Codicia

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Dos semanas antes

Sierra lanzó al suelo todo lo que había sobre la mesa.
Dave la había dejado tirada. El hijo de puta había conseguido lo que quería, a ella en su cama, y luego se largó llevándose con él el dinero que habían reunido. La policía seguía vigilándola. Su numerito de la falsa denuncia iba a costarle caro.
Ni siquiera podía probarse un sujetador en su tienda de lencería favorita sin que un agente estuviese controlándola.

Se puso frente al espejo, cogió unas tijeras y con la otra mano aferró su pelo para poder cortarlo.
Por lo menos, había logrado viajar antes de que Dave se largase, por lo que ahora estaba más cerca de su objetivo.
Amelia Stone había sobrevivido al ataque y había vuelto a su casa perdida en medio de ninguna parte. Y Nathaniel había corrido tras ella como un perrito faldero.

Encontrar a alguien en un lugar tan perdido como aquel para que hiciese el trabajo sucio era algo imposible. Todo el mundo se conocía y no podía correr el riesgo de que nadie la delatase.

Por el momento se escondería, pero era cuestión de tiempo que ese par pagase por jugar con ella.

Y había llegado la hora.
Dos semanas más tarde, les vio entrar en una casita junto al lago y no salir durante horas.
Todo lo que tuvo que hacer fue conducir hasta el pueblo, visitar la ferretería y conseguir lo necesario para que ambos ardieran en el infierno.

Roció el exterior con gasolina y encendió una cerilla.
—Buen viaje.

Se alejó de allí sonriendo y escuchó la explosión cuando ya estaba camino al pueblo. Recogería sus cosas y desaparecería.
Quizá podría cambiarse el color del pelo.
Con esa idea en mente, subió el volumen de la radio y bajó las ventanillas del coche.
Que bien sentaba que las cosas saliesen como quería.

Nathaniel se aferró al vientre de Amelia como si fuese un salvavidas.
Si lo que ella pensaba o sabía era cierto, aquella tarde habían creado una vida.
Una vida que estaba dispuesto a proteger y salvaguardar con la suya propia.

—¿Estás segura?
—La vi. Ella será hermosa.
—Lo será si se parece a ti.
—Ella va a volver. No se detendrá hasta que acabe lo que empezó.
—No la dejaré. Tienes que confiar en mi. Nada va a pasaros a ninguna de las dos.
—Lo sé, pero...
Sus palabras fueron interrumpidas por la familia de ella.
Tendrían que seguir hablando de ello más tarde.

*****

Dos meses después

¡Estaban vivos!
Lanzando su cepillo contra el gran espejo que había en su habitación, y rompiéndolo en pedazos, se dejó caer en el suelo.

¿Por qué no podía acabar con esos dos miserables?
Se había mudado a la ciudad más cercana puesto que ni siquiera podía acercarse a un aeropuerto.
Llevaba escondida casi dos meses.
Tuvo que pagar para conseguir documentos falsos que le permitieran vivir una vida relativamente normal, puesto que su fotografía estaba en cada comisaría en un radio de doscientos quilómetros y ya no contaba con las internacionales.
Pero aquella mañana había acudido al médico.
Sus pastillas anticonceptivas se estaban terminando y necesitaba otra receta y allí, en la sala del ginecólogo estaba la parejita feliz, hablando con su doctora acerca de los pasos a seguir con el embarazo.
¡Embarazo! ¡Iban a tener un bebé!
Dejó salir el grito que llevaba horas atascado en su garganta, cogió uno de los trozos de cristal que tenía más cerca e hizo lo que llevaba días calmándola. Se cortó.
Pequeños cortes que le daban una sensación de paz y tranquilidad.
Había descubierto lo eficaz que era hacia tres semanas, cuando descubrió que Dave había ido a la policía de Nueva Orleans y se había entregado confesando todo.
Ahora ella ni siquiera podía volver a llevar el pelo del color que tenía.
No podía ser Sierra nunca más.
Otro corte.
Era tal la sensación tranquilidad que experimentaba, que se quedó allí, tumbada en el suelo frío de la que era su habitación, y dejó que el sueño se apoderase de ella.

Nathaniel y Amelia, por su parte, disfrutaban de su futura paternidad, incluso cuando el padre y los hermanos de ella casi se lanzaron sobre él.
Con el tiempo, se casarían, de eso estaba seguro.

Evan le había estado hablando de hacer otra ceremonia con Hope para que en esta ocasión él pudiese asistir también.
—¿Y tu mujer lo sabe?
—Hope ama las sorpresas, y yo amo sorprenderla. Aun así, de verdad quiero que estés allí. Entendí que te excusaras en mi boda, posiblemente yo habría hecho lo mismo, pero puedo ver que las cosas son distintas y sobretodo, cuanto la amas.
—Lo hago. A ambas.
—Pero estás preocupado.
Evan le conocía demasiado bien.
—No han dado con Sierra. Amelia tiene pesadillas todas las noches. Teme por la vida del bebé y yo temo por ellas.
—¿Son visiones?
—Cuando ella fue a por mi, una de las cosas que dijo fue que vio a Sierra hacerle daño estando ella embarazada.
—Mierda.
—Si. Necesito que la encuentren. No puedo perderlas.
—¿Ha recordado algo más?
Nathaniel asintió.
—Todo.

Destinada a ti (Serie Love 19)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora