La jugada

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-¡Sube al coche idiota!-Sierra le gritó a su amigo mientras él miraba asustado el puñal manchado de sangre y el cuerpo inmóvil de la chica en el suelo.
Soltó el arma y se apresuró a subir al coche.
Ni siquiera había cerrado la puerta y Sierra ya había pisado el acelerador.
Ninguno de ellos pensó en la posibilidad de que pudiese haber alguien al otro lado del teléfono destrozado que se encontraba aun en la mano de Amelia.
La pantalla estaba rota, pero Jackson Stone todavía seguía alerta mientras su mujer se recuperaba.
Gracias a Dios, desde que se conocieron las consecuencias que sufría Aurora debido a su don tardaban mucho menos en desaparecer.
Secó el sudor de su frente mientras trataba de que su hija respondiese. La llamada finalmente se desconectó, y al mirar a su mujer comprendió que ella estaba tratando de hablar con Amelia.

Su teléfono sonó una sola vez antes de pulsar para responder.
-¿Diga?
-¿Es usted Jackson Stone?
-Si.
-Le llamo del New Orlean's Hospital. Su hija acaba de ingresar con una seria herida de arma blanca en el estómago. Acaban de llevarla a quirófano.
-Cogeré el primer vuelo.
Cortó la llamada y marcó el número del aeropuerto. Esperaba que la alerta de tormenta hubiese pasado porque nada le impediría ir a ver a su pequeña.

Debido al mal tiempo, no le quedó más remedio que pedir ayuda. Esperaba que alguno de los dos pudiera ayudarle.

Nathaniel tampoco estaba en su mejor momento.
Había llamado a Archie disculpándose por no poder ir y le explicó rápidamente la situación.
Este prometió llamar a su abogado y ponerle al corriente antes de que fuese a comisaría.

Cuando volvió a su celda, se tumbó sobre la cama y cerró los ojos con una sonrisa.
Ella había gritado que le quería.
Pensando en eso se quedó dormido, pero su sueño no fue como el de la noche anterior. Esta vez fue una pesadilla donde sólo había sangre manchando sus manos, el sonido de una sirena al fondo y el cuerpo inmóvil y pálido de Amelia sobre una mesa de operaciones.

Despertó una vez más empapado en sudor y con el cuerpo tembloroso.
Se acercó a las rejas y gritó que necesitaba hacer otra llamada.
Suplicó incluso, pero se la negaron, al menos hasta que llegase su abogado.

Por favor, que ella esté bien. Solo te pido eso. Necesito que esté a salvo.

Lejos de allí, los padres y hermanos de Amelia preparaban su equipaje para salir lo más pronto posible.
Había sido casi imposible contactar con Malcom Eddison, por lo que no le quedó más remedio que llamar a otro amigo, Trevor O'Connell.
Este le había asegurado que era imposible que viajaran en su avión debido a la tormenta, pero que poseía también una avioneta y que él mismo la pilotearía.

El viaje hasta el aeródromo fue rápido.
La avioneta había sido comprobada y puesta a punto, por lo que se instalaron algo apretados y esperaron a que Trevor contactase con la torre de control.
No podían esperar más tiempo.

Les llevó más de dos horas el viaje.
Hubieron turbulencias y tanto Hope, la mujer de Evan, como Aurora, habían vaciado su estómago en unas desafortunadas bolsas de papel que Trevor les entregó en caso de emergencia.

Tras dar las gracias a Trevor, tomaron un coche de alquiler y no se detuvieron hasta llegar a su destino.
Jackson prácticamente arrasó hasta la unidad de cuidados intensivos en la que una bondadosa enfermera les había indicado que se encontraría Amelia.

Una vez allí, los médicos fueron claros. La operación todavía no había terminado.
Posiblemente necesitaban un par de horas más para asegurar que el arma no había perforado ningún órgano vital.
Todo lo que podían hacer era esperar.

Jackson observó a su hijo mayor llevando el teléfono a su oído y colgando poco después con una maldición.
Así fue unas cuantas veces hasta que alguien le devolvió la llamada.

-Joder, Nathaniel. ¿Donde mierda estás?...Oh, lo siento. Estaba esperando otra llamada...Si, soy yo...¿Me estás jodiendo?...Que demonios...Si...Mierda... Pásame con él...¿Nathaniel? Estamos en el hospital. Alguien hirió a Amelia con un cuchillo bastante grande. La están operando ahora...Te avisaré en cuanto sepamos algo más. Tú solo procura salir de allí. Adiós.
-¿Que ha pasado? ¿Por qué no estaba con ella?-preguntó al ver que no decía nada.
-Está en la comisaría. En una celda. Su novia le denunció por golpearla. Está con su abogado ahora mismo en una sala y le pidió a este que me llamase. Se culpa por lo que pasó.
-¿Como va a ser su culpa? Yo estaba al teléfono con tu hermana cuando algún hijo de puta la apuñaló. Oí gritar a una mujer y luego un coche acelerando y dejándola allí tirada.
-Amelia salía de la comisaría cuando pasó.

Sierra Thompson se quitó despacio la ropa mientras su amigo, cómplice y a partir de ahora, amante la esperaba en la cama.

Miró con una mueca su ojo y después se encogió de hombros. Acabaría desapareciendo. No era nada que sus gafas de sol de diseñador no ocultase.
Le echó un vistazo a su cuerpo esbelto enfundado en un precioso y caro conjunto de ropa interior negra y se acercó a Dave.
Él era tan fácil de manejar y quería tanto complacerla que no le había importado mucho matar a esa perra de Amelia Stone por ella.
Al fin y al cabo, nadie dejaba a Sierra.
-Es hora de tu premio. Gateó sobre la cama poniéndose entre sus piernas y bajó la boca.

A miles de quilómetros de allí, en Italia, Alexandra Martin se acomodaba en su mecedora en el porche trasero de su casa.
Su marido, Max, dormitaba a su lado mientras acariciaba la cabeza de su perro.
El día había sido soleado, pero finalmente las nubes habían cubierto el cielo y la tormenta estaba lista para caer sobre la ciudad.
Llevando la pequeña taza de té a sus labios, bebió un poco antes de que alguien apareciese en las escaleras frente a ella.
La taza cayó al suelo, un jadeo salió de sus labios y lágrimas brotaron de sus ojos.
-Amelia...
Si su abuela podía verla solo podía significar una cosa.
Estaba muerta.

Destinada a ti (Serie Love 19)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora