Volver a casa

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Nathaniel retrocedió ante sus palabras.
No podía ser cierto.
Y fue peor verla llorar en brazos de su padre mientras todos miraban entre ellos y sentían compasión por él.

Amelia le miraba y trataba de recordar quien era pues su corazón latía desesperadamente dentro de su pecho desde el mismo instante en el que cruzó la puerta.

-¿Quien eres?
-Yo... ¿Por qué no me recuerda?-preguntó él volviéndose hacia la familia de ella.
-No lo sabemos, cariño. Hablaremos con el doctor y quizá él pueda aclararnos esto.
Sabía que la madre de Amelia solo trataba de tranquilizarle, pero contra más tiempo pasaba allí mirándola, más claro tenía que sólo le había olvidado a él.
Y el doctor tampoco ayudó.

Tras examinarla detenidamente, dictaminó que podía ser algo temporal, pero que lo más seguro era que tratase de borrar algún recuerdo traumático, como el que la había llevado hasta el hospital a modo de defensa y eso incluía a algunas personas.
-Puede que recupere la memoria en cuestión de días, pero en algunas ocasiones puede llevar más tiempo. Meses o incluso años. Hay quien nunca llega a recuperar del todo los recuerdos.
-Amelia- se colocó a su lado y agachó para que sus rostros estuvieran al mismo nivel.
Esta vez extendió ambas manos y enmarco la cara de ella con estas.
-Señor, no puede forzarla a recordar.
Hizo oídos sordos al médico y se centró en ella y en que esta vez no se apartó.
-Te amo. Te he amado desde hace tres años. Quizá te amaba antes y no supe verlo. No quiero forzar tus recuerdos pero quiero que sepas que estoy aquí, que lo tomaré día a día hasta que vuelva a ver amor en tus ojos. Voy a esperar, cariño, porque lo que tenemos... No hay nada mejor en el mundo.
-Yo...
Dejó un pequeño y dulce beso en la comisura de sus labios y luego se marchó.
Iría a su casa, prepararía su equipaje y volaría junto a los Stone.
Nada era más importante que volver a casa.
Quizá con suerte, Amelia se recuperaría antes con el aire puro de la granja.

Una semana después, se encontraban en el aeropuerto esperando a que su avión estuviese en la pista.

Ya había dejado las cosas arregladas con Archie para ausentarse durante un tiempo.
Su mujer y el bebé ya estaban en casa, de modo que Archie podría encargarse de la mayor parte de sus asuntos después de la primera semana de enero.
Por ahora disfrutaría de su baja por paternidad.

-¿Podemos hablar, chico?
Volviéndose hacia el padre de Amelia, asintió y de dejó libre el asiento a su lado.
-Claro.
-¿Tienes intención de herir a mi niña de nuevo? Aprecio a tu padre, hijo. De verdad. Fue un trabajador leal y lo considero un amigo, pero si haces llorar a mi hija una sola vez más arrancaré el tractor más grande que tengo y te lo pasaré por encima.
—Yo amo a su hija, señor Stone. Todo lo que dije en el hospital es cierto. Sé que la jodí en el pasado. Tuve miedo de que con el tiempo ella se diese cuenta de que merecía algo mejor y que quisiera mucho más de la vida de lo que yo jamás podría darle.
>>He trabajado duro estos años. Me he labrado un nombre y una buena reputación, pero nada de eso vale nada sin Amelia. No iré a ningún lado hasta que ella me recuerde. Estaré a su lado hasta que recuerde que me ama. No importa el tiempo que sea necesario.
—Supongo que mereces una segunda oportunidad.
—Gracias señor. No le decepcionaré.
—Eso espero, porque no tendrías que enfrentarte solo a mi.
Nathaniel siguió con la mirada hacia donde el señor Stone señalaba. Los hermanos de Amelia estaban muy pendientes de él.
Estaba seguro de que Evan no dejaría pasar de nuevo la oportunidad de colgarle del primer árbol que encontrase si la cagaba de nuevo.

—¿Estás bien cariño?
Amelia miró a su madre y apoyó la cabeza contra su hombro.
No sabía que responder.
Físicamente lo estaba. Bastante mejor de lo que había esperado.
Mentalmente era algo distinto.

Las palabras que ese chico, Nathaniel, le dijo en el hospital todavía podía oírlas en su mente.
Ella también se había estado preguntando el porque de olvidarlo cuando todo en ella le decía que era alguien muy importante. Y los sueños de los últimos días no hacían más que traerle imágenes de ellos que no podía recordar que sucediesen. Sin embargo debían ser reales.
Como ese primer beso que compartieron.
Y uno de sus sueños se lo mostró.
Lo sintió tan real que cuando despertó todavía podía sentir la calidez de sus labios.

Había sido un día triste. El viaje debería haberles animado, pero en el fondo, ninguno tenía esperanzas de que el tratamiento funcionase.

Se habían reunido todos para despedir a la familia Harris.
Amelia había estado sintiéndose extraña los últimos días.
Las pocas veces en las que había visto a Nathaniel, era como si la vida le hubiese sido arrancada del cuerpo.
Evan hacia todo lo posible por animarle, pero no había nada que calmase el dolor de saber que las horas de vida de su madre se agotaban.
La noche anterior a su marcha, siguiendo una corazonada, había corrido hasta la casa del chico y subido al enorme árbol que había junto a su ventana.
Lanzando piedrecitas a esta, consiguió llamar la atención de este.

—¿Que estás haciendo ahí? Puedes caerte.
—Estoy bien. No es nada que no haya hecho antes. He venido a hablarte.
—Amelia...
—Necesito saber si hice algo que te molestó. Yo, quiero disculparme porque a veces...
—Tu no hiciste nada.
Con cuidado de no caer, y ayudándose con una rama sobre su cabeza, caminó despacio por otra hasta llegar al balcón del chico.
Este, temiendo que cayese, la sujetó por la cintura y la arrastró hacia él, quedando sus cuerpos pegados.
—¿Entonces por qué parece que me rehúyes?
Desde la noche del baile, las pocas veces en que le vio, parecía estar evitándola.
—Amelia, tienes que volver a tu casa. Si ven que te has ido...
—Dime porqué y me iré. Solo quiero saber.
Aunque sus cuerpos no se habían alejado, las manos de él atrajeron el suyo más cerca si eso era posible.
—Porque cada vez que te veo quiero besarte.
—Bésame entonces.
Y lo hizo.
Y luego la alejó, le pidió que le esperase y la llevó a su casa.
No hablaron de ese beso.
No hablaron de nada.
Y a la mañana siguiente vio como él se iba sin decir adiós.

Mirándolo ahora, aun sin recordarle, comprendió que amaba a Nathaniel.
No podía dejarse guiar por su cabeza cuando si algo sabía con seguridad, era que debía seguir siempre lo que dictaba su corazón.

Destinada a ti (Serie Love 19)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora