día 127: final 1

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Escribí la última palabra en aquel papel repleto de tinta. Era mi último examen en la Universidad. Era el último. Y me sentía genial. Sentía que todos los años de estudio habían valido la pena. Estaba orgulloso de mí mismo. Aunque odiaba el hecho de que Sohyang no hubiera podido hacerlo.

Me levanté, entregué los papeles y corrí hacia la puerta. Cogí el coche de mi padre y conduje hacia el hospital. Tenía ganas de ver a Sohyang. Quería verla.

Llegué, y, como siempre, las enfermeras de la planta 3 me saludaron sonrientes. No, espera, sonrientes no. ¿Por qué hoy no me habían saludado sonrientes? Siempre me saludaban sonrientes.

Paré de caminar un segundo. ¿Por qué no me habían sonreído? Miré a mis alrededores, todo estaba como siempre, excepto que las enfermeras de la planta 3 no me habían sonreído como siempre.

Supe que algo no estaba bien. Algo no iba igual que todos los días. Algo... no iba bien.

Corrí hacia las escaleras y empujé a todo aquel que se pusiera en mi camino. De nuevo, los latidos de mi corazón se aceleraron en pocos segundos. Subí las escaleras de dos en dos, de tres en tres, de cuatro en cuatro. Todo lo que la longitud de mis piernas me permitió. Después de unos interminables segundos, llegué a la planta 3 y, en ese momento, me di cuenta de que, definitivamente, algo no iba bien.

Había sido un sentimiento extraño. Algo no estaba como siempre. Las personas de la planta 3 no estaban tan tranquilas como los demás días.

En cuestión de segundos salí de aquella burbuja en la que me había metido desde que entré en el hospital, y me di cuenta de los gritos y las personas que corrían de un lado a otro, todas ellas enfermeras. Cuando pasaban por delante de mí, me miraban preocupadas.

Corrí todo lo rápido que pude hacia la habitación y no me importó empujar a más personas. Me abrí paso hasta que conseguí llegar a la primera fila de aquel círculo de personas.

Vi a Seungyeon junto a todos los médicos, gritando y llorando. ¿Por qué estaba así? ¿Le estaba dando otro ataque de pánico como el de la primera vez que vio a Sohyang?

No me había dado cuenta del continuo pitido de la máquina de pulsaciones hasta que llegué y vi a Sohyang. Tumbada, con los ojos cerrados, como siempre. Pero algo no estaba como siempre. Su piel era más pálida de lo normal. Y la máquina de  pulsaciones ya no emitía aquel continuo pitido al que me había acostumbrado. No. Ahora emitía un pitido continuo, sin paradas. El pitido al que todos teníamos miedo. El que todos temíamos. El que nadie quería escuchar.

Lentamente, tragué saliva y levanté la cabeza de la preciosa cara de Sohyang, intentando convencerme de que no pasaba nada. De que todo estaba bien. De que todo era un pequeño susto.

De que todo...

"Doyoung." me llamó una de las enfermeras que estaba detrás de mí. No me di la vuelta. "Lo siento."

No lo creí, no quería creerlo. Aquellas palabras significaban una cosa, una sola cosa. Pero yo no quería entenderlo.

Me di la vuelta y cerré los ojos. De nuevo, me abrí paso entre la multitud hasta llegar a un lugar con más espacio. Y entonces grité. Grité todo lo que había estado aguantando durante meses. Cuatro meses sabiendo la verdad. Cuatro meses sabiendo perfectamente que mi amor no despertaría. Cuatro meses convenciéndome a mí mismo de que todo iba a salir bien. Cuatro meses planeando algo que sabía que no era real, y que nunca lo sería. Recibiendo malas noticias, una detrás de otra. Descubriendo secretos que nunca me hubiera gustado saber. Dándome cuenta de cosas que hubiera preferido morir sin entender. Metiéndome a mí mismo mierdas en la cabeza que no eran ciertas.

Había llegado el fin, el fin que todos sabíamos que llegaría, y es entonces cuando me di cuenta, de que toda mi vida se había acabado.

Todos decían que Sohyang sólo me tenía a mí, mientras que yo tenía a mi familia, a mis amigos, a gente que me apoyaba. Pero eso era mentira. Era exactamente al revés. Sohyang había conseguido sobrevivir con pocas cosas, con lo necesario. Con unas pocas personas que la apoyaban. ¿Yo? Yo vivía atado a Sohyang desde el momento en que el coche fue golpeado. Yo no era nada. No era nada.

Sin ella.

127 days || kim doyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora