Capítulo II - El juicio

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Dos días después.

James estaba caminando por una plaza tranquilamente portando su uniforme de los Salvadores, el sonido de las personas riendo y jugando lo tranquilizaba, el ruido de las bicicletas, de los niños, de la brisa que movía los árboles verdes con suavidad todo era relajante.

Esas caminatas diarias le ayudaban a olvidar todo lo que había pasado hace cinco años, como a sangre fría asesinó a Antiall, las pesadillas sobre ese fatídico día se había atenuado levemente gracias a sus compañeros y a la ayuda de esas largas caminatas por el parque que daba constantemente en sus tiempos libres, cuando no entrenaba salía a caminar, con la intensión de calmar su mente de los demonios que el pensaba ahí habitaban.

Una duda que lo recorría por las noches y se apoderaba de el como si de un simbionte se tratara eran las últimas palabras de la líder de los Predators.

James se negaba a creer que su padre era un villano, toda su vida su madre lo pinto como un excelente hombre y padre, tal vez la clave de todo era leer el tan nombrado proyecto quimera que dijo la pelirroja antes de morir, no tenía conocimiento sobre el proyecto que nombraba Antiall pero en los 5 años que paso con los Salvadores recibió mucha ayuda.

CAB que ahora tenía un acceso ilimitado a casi cualquier red disponible en el mundo se dispuso a entrar en los archivos mundiales con sumo cuidado para no levantar sospechas, la sorpresa mayor fue enterarse que el proyecto quimera fue aprobado hacia mucho tiempo antes de que James naciera y solo eso pudieron ver ya que todo lo demás estaba encriptado con una configuración de alto nivel que solo podía ser abierta por alguno de los miembros del proyecto.

Para su mala suerte la mayor parte de sus miembros estaban ya muertos en extraña circunstancias y otros se habían vuelto locos, solo dos de ellos estaban vivos y cuerdos pero no se sabía de sus localizaciones.

Esa era una de las tareas del joven héroe, dar con el paradero de esos hombres y de una vez por todas resolver ese misterio que lo molestaba constantemente, necesitaba saber la verdad sobre su padre para de una vez vislumbrar si era cierto o no lo que dijo Antiall sobre el.

Mientras tanto tenía otra misión importante entre manos, no sólo lo aquejaba la búsqueda del proyecto quimera, si no tambien una promesa que hizo mucho tiempo atrás a un viejo amigo. El Salvador le había prometido a su amigo Max que encontraría a su hijo y lo ayudaría en lo que fuera necesario, de ser posible Lo criaria como el hijo que no había tenido.

James no solo camiba por el parque para olvidar lo que habia hecho, tambien habia otra razón y por esa razón era que estaba ahí en ese momento.

Justo al frente de la banqueta donde estaba sentado el Salvador había una casa pequeña de color verde claro con una fachada blanca y un hermoso jardín lleno de flores.

En el jardín había una mujer delgada de rasgos finos y cabello castaño hasta los hombros, la mujer se levantó del suelo limpiando la tierra que había quedado en su delantal de jardinería.

James se levantó de la banqueta y se dirigió con destino a la casa donde la mujer ya había ingresado, sintiéndose un poco nervioso tocó el timbre y espero por unos minutos.

-Si digame, ¿En que puedo ayudarlo?- Preguntó la mujer mirando a James y reconociendolo casi al instante.

-Me llamo James Hardy y...- Comenzó a decir pero la mujer lo detuvo.

-Se quien eres- Interrumpió ella -Te he visto en la televisión, conozco a los Salvadores- Finalizó limpiando un poco el sudor de su frente y cruzándose de brazos -Pero mi pregunta fue ¿En que puedo ayudarte?- Agregó con tono un poco molesto.

Los salvadores: Proyecto GenesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora