CAPÍTULO IV

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Los personajes de Masashi Kishimoto no me pertenecen. Más la historia a continuación es de mi autoría.

AVISO IMPORTANTE
Publico sensible leer bajo su responsabilidad, la historia contendrá escena fuertes, con contenido sexual, violaciones, violencia física, maltrato psicológico, muerte de personajes, insultos a la religión, discriminación racial y lenguaje soez.

Los personajes tendrán personalidades algo distintas a las del anime.

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Había llegado ya hace una hora al convento de la madre superiora Tsunade Senju, se la dirigió a una capilla donde se la dejó para orar hasta que la madre superiora pueda recibirla. Vio como la joven que la trajo se fue por un pasillo dejándola a ella atrás, se puso de rodillas mientras empezaba con sus oraciones, pero a su mente azotaron las palabras de ese ser, esa voz profunda, diciendo que vendría por ella.

Recordó esos ojos negros tan fríos como el hielo, que lograban congelar su ser mismo, de pronto las lágrimas corrían por sus mejillas y sentía en su garganta el sabor metálico recorrer. Limpio sus mejillas con su pañuelo pero este estaba lleno de sangre, haciendo que lo arrojase lejos. -Nooo!!! Nooooo!-. Gritaba una y otra vez mientras cayó hacia atrás y vio sus manos llenas de sangre y mugre.

Por los gritos, acudieron dos novicias que se encontraban en el lugar, al ver a la joven en el piso llorando mientras todos su cuerpo temblaba corrieron a socorrerla.

-Nooo... Noooo... Alejense de mi-. Trataba de zafarse del agarre de las novicias. -Dejadme... Ayudaa... Ustedes sólo me quieren llevar al infierno con ustedes....- decía mientras lloraba y poco a poco sintió como las fuerzas se iban de su cuerpo y su vista se nublaba pero junto al altar divisó una sombra negra, con ojos rojos como la misma sangre, que dijo algo que no pudo escuchar ni entender antes de caer inconsciente.

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Un castaño apuntaba con una arma a un joven rubio, mientras este sólo lo miraba seriamente y con los brazos cruzados, sin siquiera inmutarse por la situación.

-Debe entender señor Hyüga, era necesario que la joven Hinata sea internada en un lugar regido por Dios, así que le ruego que baje el arma y se tranquilice.-

-Que sabe usted de la situación, quien se cree para disponer de ella, yo soy el responsable de mi hermana y aún no termina ni el luto por la muerte de Padre y usted ya envía a mi hermana a un convento-. Bajo el arma para tomar asiento. -Deme una buena razón para no volarle la cabeza-.

Sonrió dejando que una sonrisa zorruna se formase. -Aun así usted lo quisiera no creo que pudiese volarme la cabeza, señor Hyüga, pero aún así este no es el punto-. Miro como el joven frente a él contraía el entrecejo, mientras apretaba el arma en su mano. -Usted sabe que las cosas que han pasado con su hermana, no son cosas comunes, cree que es común encontrar el dormitorio de una señorita cubierto de viseras y sangre mientras ella tiembla en una cama, la visita constante de cuervos a su ventana o el ataque de monstruos infernales que tratan de matarla-.

Neeji Hyüga tomo un semblante serio y muy sombrio. -Y acaso, usted cree las alucinaciones de una chiquilla triste tras la muerte de su amado padre-. Guardó el arma en el cajón del escritorio y prosiguió con su diálogo. -No cree que lo que necesita es un especialista y no un montón de religiosas que no ayudarán con su problema-.

-Es una pena que usted crea eso sobre su hermana, he tratado muchos casos así y la marca que tiene Hinata es la marca de la bestia, además como puede ser escéptico cuando usted tiene como amante un súcubo-. Vio la cara de sorpresa del joven mientras el caminaba lentamente hacia la salida del despacho. -Si quiere que su hermana siga viva, debe dejarla en el convento y le recomendaría dejar a la súcubo, son muy hermosas y complacientes, pero son demonios a la final-.

El joven sólo agacho la mira, mientras en su mente resonaba las palabras que dijo el padre, su hermana tenía la marca de la bestia, prometió cuidar a la persona que más amaba en el mundo, más ahora ya no podía, debía dejar a su hermana e el convento como dijo el padre, pero aún así quería seguirla protegiendo y sabía que ahí no podría hacer nada. Todo era culpa de su padre todo era culpa del bastardo de Hiashi, por su culpa ahora su inocente hermana tenía que pagar el precio y la deuda de Hiashi, así como lo había hecho Hanabi, su pobre media hermana.

-Baya!! Baya!!... Ese padre si que es algo especial, no lo crees Neeji-. Dijo una exuberante mujer con un pequeño vestido rojo y alas de murciélago. -Que pasará con nuestra pequeña Hinata, nunca creí que ya tenía la marca de la bestia-.

-N...no lose Habi, no los...e-. dijo mientras las lágrimas caían de sus ojos perla.

La joven súcubo se acercó para abrazarlo por la espalda. -Tranquilo querido, no dejaremos que dañen a nuestra pequeña Hinata-. Sus manos rodearon su cuello para ella besar suavemente su cabeza.

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Despertó en una habitación, con paredes blancas, una pequeña mesita con una vela se encontraba junto a la cama y sobre esta se encontraba un crucifijo, una pequeña ventanilla en un rincón de la habitación y un pequeño armario.

Estaba desorientada, no sabía en donde se encontraba, de pronto la parte posterior de su cuello empezó a arder, sentía que se quemaba por dentro, grito de dolor mientras se sujetaba la parte posterior del cuello, callendo de rodillas sobre el suelo, sentía que todo en ella quemaba, sentía el sabor de hierro en su boca mientras en su cuello algo palpitaba, dolía, quemaba. Que le pasaba, no lo sabía, sólo sentía que algo la quemaba, que algo la consumía por dentro.

Siento otro dolor agudo y punzante en su muñeca, miro la marca que allí tenía, vio como está marca se convertían en dos serpiente las cuales empezaron a subir a través de su piel hasta su cuello, sentía el como la recorrían, podía sentir como en su cuello algo se marcó allí.

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-Hinata, despierta querida-. Una joven mujer movía a la joven sobre la cama. -Hinata, sólo es una pesadilla, despierta-. Volvía a mover a la joven.

La joven despertó muy sobresaltada y alterada, todo fue un sueño, todo era un sueño, llevo su mano directo a su cuello pero no sintió nada allí.

-Estas bien querida-. La joven la miro desorientada.

-Qu...quien es usted-. Vio como la rubia frente a ella le sonreía.

-Como ya te habrás fijado en mi hábito, soy parte de este convento, de hecho soy la madre superiora Tsunade Senju-. Sonrió maternalmente a la joven que estaba frente a ella. -Naruto me ha puesto al tanto de tu situación querida, tranquila aquí estarás a salvo-.

-Usted, e..es muy joven-. Dijo algo dudosa, mirando a la hermosa mujer frente a ella, que llevaba un hábito blanco y el velo que cubría su cabello dejaba ver unos mechones de cabello de un hermoso color rubio y unos ojos color avellana, realmente hermosos.

-tengo más edad de la que aparento querida-. Dijo mientras sonreía por lo oído. -Permiteme tu muñeca querida, quiero ver la marca de la bestia, que comento Naruto- tomo la muñeca de la joven para alzar su manga. Tanta fue la sorpresa de las dos al no ver ninguna marca sobre la tersa piel.

-Por Dios Santo ha desaparecido- dijo la joven mirando su muñeca.

Tsunade sólo la miro sin decir nada, para después levantarse del lugar en donde estaba sentada, dejando a la muchacha en incertidumbre. -No puedes salir de esta habitación Hinata, tengo que hablar con Naruto, hablaremos mañana, pronto vendrá alguien con la cena. Trata de descansar-. Salió sin decir más.

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Adivinen quien volvió. 😅😅😅. Perdón por no actualizar, pero la verdad he estado sin imaginación y nada de inspiración. Espero esté capítulo les guste, y trataré de actualizar más seguido, lo prometo.

El Suplicio De Una InocenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora