Nunca jamás.

1K 54 8
                                    

El teléfono empezó a sonar cuando Raoul puso un pie fuera de la ducha, interrumpiendo la lista de reproducción de Spotify que había estado escuchando durante toda la tarde. Suspiró rezando porque aquella llamada fuese importante, puesto que había cortado su parte favorita de "manos vacías".

La melodia le dejó claro quien era el culpable y sonrió, sabiendo que, aunque la llamada fuese una tontería, no podría enfadarse.

"Déjame ser tu refugio, déjame que yo te ayudo.
Aguantémonos la vida, te recuerdo si lo olvidas.
Que hemos crecido peleando y sin quererlo nos gustamos.
Cuántas cosas han pasado y ya no hay miedo de decir: te amo."

Canturreó la melodía y descolgó en cuanto logró secarse las manos lo suficiente, poniendo el altavoz, para no mojar el aparato con las gotas que escurrían de su pelo recién lavado.

- ¿Amor?

- ¡Pollito! Pensaba que no lo ibas a coger. - rió el canario - Seguro que estabas cantando nuestra canción y casi se te olvida cogerlo...

- Ya me conoces - sonrió el catalán, sonrojandose, cosa que pasó inadvertida para el otro muchacho puesto que no le tenia delante - Estaba en la ducha, Ago. ¿Querías algo?

- Quería verte. - ambos suspiraron - Pero como eso no puede ser, pues quería escucharte. Te echo de menos.

Raoul sonrió al otro lado de la línea, observando en el espejo la sonrisa que se le había formado con las palabras del mayor. Negó con la cabeza mientras alcanzaba el cepillo, intentando no sentirse demasiado feliz porque el canario le extrañara, porque eso le hacia sentir egoísta.

- Yo también te echo mucho de menos, Ago.

- Yo no dije mucho en ningún momento, ¿eh? - bromeó el mayor, que se hubiera ganado un golpe del rubio si este hubiera estado a su lado.

Ambos se echaron a reír y Raoul desistió en el intento de peinarse en condiciones, yendo a su habitación a ponerse la ropa que había preparado antes de su larga ducha.

- Que poco amable eres, cariño. - protestó el rubio, intentando sonar enfadado pero con una carcajada a punto de escapar de su garganta.

- En lo nuestro el romántico eres tu, pequeño. - se excusó Agoney y pasó a cambiar de tema - ¿A qué hora has quedado con Mimi?

- En media hora, pero sigue sin decirme a donde vamos a ir. - se encogió de hombros Raoul y el otro chico rió al otro lado de la línea - ¿Por qué lo preguntas?

El pequeño se había dejado caer en la cama en ropa interior, intentando no morir de calor incluso con el ventilador puesto. Decidió que se vestiría con el tiempo justo, puesto que sino se pondría a sudar en cuanto se pusiera la camiseta.

- Por saber durante cuanto tiempo tengo que hacerte compañía.

- ¿Tienes o quieres? - preguntó el pequeño, divertido, sabiendo que tanto él como Agoney adoraban hablar durante horas seguidas y no lo sentían para nada como una obligación.

- No preguntes lo que ya sabes, chiquitín. - contestó Agoney, riendo. Para él hablar con Raoul siempre había sido su momento favorito del día, incluso cuando discutían en la academia y se picaban el uno al otro.

Raoul se sentía muy bien hablando con Agoney, él siempre había sido la única persona capaz de hacerle sentir en paz, hasta en los meses que pasaron separados. Durante ese tiempo, la simple presencia de Agoney le hacía sentir en calma, a pesar de que no se dirigieran la palabra.

Hacía ya un tiempo de aquello y ellos no podían estar más felices. Haber estado separados les había dado la oportunidad de darse cuenta de que nunca se sentían completos sin el otro, pero también de que debían ir más despacio, aunque se les hiciera complicado. Temían cometer errores si se precipitaban y acabar en una pelea totalmente irreversible.

One-shots | Ragoney |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora