Sorpresivamente había despertado completamente sudado, pero no fue por aquel malestar si no por el despertador, con mal humor lo tiré al suelo haciéndolo pedazos, había olvidado por completo que iría una última vez al instituto y presentaría una carta donde explicaba mi situación de deserción. A duras penas me levanté para ir al baño, me quité la única prenda con la que había dormido y entré a la ducha dejando caer la tibia agua por mi cuerpo, ¿Estoy acaso loco?
No me apetecía mirar la cara de Frank y menos cuando probablemente les contó a todos que me dio una buena paliza para que aprendiera quien manda, todas sus mentiras son un asco, no quisiera tener que pasar por eso de nuevo, pero ahora vivo en casa de Danny de manera indefinida y siempre está vigilándome.
Después de salir del baño y vestirme me quedé sentado en la cama, no quería desayunar, pensar en comida me da náuseas así que solo daría una excusa sobre tener dolor de estómago. Me miré al espejo que colgaba en la pared, justo en frente de mí, mis ojos estaban cansados y algo rojos, aún no he llorado lo suficiente, han pasado años y no es suficiente, que raro. No sabía la hora, pero imaginaba que era momento de irse por todos los ruidos allá afuera.
Abría la puerta y caminé hacia la salida con la mochila en mis manos, la señora Lizzy me dio una lonchera, creo que después de todo voy a tener que comer algo cuando sea el tiempo.
–Buenos días –me saludó amablemente–. ¿Dormiste bien? Danny me comentó que estabas exhausto –puso una mano en mi frente, sé que tengo cara de enfermo, pero de verdad no me siento de esa manera.
Danny jamás puede cerrar la boca, detesto eso de él, toda su alegría, carisma y demás me hacen pensar que finge, que solo necesita ocultar algo, pero no todos son como yo así que ya debería saber que es su personalidad. Me despedí de la señora Lizzy y salí de casa, Danny y su padre me estaba esperando dentro del auto, subí a el saludando brevemente, no tener ganas de nada es mi rutina.
Al llegar al instituto bajé primero y a toda prisa, todos los demás soltaban risas y se burlaban, normal. Creí que llegaría con algo nuevo al salón, pero no fue así, estaba bien, todo salió bien, me senté en mi lugar asignado por naturaleza permaneciendo en silencio total, no era el único estando allí, pero seguía siendo temprano y los demás acostumbran a llegar cuando la campana sonaba.
Cuando fue la hora estaba repleto de pensamientos negativos, la clase había empezado y yo sentía terror, un papel me dio en la cabeza cayendo sobre mi mesa, un chico lo había tirado y simplemente susurró que lo abriera, nadie jamás había hecho eso, nunca, já, estoy en problemas.
Lo desarrugué y mi mente quedó en blanco, no era nada más y nada menos que un citatorio fuera de la escuela con Frank, el gran atleta más guapo y popular del instituto, era momento de morir, pero no de entrar en pánico. Dejé el papel por ahí y me concentré en la explicación del profesor, por primera vez aprendí algo en clase de historia, sin embargo, no me sentía incómodo. Las personas no me dijeron o hicieron nada en lo que quedaba del día, me sentí como alguien normal, un chico más de entre tantos.
No durará mucho, eso lo tengo claro, pero preferí aprovechar el receso para presentar mi carta y hablar seriamente con el director en vez de mortificarme, el tiempo seguía pasando muy lentamente, en estos casos siempre me pasa igual, nada está a mí favor.
Cuando el reloj marcó la hora mi respiración se pausó. Entre la gran multitud para salir del instituto pude escuchar a un amigo de Frank mencionar lo que estaba por ocurrir. Caminé a una esquina y con impaciencia esperé, se estaban acercando varios estudiantes curiosos, seguramente sacarán sus celulares para grabar si sucede algo de su interés.
Ahora es cuando me pregunto qué fue lo que pasó para que me hiciera venir hasta aquí, lo único que he estado haciendo es salir y llegar a casa de Danny, quizás ese sea un problema para él o aquella chica le inventó algo, es que si no es nada de eso simplemente quiere montar un espectáculo. Entre más pasaban los minutos más gente llegaba, mi piel se erizó cuando su reconocida risa se estaba acercando.
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Prometo ser feliz.
Teen FictionAbsolutamente todas mis mañanas son iguales, es una rutina tóxica, y es que no me preocupa caminar alrededor de casa incluso con la cercanía de mi madre, sino de las atrocidades que siempre me esperan allí, en ese mundo tan apagado. A veces la pregu...