II

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-¿Cómo?-preguntó el chico de cabellos negros, confuso y algo molesto.
-Ambos nos jugamos la vida, tú quieres hacerte el enemigo de la ciudad y al igual que yo, no eres nadie, solo un inútil asesino-escupí las palabras como si de veneno se trataran, en ese momento deseaba que diciendo aquellas cosas pudiera matarle, que mi boca soltase un veneno mortal como el de una serpiente. Al chico le molestaron mis palabras, lo noté en su mirada, ataqué su persona con una larga frase.
-Eres peor que los gritos de nuestras víctimas, espero que la próxima orden del líder sea matarte.
Quería seguir hablando, nada me asustaba en ese momento, ni si quiera aquellos instrumentos de tortura manchados de sangre.
-Encima siguiendo las normas de otro ¿Porqué no me matas y ya está?-le reté.
-Quizá me asesinen a mí por desobedecerle-se veía algo de tristeza en su rostro, la cual quiso ocultar con una expresión de enfado, pero yo sentía su pena.
-¿Estás en esta banda por obligación?-pregunté por una vez sin ningún tono de sarcasmo o algo parecido, realmente era algo que me interesaba. Él solo me miró, hizo un ruido de desagrado y giró la vista hacia un lado, ignorándome. Quién calla otorga-¿Porqué no me respondes? Tranquilo, no voy a decir nada, me matarán antes.
Volvió a mí, suspiró pensando en sus palabras, no quería meter la pata.
-No es eso exactamente-se escuchaba apagado, como si estuviera recordando algo que no quería.
-¿Sabes? Si quieres desahogarte estás a tiempo, después me matarán y tú no tendrás a nadie para contar tus penas, bueno, si quieres decírselo a mi cabeza perdida por algún rincón de este sótano.
Por una vez la sonrisa de J.H era de verdad, no sarcástica. En ese momento reflexioné, nunca sabremos quienes son los buenos y quien los malos, pero estaba segura de que en ese chico había algo de bondad.
-Está bien, pero si intentas algo cortaré tu cuello ¿Entendido?
-Vale, tranqui.
-Verás, toda la banda éramos unos simples amigos, aunque ellos siempre habían sido extraños, me llevaba bien con todos pero sentía que no les conocía del todo. Cuando se estableció la ley de la semana, ellos estaban bastante alegres y planearon ser una pandilla en busca de diversión, desde el primer momento les dije que era mala idea, pero ellos me "convencieron" de que no, cuando quise abandonar esta locura amenazaron con matarme y aquí estoy, contando mi vida a la persona que a intentado asesinarme.
Emití una pequeña risa, pero después procesé la historia del pelinegro. Me chocó bastante ya que pensaba que todos estaban de acuerdo con ser unos putos locos. Creí que podía manipular fácilmente a J.H ya que era solo un chico inocente cumpliendo órdenes.

Los dos nos giramos al escuchar la puerta abrirse, era el líder el cual me miró con una sonrisa malévola.
-J.H, llévala a la habitación, tenemos a alguien deseando sentarse en esa silla.
Miré quien le acompañaba, era un chico bastante joven, atado con unas cuerdas y cinta aislante en su boca, tenía una marca en su pómulo, deduje que fue por resistirse a que le llevaran al sótano. Tenía los ojos rojos y las lágrimas no cesaban en su rostro.
-Entendido-me desató y agarró mis muñecas con brusquedad, con la otra mano guardó mi pistola. Me dirigió hacia la habitación, pero en la sala me encontré con M.Y, el chico de mirada fría el cual aterraba a todos solo con hacer contacto visual.
-¿Ella es la heroína de la ciudad?-se acercó lentamente a mí y yo lejos de temerle, preferí lanzarle la mirada más despreciable posible. El chico de cabello negro asintió-valoro tu valentía, pero me pareces una inútil.
Su sonrisa me repugnaba al igual que su tono al hablar, uno de superioridad, como si él fuera mejor.
-¿Me llevas ya o tengo que escuchar a esto?-pregunté a J.H con una expresión de aburrimiento y asco a la vez.
-Quiero ser el primero en torturarte guapa-posó su mano en mi mejilla y rápidamente aparté la cara, pensando en cuanta gente habrá matado con esas pálidas manos.
-¿Ese es tu fetiche? No creo que ligues mucho-alcé una ceja y el río.
-Si. Amo ver cómo la sangre cae de las profundas heridas provocadas por mí, observar sus rostros llenos de dolor, escuchar sus gemidos de sufrimiento además de sus lágrimas. Lo mejor es ver como mueren lentamente gracias a mis formas de tortura-recitó en un tono lento, lleno de pasión, lo que hizo que me quedara de piedra, intentando olvidar aquella imagen tan sangrienta y aterradora. A él sí que le temía, su falta de empatía y sus pensamientos sádicos me provocaba que quisiera huir lo más rápido posible y no cruzármelo más-ya puedes llevártela.
Ordenó satisfecho con mi reacción. J.H me arrastró a la tan famosa habitación, era un cuarto con la pared blanca y el suelo de madera vieja, simplemente había un sillón, una lámpara, una cama donde supuse que dormía él y una mesilla con un cuaderno.
-Siéntate-obedecí.
-¿Qué escribes en la libreta?-pregunté observándola.
-Nada que te importe-respondió seco.
-Vale, vale-puse las manos en alto-¿Puedes decirme qué coño vais a hacer conmigo?
-No lo sé, voy a hablar con Namjoon-por un momento pensé que era tan idiota que iba a dejarme sin atarme ni nada, entonces sacó unas esposas de su cinturón y me esposó al sillón, también ató mis piernas con una soga que había en su cajón, me pregunté que hacía con ella.

~

Esperé unos cuantos minutos, donde lo único que podía hacer era arrepentirme por entrar a aquel lugar donde la única salida era morir.

Por fin apareció alguien, pero no era quien me esperaba, si no el líder, el cual se sentó en la cama frente a mí.

-Hola... Jiwoo ¿Cierto?-asentí sin tan si quiera mirarle, me daba asco su expresión tranquila, la cual ocultaba millones de pensamientos oscuros detrás-¿Creías que podías acabar con nosotros?
Volví a afirmar con la cabeza, sin ganas de responderle, decidí hablarle, pero para resolver la duda que tenía desde que me ataron.
-¿Qué vais a hacer conmigo?
-Nada-dijo fríamente-dejarte aquí, sin ningún tipo de tortura, te dejaré atada hasta que no puedas más y pidas a gritos la muerte, entonces, no lo haré, te haré sufrir psicológicamente.
Las ideas del líder era hacer daño de la peor forma y el sabía que torturándome físicamente no era una de ellas.
-Que creativo eres-solté sarcásticamente.
-Lo sé-se aduló a sí mismo-y si creías que podías escapar, la respuesta es no. J.H se encargará de vigilarte el mayor tiempo posible.
Le asesiné con la mirada, ojalá en ese momento sería posible, pero no, simplemente respondió con una risa malvada, burlándose de mí. Se fue sin decir nada y me quedé ahí, pensando en que coño iba a hacer.

Anti-Balas|BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora