Capítulo 3. Crudas Palabras

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Capítulo 3

Crudas Palabras

Theresa

Inverne todo el domingo aunque es algo estúpido porque estamos en otoño pero a fin de cuentas hace un frió que te pela la piel. Lía me regalaba miraditas de soslayo y cada cinco minutos me preguntaba que si no pensaba comer, la situación ante los ojos de ella era grave notaba la preocupación que tenía porque la tenía dibujada en toda la cara y no quería agobiarla con mis cosas, no quería que me viera hecha un asco como estoy ahora, le dije que todo era culpa del resacon del viernes que lo de Marcus ni al caso pero ella no se lo creía, ni yo tampoco.

—Saldré con Robín —dijo probando suerte, ella sabía que me encantaba salir a comer con ellos, Lía y su novio ex súper estrella eran todo un espectáculo y me gustaba reírme de lo idiotas que podían comportarse en público—Vamos Theresa tienes que salir de la cama, tú lo dijiste no es para tanto... —le regale mi mejor mirada de odio y esta levanto los brazos en señal de paz, se envolvió la bufanda en su cuello y se quedó allí de pie como una mema.

Lía no lo entendía muy bien, ella sabe con quién debe estar, Robín y ella estaban destinados y se con certeza que su primera vez fue con él, no un cualquiera cretino, mujeriego, escoria que encima de todo me desprecia por el simple hecho de no ser una súper modelo y se pavonea por el campus pensando que es lo último de los muñequitos, porque oye ¡Soy Marcus Lowell bola de mierdas!, admírenme y dejen besos sobre mis pies, me subió un escalofrió por el dedo gordo hasta la cabeza que me hizo temblar, a esa COSA ASQUEROSA le había entregado en bandeja de plata mi virginidad.

—Vete ya Lía, no hagas esperar más a Robín —Dejo un beso sobre mi frente y salió algo indecisa, se sentía bien cuando alguien se preocupaba tanto por ti pero en este momento lo que necesitaba era estar sola.

Pero mi estómago no estaba feliz con esa idea y me sentí bastante agradecida porque allá hecho su ruido particular después que Lía saliera de la habitación, conociéndola como lo hago me hubiese terminado convenciendo de ir con ella y Hills, odiaba admitir cuando ella tenía razón pero la chica era un cerebro cuando de conocerme se trataba. Me senté sobre la cama y analicé por un momento donde podía comer sin toparme con gente indeseable y mi única opción viable era Mousse una pequeña cafetería a las afueras del campus, bastante solitaria y acogedora.

Me costó la vida pararme de la cama, mucho más ponerme aquella sudadera y envolver mi cabello en un moño que por cierto quedo bastante desigual y con flecos por doquier pero que más daba, la imagen que me regalaba el espejo era deprimente, nunca en mi vida pensé verme tan patética, porque a pesar de las burlas que he sufrido toda mi vida por mi peso eso nunca me lastimo, ninguna palabra hiriente ha sacado la parte más mierda de mí, solo Marcus Lowell había logrado lo impensable.

Nada más al abrir la puerta me encontré con otra basurita del campus Jeff Fullen, capitán del equipo de básquet y otro que cree que tiene el toro agarrado por los cuernos, detrás de él su grupito de lame culos y claro no podía faltar Sahira Begiman colgada de su brazo, no recuerdo cual fue su chico el mes anterior quizás el que está detrás de Jeff o él otro, en fin que la tipa se cree la gran cosa por abrir sus piernas a diestra y siniestra, me da repelús.

—Vaya, vaya pero si es la otra marmota andante—Cerré la puerta de la habitación con estrépito y me gire para enfrentar la mirada de Jefferson, he hecho muchas cosas en mi vida una de ellas cobrar con extraños servicios a aquellos que se negaban a pagar la tutoría de alguna materia en específico, no me mal entiendan es decir soy de carne y hueso, siento y padezco y aunque nunca en mi vida había tenido sexo antes de la noche del viernes sí que me di gusto de muchas maneras distintas.

—Creo que sería muy, pero muy divertido que dijeras a tus amigos como es que sacaste sobresaliente en historia—Su rostro palideció y la sonrisa petulante que tenía paso a segundo plano—Cuida lo que sale de tu boca Jeff, porque la mía es bastante venenosa cuando se lo propone.

Le di unas palmaditas en el rostro y emprendí mi camino por aquel largo pasillo, que hoy se me hacía más tedioso de la cuenta y cabe destacar que circuló todos los días por él. Cubrí mi cabeza con el gorro de la sudadera y metí las manos en los bolsillos de la misma, titirite un poco cuando el aire frió de la noche me azoto el cuerpo y el camino hacia la puerta principal estaba de miedo, aún no habían arreglado algunas bombillas así que el paseo sería bastante oscuro.

— ¡Theresa! —Escuche decir a voz de grito y algo atropellada, me detuve en seco porque sabía quién me había llamado pero pensándolo mejor seguí caminando ahora un poco más rápido.

Lo escuche correr detrás de mí y me asuste así que también comencé hacerlo, pero demonios nunca podría ganarle a un jugador de fútbol y como lo esperaba me alcanzo de dos zancadas. Me tomo con fuerza por el brazo y me giro con brusquedad hacia él, sus ojos estaban inyectados en sangre y su aliento alcoholizado me provoco arcadas, su mirada asqueada me decía que lo que estaba mirando le causaba repulsión, ósea YO y me solté de su agarre con tanta fuerza que me dolió la muñeca, cruce los brazos sobre mi pecho para protegerme, pero sabía con certeza que la cobardía de Marcus no llegaría a tanto.

—Pensaste que solo pasaría y todo estaría de las mil putas maravillas —escupió con rabia.

—No sé de qué mierda hablas Lowell —dije haciéndome la estúpida—Además estas borracho y ni siquiera estás pensando con claridad—me gire para seguir mi camino pero este volvió a sujetarme con fuerza.

—No te hagas la lista conmigo Theresa —Su aliento volvió a provocarme arcadas—No soy ningún imbécil sé lo que paso, lo que no entiendo es cómo mierda paso ¿Qué me hiciste?, ¿me drogaste?, algún somnífero porque en mi PUTA VIDA ME ACOSTARÍA CON ALGUIEN TAN ASQUEROSA COMO... —le pegue un puñetazo en la cara tan fuerte que me dolieron los nudillos, tendría un buen moretón mañana.

Marcus se agarró la nariz que comenzaba a sangrar y yo comencé a temblar. Sus palabras resonaban aun en mi cabeza, duras y lacerantes como se atrevía siquiera a pensar que yo pudiese hacer algo para ligármelo, era la última persona que deseaba ver en mi vida, la noche del viernes fue lo peor que pudo haberme pasado nunca, y si pudiera regresar el tiempo no lo dudaría, no pestañaría para hacerlo desaparecer de mi existencia.

—Yo estoy más asqueada que tú—dije tomando el último gramo de paciencia que tenía para no comenzar a gritar —Solo una descerebrada estaría orgullosa de acostarse con semejante basura, oh muy puta y necesitada cosas que no soy—tome una respiración profunda mientras Marcus se erguía sin soltarse la nariz—No me interesas, eres un maldito ERROR mierda Lowell que pagare con creces, así que sigue con tu fabulosa vida que yo con mucho gusto haré de cuenta que tu pene nunca se encontró con mi vagina—Nos miramos con odio y rodeándolo me aleje de él.

Lleve mis pasos de regreso a la residencia al tiempo que sacaba mi móvil para poner un mensaje a Lía y aunque sabía que su tiempo con Robín era sagrado nunca me dejaría sola estaría de regreso con pizza y una coca cola para ayudarme hacer más llevadero el peso sobre mis hombros.

Truco o Trato (Chicas Gordas #2) BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora