El único Griamor con vida. Extraños recuerdos.

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Narra Melissa.

-No podemos dejarla aquí. –digo.

-Mel, escucha, si no hacemos algo en contra de las Sombras, podrían llegar a acabar con toda la vida de la tierra. –dice Tobías y niego.

-No pienso dejarla.

-Estoy seguro de que ella querría que fuésemos.

-Tú no lo sabes, no la conoces. –la miro.

-Si la conozco. –lo miro. –Se que no quieres dejarla sola, yo tampoco, pero...-aprieta su mano. La ama. Pienso.

-Tenemos que buscar al responsable. –dice Max tranquilamente y lo miramos.

Narra Max.

Esos dos aún siguen peleando, ella está sufriendo y no puedo hacer nada... Espera, ¿qué dije? No, no, no, ellos no hacen nada, si, ellos, no yo. Pienso. Ella te importa, admítelo. Dice mi subconsciente y niego. Se acabó, esto es estúpido, la odio y solo quiero salir de este lugar, quiero lindas chicas, no ella. La miro, su piel blanca, su cabello azul, sus labios rosas, su pequeño y delicado cuerpo, sus manos, sus... Niego. ¿QUÉ MIERDA ESTOY PENSANDO? Muy bien, Max, cálmate, solo es el aire de este planeta. Respiro hondo.

-Se que no quieres dejarla sola, yo tampoco, pero...-dice Tobías.

-Tenemos que buscar al responsable. –digo tratando de sonar tranquilamente, ellos me miran.

-Pero Alexa...-dice Melissa.

-Ella estará bien. –dice Gregory y lo miramos.

-¿Tú la cuidarás? –dice Tobías.

-Yo no, pero se quien si. –sonríe. - ¿No es cierto, hijo?

-¿Yo? –dice Brad.

-Mel, tienes que decirle al humano que hará, para que no lo arruine. –le digo y ella asiente.

-Tienes que...-los quejidos de Alexa la interrumpen. El agua comienza a subir y cubrirla, unos tentáculos salen de la esfera que la rodea y ella grita de dolor.

-Hay que hacer algo. –dice Tobías, Melissa intenta acercarse el tentáculo la golpea, ella crea un escudo de viento para cubrirse.

-La está protegiendo. –dice Melissa.

-¿De quién? –digo.

Narra Alexa.

-Despierta...-escucho un susurro. –Despierta...-abro los ojos y estoy en un castillo bajo el agua.

-Esto es... Uisce. –sonrío. –Pero, ¿cómo?

-¿Cómo, qué Señorita? –me dice Claud.

-¡Claud! -lo abrazo. –Te extrañé mucho.

-Señorita, me vio esta mañana. –lo miro.

-No...-mi madre llega.

-¿Aún no estás lista? Alexa ¿qué te dije? –se acerca y me acaricia el rostro. –Hija mía, llegaremos tarde. –me da un beso en la frente. –Ve y arréglate mi pequeña sirenita. –mira a Claud. –Llévala a su habitación y que se cambie, Claud.

-Si, su majestad. –Claud me hala.

-Pero ¿qué...? ¿Le pasa algo a mi madre? –digo aún sin poder creer su tan cariñosa muestra de afecto.

-Su madre siempre la ha amado señorita.

-Eso no es cierto. –digo y miro a Claud.

El Poder ElementalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora