiera podía imaginarlo.
La idea de ella con otro hombre era demasiado dolorosa y si ella estaba embarazada...
—Es difícil estar embarazada cuando no he mantenido relaciones con nadie y tampoco está en mis planes la inseminación.
—¿Entonces?
—Suma dos y dos, genio. No puedo estar contigo en la misma habitación. Coge una suite si quieres, pero intenta que esté lo más lejos posible de la mía.
El camarero llegó con su comida y evitó que él pudiese responder, pero esto no iba a quedar así.
Decidió esperar a que terminasen de comer para seguir con el tema, pero mientras se dirigían al ascensor, ya con su propia  habitación, el teléfono de Amelia la mantuvo ocupada durante el viaje.
Se había asegurado de tener la habitación en la misma planta que ella, a pesar de sus protestas. De haber podido elegir la que había junto a la de ella, no se lo habría pensado dos veces.

Aprovechó el corto viaje hasta su planta para observarla.
Ella era simplemente hermosa.
Ojala las cosas hubiesen sido distintas para ellos.
Todavía recordaba la primera vez que sintió algo más al verla que simple cariño.
Fue durante un baile de secundaria.

Su madre estaba empeorando y los médicos habían comentado la posibilidad de viajar a Boston para tratarla.
Era un tratamiento experimental, pero estaban tan desesperados que se aferraron a un clavo ardiendo.
Si no funcionaba su madre...

Tan distraído estaba con la situación,que acudió al instituto para recoger algunas cosas de su taquilla.
Chocó con Amelia cuando esta se dirigía al gimnasio en el que se celebraba el baile.
Verla con ese vestido y ligeramente maquillada le causó una enorme impresión, sin embargo fue verla del brazo de Bobby Knight lo que le hizo sentir algo que no debía. Celos.
Entonces no lo comprendió.
No hasta el funeral de su madre.

De vuelta al ascensor, miró de reojo como ella tecleaba a la velocidad de la luz y vio con quién hablaba. Bobby.
Apretó los puños con fuerza y se mordió la lengua para evitar meter la pata.
Ella cerró la aplicación de mensajes y entonces vio su fondo de pantalla.
La misma foto que Sierra había destrozado.

Destinada a ti (Serie Love 19)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora