El segundo partido

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—Uhm...

No sabían en que momento había sucedido pero de un segundo a otro, Bokuto y Akaashi salieron de las gradas tomados de la mano y comenzaron a besarse cuando se encontraron solos. El menor logró encontrar un armario vacío y desde hacía un tiempo ambos se habían encerrado en él.

—Akaashi...

El mencionado estaba pegado a la puerta del sitio, sus brazos sostenían su cuerpo y apoyados en ellos mantenía la cabeza. Sus ojos estaban cerrados y su boca abierta, soltando pequeñas bocanadas de aire. A su vez, Bokuto estaba detras de él con sus manos en la cintura de su pareja mientras la cadera propia estocaba el cuerpo ajeno en un vaivén rápido.

—Sh... Nos escucharán —consiguió decir en un susurro el moreno quien apenas podía aguantar más. Efectivamente, a los pocos segundos Akaashi se corrió manchando la puerta de metal frente a él. Bokuto mordió su cuello para no gemir fuertemente, sintiendo el espasmo de su novio recorrer su cuerpo. No llevaban condón por lo que el búho fue obligado a salir del interior del moreno, corriéndose a un lado para no manchar a Akaashi.

Bokuto se sentó en el suelo con los pantalones bajados todavía, completamente exhausto. Hacía muchísimo tiempo que no tocaba el cuerpo de Akaashi, el volleyball le mantenía ocupado casi todo el día y luego lo dejaba demasiado cansado como parar querer hacer alguna otra cosa que no fuese dormir. Además, Akaashi también tenía que estudiar para sus exámenes y su propio entrenamiento con el equipo universitario.

—Te echaba de menos —confesó Bokuto alargando su mano hasta su novio quien la cogió y fue tumbado sobre su cuerpo. Lo abrazó pegándolo a su pecho y Akaashi se dejó mimar, la verdad era que él también lo había echado en falta. Levantó su rostro y buscó los labios de su novio, comenzando un beso lento que se prolongó. Bokuto río sobre sus labios —No te muevas mucho, sigo sensible.

Akaashi alzó una ceja, sonriendo —¿Moverme cómo? ¿Así? —preguntó bailando encima de la entrepierna del búho. Bokuto soltó un gruñido.

—Akaaaaaghjkshi... —se quejó como un niño pequeño, volviendo a pegar sus labios. Decidieron dejar de jugar, levantarse y arreglarse levemente para salir del sitio. Suponieron que el partido ya habría acabado y así fue, vieron como no muy lejos de donde se encontraban, una muchedumbre con chaquetas negras se hallaba sentada en el suelo. Con las manos entrelazadas se acercaron y felicitaron al equipo por su victoria.

Aunque entre ellos faltaban los chicos de tercero. Nada más salir de la cancha cada uno había desaparecido por un lado diferente -menos Kageyama e Hinata, que se fueron juntos. Tsukishima había estado buscando a su hermano, quien seguramente se había metido en problemas con Kuroo y quería solucionarlos, o al menos todo lo que pudiera. Decidió salir a fuera, a lo mejor había salido a tomar aire o cualquier otra cosa.

—Espero que hayas ganado, si no me decepcionaré —una voz consiguió que Tsukishima se sobresaltase, nervioso dio media vuelta sobre sus talones y observó de frente a Kuroo quien al parecer no se había largado. No sabía como sentirse al respecto. Frunció el ceño cuando se dio cuenta que entre sus labios habitaba un cigarro. Se acercó rápidamente a este, lo cogió y lo tiró al suelo, pisandolo después. Kuroo abrió los ojos sorprendido.

—Patético... ¿Y tú te haces llamar deportista? —se quejó cruzando sus brazos al rededor de su pecho. El gato volvió a tener su sonrisa de siempre, se dio cuenta de la cercanía entre ambos y pensó en que movimiento podria ser el siguiente. Debía de ser cuidadoso si no quería que Tsukishima le mandara a la mierda.

—Oh... Te preocupas por mi, —susurró coqueto Kuroo pellizcando la nariz del rubio —que lindo.

Tsukishima rodó los ojos como si le fastidiara, sin embargo su sonrojo dijo otra cosa. A Kuroo le encantaba ese niño y de verdad había vivido un infierno todo el tiempo separado. Por el lado del rubio, todavía no estaba seguro si el infierno lo vivía con Kuroo o sin él. El gato bajó su mano hasta acariciar el hombro contrario, siguió por el brazo hasta que llegó a su mano, cogiendo sus dedos y entrelazándolos. Kei no se apartó.

3rd YearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora