En un mundo perfecto...

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NT: Esto es solo un desahogo para mi. Tal vez sera borrado en unas horas.



Te conocí a los doce años. Eras tan extraño y al inicio no me caías bien porque me habías dicho que era un niño extraño. Te burlaste de mí por ser más pequeño que los demás niños y por ser de la casa donde había gritos. Que tú, que te habías mudado hacia solo una semana atrás, supieras algo así, me lleno de vergüenza.

Creo que fueron bastantes semanas en las que nos mantuvimos peleando por cosas realmente tontas, empeorando porque fuimos a los mismos cursos desde ese entonces, como si el destino quisiera volvernos de esos personajes que siempre se van a encontrar a donde sea que vayan por razones curiosas o justificadas.

Creo que nuestra primera conversación sin jalarnos el pelo fue cuando nos preguntaron en las clases de guitarra acerca de una colaboración con canciones de Coldplay. Fue inesperadamente acido, en ese momento, que cuando el maestro dijera "A Sky full of Star" (porque mencionaba las canciones y debías levantar la mano si querías elegirla) levantaras la mano al mismo tiempo que yo gritando << ¡Yo la quiero!>>

Formamos equipo inmediatamente, a pesar de las miradas matadoras que nos enviamos.

—Pues ya que, enano— refunfuñaste mientras te sentabas a mi lado con tu guitarra viejita, esa que te había regalado tu abuelo. —. Amo esta canción, no la arruines.

Así pasamos nuestra primera semana como "amigos". Resultaste ser diferente: muy buenos chistes blancos que podía entender; eras poco paciente cuando los demás no eran serios en las clases y les gritabas, pero jamás lo hiciste conmigo; tu voz me hacía equivocarme porque me gustaba escuchar la canción a tu estilo; se te solían enredar los dedos en el coro pero te tragabas tu orgullo para que te ayudara; no podías ensayar si no tenías algo dulce en los labios y esa manía me la pegaste, porque a ambos nos fascinaba la fresa y ese fue otro punto para empezar a llevarnos bien.

Fue un impacto para los demás cuando dejamos de gruñirnos y empezamos a juntarnos cada sábado en la tarde para tocar la guitarra en el patio, en el cuarto o simplemente fingir que éramos ídolos que habían perdido fama y pedían un bolillo duro.

Hubo otro punto clave para que nos uniéramos tanto aunque ninguno hablara del otro, porque creíamos que éramos como un secreto que no debíamos compartir.

Ambos teníamos una familia que gritaba, golpeaba y hería sin tregua al cuerpo o al corazón. Empezamos a ser el refugio del otro y nos curábamos los golpes a la humanidad con acordes improvisados, paletas en forma de corazón de fresa y de índice a índice.

Decías que mi padre merecía que le regresaran cada golpe en mi cada que me veías cubrir un moretón, que mi madre debía quedarse calva por llenarme la cabeza de complejos y el corazón de odio por nacer.

Claro que hacia mi parte e intentaba alegrarte llenándote de tic tac de fresa y naranja cada que tu padre te rompía el labio o te moreteaba el pómulo por levantarle la voz. Tú eras el que gritaba de los dos y eso a veces te causaba pelas conmigo.

Yo te encontré besando a otro de nuestros amigos después de una fiesta, porque los dos hacíamos cosas tempranas para nuestra edad y nos cubríamos. Te llenaste de miedo e intentaste crear una y mil excusas hasta que te confesé que a mí también me gustaban los hombres.

Te burlaste porque ambos éramos dos idiotas que hasta en eso eran iguales.

Ahora éramos tú y yo cubriéndonos las espaldas de espadas de incomprensión y homofobia.

No querías esconderte pero yo tenía mucho miedo de que nos hirieran, así que te pedí esperarme, y me esperaste.

Me juntaba con otro amigo que también era de nuestra infancia y con el tema de mi miedo, te alejaste de mí. Porque no querías estar encerrado y con miedo, a pesar de que lo tenías.

No le conté a él ninguna de las cosas que hablamos, te lo juro.

Pasaron los años y ambos seguíamos igual.

Tuve un derrumbe por culpa de él y termine lleno de miedo, refugiándome en otros brazos porque estabas demasiado lejos de mí. No paso ni un día en el que no estuvieras en mi mente.

Y no le había hablado a nadie de ti.

Empecé una relación y la termine, contigo siendo testigo de muy pocos relatos de la misma, porque ambos habíamos caído en una oscuridad cada vez más profunda y espesa.

Cuando volví a derrumbarme, también tuve otras manos de las que agarrarme cuando quise rendirme. Veniste a mí, curando el pómulo morado, el labio roto y el océano de mis ojos pero yo no tuve algo para curarte más que otro corazón roto.

Me hundí tanto que me cegué de tu dolor, porque olvide que eras un actor demasiado bueno.

Ocultaste tus heridas y estoy seguro de que nadie más las sabía porque no confiabas en nadie. Dejaste de cargar tu guitarra y de gritar.

Lo siento.

Siento no haberme dado cuenta de que parecías hundirte más que yo.

Yo no salte del puente ni deje que mis muñecas siguieran sangrando. Pero tú sí.

Lo siento, perdóname por dejarte solo. Perdóname por no haber preguntado diariamente si estabas bien, si tenías dolor o si estabas triste.

Yo también tenía, tengo y tendré mucho dolor y ahora mismo tengo la mente tan nublada que no podre pensar.

Pude haber ayudado y me siento tan insignificante por haber sido tan poco.

Perdóname por no poder haber hecho nada.

No puedo dejar de disculparme aunque sé que si algo te enojaba más que las faltas de ortografía, era que me disculpara contigo. Tú creías que las disculpas no serían necesarias si no tuviera la necesidad de herirte.

También creías que la música era lo único a lo que podías considerar magia. Y tú odiabas lo romántico y dulce en la vida. Decías que la música era suficiente para llevar en la maleta y en el corazón.

Decías que debía avanzar por el mundo pero jamás dejar atrás la guitarra. Creo que te dije que en otra vida fuiste un poeta.

Jamás me enamore de ti como para besarte en los labios pero si como para dedicarme a hacerte feliz. La única persona que pertenecía a mi costado derecho por sobre las demás.

Por favor perdóname. Ni siquiera tengo algo para despedirme de ti que esto, porque sé que a ti te gustaba leer lo que escribía.

Ojala pudiera golpearte por dejarme y luego abrazarte y no soltarte jamás. No sé cómo sentirme exactamente. Me siento traicionado porque me regañaste por intentar irme cuando tú lo hiciste ahora, me siento destruido porque no voy a poder volver a hablar contigo de nuevo, aun si fuera para gritarte.

No puedo con la idea.

Lo siento mucho. Por ser tan poco para mantenerte conmigo.

Cuando mi cabeza pueda aclararse, espero saber qué hacer.

En un mundo perfecto, hubiera podido salvarte. En un mundo perfecto, seguirías a mi lado. Y en un mundo perfecto, tú y yo podríamos contra el mundo.

Para ti, que siempre me vas a faltar...

Un cielo lleno de estrellas para ti. Te amo. 

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⏰ Last updated: Aug 07, 2018 ⏰

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