Capítulo 11

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A decir verdad no me puedo enfadar mucho con Carlos, ya que él fue "un buen padre" todo el tiempo que estuvo con nosotras. Pero lo que mejor se le dio fue ser "un buen hombre" con mi madre. Y eso lo aprecio mucho.
Cuando mi madre volvió a la casa, el ya no estaba. Ya no había ni rastro de el. Yo estaba escribiendo en mi habitación.
Escribir siempre me hacía sentir mejor, algunos tenían su música, otros pegar cualquier pared, algunos gritar hasta quedarse mudos, y yo tenía a mi lápiz y a mi cuaderno.
Ella llegó, y simplemente me preguntó que quería de merendar.
Por primera vez en la vida yo no quería ni pensar en comida.

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-Mi niña, mi bebé - sollozaba mi madre.
-Ay, ya mamá, no es para tanto- le dije riendo.
Miré a mi alrededor, nunca había estado en un aeropuerto, aparte de esa vez en la que vinieron mis tías para pasar el verano en nuestra casa, (el verano más largo de mi vida, si saben a lo que me refiero) fue un total infierno. En lo único que pensaban era en ¡¡¡ir de compras!!!.
Era exasperante.
Al mirar a mi las paredes blancas del gran edificio, me daba nostalgia, sabía que iba a extrañar a mi madre, claro también a mi padrastro, pero especialmente a mi madre.
Pero necesitaba hacerlo, por ella, y por mí. Yo lo necesitaba. Además era mi derecho.
Mi madre sostenía en sus manos la carta en su sobre blanco, con una pequeña mancha marrón que mi taza llena hasta los bordes de café con leche había dejado.
No es que yo fuera una desordenada (aunque si lo soy) que dejo mis cartas del colegio donde sea muy fácil manchar con café con leche, sino que MI madre sí lo es.
En fin, era hora de subir al avión.
Adiós, España. Hasta pronto.

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