Cuando llegamos a mi casa, eran cerca de las seis de la tarde.
Mi hermana llegó corriendo cuando oyó la puerta abrirse, abrazándome apenas me vio. Luego se percató de Olive.
La miró a ella, y luego a mí varias veces hasta que habló.
—¿Es tu amiga?
Yo asentí, presentándolas.
Beth le estrechó la mano, como si fuera un asunto formal. Olive la aceptó con una sonrisa nerviosa.
—No temas, casi no tiene dientes, no podrá morderte —le susurré a Olive al oído.
Ella rió y entró a la casa.
—¿No están tus padres? —inquirió, mirando las escaleras.
Negué, argumentando que trabajan hasta tarde.
—¿Y qué se supone que haremos ahora? —volvió a preguntar.
Me encogí de hombros, sin tener una respuesta exacta. Tal vez jugar al ajedrez, o a las damas. La verdad no lo pensé muy bien antes de invitarla.
Nos sentamos en el sofá frente al televisor, optando por ver alguna película que se cruce en nuestro camino.
Le tomé la mano, y ella dejó que lo haga.
Hasta que mi hermana apareció frente a nosotros. Rápidamente separó nuestras manos, y se movió unos centímetros lejos de mí.
Beth se fue tan velozmente como llegó, dejándome en la incertidumbre del por qué Olive no se dirige a mí en público.
Si es que mi hermana cuenta como público.
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Cien lugares donde hallarte
Short StorySi la hubieras visto, te hubieras vuelto loco como yo. Si hubieras besado esos labios, no querrías besar otros. Si hubieras acariciado esa piel, no necesitarías acariciar otra en toda tu vida. Tan solo la suya. Tan solo ella. #InvisibleStarsAwards20...