I N M A T U R E [SpiderFrost]

I

La llamada a la reunión llegó cuando apenas estaban terminando de acomodar su nueva gran casa.

—¿De verdad tienes que ir?— Le preguntó Loki con fastidio y algo de esperanza en su voz mientras se recargaba en la puerta de la habitación.

Sabía que casarse con un gran empresario le traería diversos conflictos pero por el momento aún no estaba acostumbrado.

—Lo siento Loki, pero me necesitan.— Dijo el rubio mientras miraba su reflejo en el espejo intentando acomodarse la corbata que traía.

Aunque Loki estuviera molesto con la situación, se acercó a girar al rubio y el mismo acomodarle la corbata que al parecer le costaba trabajo.

—Me gusta lo concentrado que te vez.— Dijo Thor embelesado con su esposo.
—Solo intenta regresar a la cena, ¿sí?

Un beso ocasionó que fuera la respuesta, uno casto, en sus labios, lento. Después de dejar a su esposo en la puerta y despedirlo mientras su auto se perdía en la calle, entro a la casa e hizo los últimos arreglos y limpieza, como el adicto que era.

Esos habían sido sus años de diamante. Y sí que eran encantadores, al verlo ahora que se preparaba su té, disponiéndose de entrar a su oficina, su estudio. Encendió su portátil y se dispuso a escribir.

Un escritor y un empresario casados, ¿quién lo diría? Loki ya tenía un libro publicado y con éxito, pero por el momento trabajaba haciendo artículos para una revista.

Miro por última vez su ventana que tenía al lado, estaba nublado, hacía frío, pero le gustaba.

Esos habían sido sus años del buen matrimonio que tenía y siempre diría que era su mejor época de felicidad.
Pero no le duró, y bien se podría decir que era por culpa del pelinegro que eso había ocurrido.

[...]

Los ojos color avellana del muchacho le embriagaron por completo y era gracioso pensar que un chico de esa categoría le podía haber conquistado.

Con inocencia aparente lo había provocado y claro que fue de débil instinto el dejarse embriagar por los brazos delgados, jóvenes del muchacho. —Peter.— Gemir su nombre en la cama que compartía con Thor era tan excitante.

El muchacho se veía de delgada complexión pero poco a poco dejó salir su animal interior, la cama siempre se movía y de vez en cuando cambiaban de lugar, ahora ya no era la cama, de inmediato cambió a ser la cocina, el baño, el sillón, el ventanal. Por ello siempre recordaba que esa mirada no podía ser más que un disfraz. Ese chico era una bestia y el, claro, se dejó llevar.

Había ocurrido que mientras tenía sexo sin control con Parker, tenía sexo igual con Thor. Thor era el lado masculino, animal y embriagante de colonia que de vez en cuando le dejaba vacío y excitado, mientras que Peter era el chico. El joven pecado.

—Llegué a casa.— Escucho y de inmediato corrió para recibir a su amado. Peter le abrazó por la cintura y en cuanto cerraba la puerta, sus manos de inmediato se dirigían a transitar por las curvas de Loki.

—Positivo.— Susurró, y mientras abrazaba a su esposo que no dejaba de besarle el cuello, veía a su amante irse por la ventana, quien por último le guiñó coqueto, mientras gemía al sentir los coquetos besos ir con más intensidad por sus hombros.

—¡es increíble que ya tan pronto resultaras embarazado!— Thor no lo podía creer. No por qué dudará. Su amado Loki no sería capaz de engañarlo, nunca sucedería. —Así suceden las cosas, querido Thor.— Dijo sonriente.

A los meses Peter tuvo un nuevo aperitivo, coger con un embarazado.

[...]

—Son tres hermosos niños.— Dijo la enfermera, entrando con las camillas a la habitación. —Dos de ellos con pulmones Fuertes.—

Había tenido a sus hijos, y Thor era el maravillado por ello, en cuanto los vio por primera vez en el hospital, no dejó de verlos, no dejo de besarlos y prometerles tantas cosas.

—¿por qué no lo cargas?

Había uno de los tres que era el más tranquilo, tenía cabellos castaños, ligeramente rubios, mejillas rosadas y pestañas largas, era el niño que más dormía. Thor hizo una mueca y sostuvo a su pequeño con cierta inquietud, más que nada lo hizo por obligación de que fuera su hijo.

—Presiento que este pequeño y yo no nos vamos a llevar muy bien.