Capítulo 7

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Llegué a mi preciada casa por fin, mi padre estaba estacionando su vehículo en el parqueo mientras yo me adentraba al hogar. Un mágico y delicioso olor invadió mis fosas nasales, inmediatamente y sin pensármelo dos veces me dirigí a la cocina, donde Irma preparaba algo que según mi olfato estaría delicioso.

—Madre mía Irma, que preparas —comenté encantado. Ella sonrió.

—Estoy haciendo un pastel de moras —respondió mientras movía la mezcla blanquecina con total agilidad —hace mucho que no lo hacía, además es como recibimiento ya que no pude ir al hospital porque tuve que respaldar a tu padre —se lamentó ahora mirándome.

—No hay problema, y claro que voy a aceptar este delicioso pastel —relamí mis labios. Irma rio de mi mueca.

Subí las escaleras más que emocionado por acariciar esta manguera, entré a mi cuarto, puse el seguro y me relajé, abrí la puerta de mi baño y también la cerré. Esto era muy delicioso, saber que estas solo, que vas a darte un gran placer y que ya por fin luego de unas horas podría aplacar este monstruo en mis pantalones. Por suerte ya me habían indicado varias pomadas en el hospital y algunas pastillas para el dolor de los golpes, ya me sentía mejor; seguía algo marcado, pero ya no me dolía tanto.

Me quité la camiseta que mi padre me llevó para irme a recoger porque luego de esto me iría a bañar, Ya sin camiseta, me bajé el pantalón junto con el bóxer a una altura razonable y me senté en el inodoro tapado, tal y como si fuera un gran asiento. Lo que todos siempre decían que yo hacía cuando me tardaba mucho en el baño hoy se haría realidad.

Mi pene estaba muy excitado, parado y duro; pero suave a la vez. Se le veía la punta brillante y húmeda, estaba más que listo. Unas cuantas sobadas y ya estaría normal.

Lo agarré y comencé a mover mi mano de arriba hacia abajo lentamente. Ahj, que bien se sentía, tenía la cabeza hacia atrás mientras hacía mi trabajo. El glande se tornaba de un color mas rojizo, lo que quería decir que ya estaba más cerca, mi sangre ya estaba circulando por ahí de manera más fluida. Me faltaba poco, ya sentía el placer recorrer cada conducto de mí, las venas de mis brazos se notaban algo alteradas y estaba comenzando a sudar levemente, tanto los rizos de mi frente como los de mi nuca se pegaron con el sudor, mi mano que al principio daba caricias, ahora era algo ruda y rápida. Ya estaba a punto de expulsar mi liberación, pero de pronto escuché mi puerta sonar, por reflejo me paré alerta.

—Bruno! —llamó mi padre desde afuera. Mierda, me iba a quedar sin terminar, que cojones. Me subí el bóxer como pude, acomodándome el paquete: todavía erecto, dentro de él, luego procedí a subirme el jean con rabia. ¿Acaso nunca iba a poder tener un orgasmo tranquilo? —¡Bruno! —volvió a llamar.

—Espera —dije para luego abrir la puerta y salir —dígame señor —hablé intentando cubrir el bulto que tenía todavía formado poniendo mis manos hacia delante.

—Solo quería cerciorarme de que te sentías mejor, cuando parqueé el coche y entré, vi que no estabas abajo —prosiguió con total tranquilidad, ajeno a toda mi adrenalina —entonces subí para verificar que no fuera que te sintieras mareado o algo, estuviste muy callado en el transcurso del viaje —porque quería venir a masturbarme, mierda, ya no es por gusto, es por necesidad.

—Ah, pues, estoy bien, solo vine a darme una ducha —hice una mueca con los labios fruncidos hacia adentro asintiendo.

—Bueno, trata de relajarte, tus amigos me dijeron que vendrían hoy a verte —asentí nuevamente.

—Gracias Pop —dije y cerré la puerta otra vez, uy, qué difícil poder uno ordeñarse en esta casa.

Volví al baño, me bajé el bóxer junto al pantalón y miré a mi amigo, ahora sí que estaba duro y caliente como nada, hasta empezaba a darme un dolor de huevos colosal, no iba a tolerar otra interrupción tan abrupta.

Brunolandia (Bruno Mars)Where stories live. Discover now