3.5. Un extraño sentimiento

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El forcejeo de Micaela sujetando a su primo para tratar de besarlo continuó durante casi un minuto, y cuando finalmente ella desistió no fue sino para anunciar alegremente:

---¿Qué te parece una carrera?

---Eh... ---suspiró el niño, mostrando claramente que no le animaba la idea---. No quiero. ¿Es que no te cansas de correr?

---Uhm, la verdad que no je, je, je. ¡Vamos, alcánzame si puedes!

Dicho esto, ella empezó a correr, sin embargo él no le siguió el juego.

En aquella tarde, en el bosque de Nidia, cierto sentimiento sin nombre recorrió el ser del niño Alleister. Un sentimiento que no precisamente carecía de una forma para llamarlo, pero al aprendiz de mago le resultaba imposible nombrarlo.

---Alleister... Alleister...

Una vez más, su nombre resonó en aquel bosque.

---¿Alleister, qué pasa? ---preguntó su prima a lo lejos---. ¿He hecho algo malo para que me tengas miedo ahora, eh? ¿Tienes miedo de perder contra mí?

Alleister siguió sin responder.

---Ven aquí, ¿qué esperas? ¡Vamos!

El olor a tierra húmeda, la fresca corriente de viento que mecía el cabello de los niños, la luz que se filtraba por las copas de los árboles; la voz de Micah, su apariencia... todos estos elementos provocaban aquella extraña sensación en Alleister.

---¡Oye! ¡No te quedes parado ahí! ---insistió Micaela con las manos abiertas rodeando su boca---. La tía Clarissa se enojará si llegamos tarde.

---M- Mi... ---él empezó a sentir reseca la garganta. Se esforzó para tan solo pronunciar una palabra---: Micah...

El niño se asustó al escuchar una voz que no parecía pertenecerle.

Y entonces, la tierra tembló ligeramente. Aquel sentimiento que lo estaba inquietando iba adquiriendo forma hasta que al fin Alleister cayó en la cuenta de que se trataba de «nostalgia» lo que estaba experimentando.

Era extraño, ¿por qué un niño habría de sentir nostalgia en ese momento?

El cielo comenzó a palidecer, adquiriendo un tono celeste, muy contrario al azul profundo al que él estaba acostumbrado. De igual manera, el verdor del bosque iba desapareciendo, dando lugar a colores castaños y amarillentos, como si se tratara de un paso acelerado de estaciones.

El temblor aumentaba de intensidad paulatinamente, no obstante la niña Micaela esperaba inmutable a su primo, quien comenzó a acercarse a ella desesperado con los brazos abiertos.

---¡Apúrate! ---dijo Micaela con aquella típica sonrisa---. No me hagas esperar más tiempo.

---¡Micah!

Los dos niños finalmente se unieron en un abrazo. Alleister no pudo seguir reprimiendo sus temores y las lágrimas brotaron de sus ojos azules. A su alrededor, los árboles caían uno por uno a causa del temblor.

---Ya... ya... ---Micaela le dio golpecitos en la espalda del niño---. ¿Estás sufriendo mucho, verdad?

---Qué bueno... ---empezó a hablar Alleister con la voz entrecortada---. Qué alivio, solo... solo era un largo sueño... no sabes cuánto me alegro de verte... Soñé que estábamos en la guerra, nuestros amigos...

---Eh... Siempre has sido un hombre muy soñador. Demasiado diría yo... pero ya es hora de despertar.

Y de improviso, la voz de Micaela cambió de tono:

---¿Papá?

Alleister se levantó en estado de completa consternación y alejándose de la niña a la que estaba abrazando se dio cuenta de que su niñez y el bosque de Nidia habían desaparecido, al igual que su prima Micaela Hyukes.

El sueño en forma de una burbuja de jabón reventó. Y ante Alleister una nueva realidad surgió.

Hasta que vuelvas a sonreír (pausado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora