Nueve

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Sophia

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Sophia

Paco gritaba muchas órdenes, me hablaba con nuevas instrucciones y me reñía cada dos segundos, pero no podía evitarlo, mi concentración estaba muy lejos; específicamente en la silla frente al escenario donde el chico de ojos verdosos estaba sentado sin despegar su vista. Nunca me había considerado una chica muy tímida o introvertida; salvo algunas ocasiones en la preparatoria, rara vez me sonrojaba o me amedrentaba alguna mirada, años enfrentándome al público, bailando frente a ellos y posteriormente sopesando sus críticas habían creado una coraza en mí difícil de romper, sin embargo ahí se encontraba él con su mirada fija, distrayéndome de lo que debía. Respiré hondo e intenté tranquilizarme, solo tenía que dejarme llevar e iniciar con lo que sabía hacer... bailar.

Tomé impulso y salté adoptando mis brazos en la tercera posición mientras mis piernas iniciaban sus cruces en un intento de realizar el entrechat*, sin embargo solo logré completar cuatro de las diez cruces que necesitaba. Cuando aterricé y me tambaleé un poco tratando de recuperar el equilibrio se escuchó el grito de Paco.

—¡No, no, no! —vociferaba mientras arrojaba las hojas al piso y se acercaba hasta donde me encontraba. Se detuvo a pocos centímetros de mí hasta que incluso pude oler lo que había desayunado en su aliento, pero no me moví—. ¿Es que no puedes hacer nada bien, niña? No es tan difícil lograr un entrechat si eres la mitad de lo profesional que dicen que eres, no quiero que vuelvas a fallar, mi paciencia se acaba contigo. En Alemania jamás pasaba esto.

Resistí la tentación de rodar los ojos ante su mención. Lo "prestigioso" de Paco era que fue de los pocos directores que habían traspasado el océano que separaba a México de Europa y se encargó de dirigir "El lago de los cisnes" en Alemania, sin embargo, no creía que su trabajo hubiera sido tan espectacular pues antes de siquiera presentarse, lo mandaron de regreso. Tal vez fuera por su actitud.

»—¿Me escuchaste? —siseó acercándose a mi rostro, mi quijada se endureció, siempre había sido hostil pero nunca me había humillado, y había escogido ese día en especial cuando él estaba ahí para hacerlo. No quería ni debía soltar palabrotas, a fin de cuentas era mi director, por más mala que fuera su actitud o importante que yo fuera, cualquiera lo justificaría en una pelea bailarín-director. Asentí casi imperceptiblemente y se marchó respirando agitadamente.

Empecé a practicar un poco calentando mis piernas, cerré los ojos e intenté concentrarme, me imaginé sola; sin compañeros, director o el chico viéndome en primera fila. Realicé varios cruces en mis piernas sin despegarme del suelo, claro que realizarlo se hacía más sencillo si no se estaba pensando en cuándo caerás.

La suave melodía comenzó a sonar otra vez, no tenía que pensarlo solo sentirlo, como la mayoría de las veces desde que inicié con ese arte. Las gesticulaciones sonrientes de mi rostro aún no se veían, debido a que estaba concentrada; pero me mostraba relajada y cuando tomé impulso nuevamente, realicé ocho de diez cruces sin siquiera reparar en ello.

Ephemerality ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora