Narrador omnisciente
Horas después, más o menos a las 11:30am ellos despiertan, bajan como para desayunar pero el desayuno solo era hasta las 10:30 entonces Pedro le dice a Martin.
— Que hacemos... desayunamos o nos saltamos el desayuno y nada más almorzamos? - preguntó.
— Y no sé, que decís vos? - respondió Martin.
— Yo digo que vayamos a desayunar, yo invito. - propuso Pedro.
— Ok bebé. - dijo Martin bromeando.
Pedro sintió una sensación rara al oír que Martín lo llamó "bebé" obvio que sabía que era en broma por que siempre jodían, pero deseaba con todo su ser de que realmente no fuera así. En estos días Pedro se puso a pensar en que debía de decirle a Martín lo que sentía, ya no se lo quería guardar más y ya que hoy Martín aceptó su invitación creyó que era el momento justo para hablarle de sus sentimientos y aunque tenía miedo de que no sienta lo mismo, debía de arriesgarse.
20 minutos después
Legaron al restaurante y Martín sentía a Pedro algo raro, como que tenía que decirle algo importante lo cual era real, pero Martín no lo sabía. Pidieron dos media lunas y dos cafés y se sentaron.
Martín se sentía bastante observado por Pedro, cosa que le parecía raro pero a la vez le gustaba y de la nada Pedro rompe el silencio.
— Che Martín, tengo algo muy importante que decirte. - habló algo nervioso.
— Si si, decime. - respondió Martín confundido.
— Martín te quiero mucho. Sabes que sos mi mejor amigo, pero hay cosas que no se pueden evitar como el amor. Me gustas mucho, me gusta todo de vos hasta tus defectos. En si me encantas, ya no podía guardármelo. Si no sentís lo mismo no importa con tal de que todo siga igual, todo bien aunque me dolería. - habló mirando el piso y jugando con sus dedos.
Martín quedó en un estado de shock. Obviamente que sentía lo mismo, pero en ese momento no podía creer que su amor era correspondido y finalmente luego de un silencio algo incómodo respondió.
— Pedro... vos también me gustas. En estos días que pasamos juntos me di cuenta de que sos una persona única, genial y hermosa en todos los sentidos y de verdad me gustas demasiado y tampoco podía aguantar verte y no poder besarte y abrazarte. - respondió eso y la felicidad en el rostro de Pedro no tardó en aparecer.
Luego de un silencio ilógico Martín hace la gran pregunta.
— Emm... ¿Puedo... ser tu... novio? - preguntó tímido.
Pedro sin pensarlo dos veces respondió.
— Obvio bobito, claro que si. Es lo que más quiero.
En ese momento ninguno de los dos podían creer lo que acababa de ocurrir, no podían creer que sus sentimientos sean correspondidos.
Luego de un tiempo mirándose Martín dio el siguiente paso. Se acercó lentamente hacia Pedro, rodeó sus manos en el cuello de Pedro y cortó la distancia con un beso suave y lleno de amor, las manos de Pedro fueron a parar en las caderas de Martín y después de unos segundos se separaron por la falta de aire.
Esperaron tanto ese momento que ahora deberían de aprovecharlo.
