Uno

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Sophia

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Sophia

—¡Más alto! —exclamó Paco, el nuevo director del "Cascanueces", la obra más importante de mi carrera hasta ese momento, incluso cuando ya había estado en muchos musicales anteriores a los cuales había asistido desde que cumplí los quince años. Desde pequeña me había encantado todo tipo de danza, los bailes de salón y cualquier actividad o ritmo que se pudiera bailar; mi madre cuando aún se interesaba un poco por mantener comunicación, decía que mientras me esperaba nunca dejaba de patearla o moverme por lo que supo e inquiría que sería una niña muy activa... y tuvo razón. Sin embargo, aunque mi preferencia eran los bailes latinos y en pareja, mi padre consideró que sería mejor aprender ballet, algo que según él requería más disciplina y entrenamiento; aunque cualquier baile necesitaba de una buena dedicación y responsabilidad para ejecutarlos como se debía. Aún así, aprendí de todo y seguí con mi sueño de ser bailarina.

—¡Sophia! —gritó de nuevo trayendo mi atención al presente—. ¿Puedes concentrarte?

Paco me miró con una cara de pocos amigos, nunca me cayó bien del todo, ni yo a él. Fernando era mejor director, pero hace poco que había fallecido debido a una enfermedad hereditaria, una pérdida que todos lamentábamos, mucho más ahora que habían dejado a ese parásito a cargo de todo.

Respiré profundamente para encontrar algo de paciencia y comencé a bailar desde el principio a la par de mi compañero, Javi. En el momento crucial de la coreografía, tomé el impulso suficiente y me lancé adoptando la pose esperando a que Javi me tomara de la cintura atrapándome, pero eso nunca sucedió.

Lancé un pequeño grito cuando sentí el impacto del piso con la parte lateral izquierda de mi cuerpo, cerré los ojos del dolor y sentí mi cara contraerse en una mueca pues el ardor continuaba recorriendo mi costado.

—¡Niña tonta! —vociferaba el director—. Todo lo estás arruinando.

Intenté no prestar atención a sus palabras, en realidad el error no había sido mío, Javi se distrajo y estaba muchos pasos atrás de donde debería, pero no podía decirle eso a Paco; a pesar de que la mayoría éramos mujeres sentía un gran y notorio favoritismo por los hombres.

Javi se acercó a mí susurrando.

—¿Te encuentras bien? Lo siento Sophi, estaba distraído.

Abrí los ojos para observar su cara de nerviosismo, sus oscuros ojos me observaban apenado y extendía su mano hacia mí. Su piel acaramelada y lo tonificado de su cuerpo gracias al ballet le daban cierto atractivo que junto a su corto cabello atraía mucho la atención, sin embargo, su torpeza para algunas cosas y carácter blando le quitaban un poco de perfección.

Asentí aceptando su disculpa.

Yo podría haberme equivocado igual, pero el dolor que sentí cuando caí y el temor de que eso pudiera haber sido de gravedad, que pudiera arruinar toda mi carrera y mis sueños fue lo suficiente para bajar mi presión. Si bien no había sido mi primera elección el estudiar ballet, era mi vida, no conocía otra y me gustaba.

Ephemerality ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora