Sophia
Abrí la puerta con mi cabello aún goteando debido a la ducha que recientemente había tomado. Unos ojos de color verde cristalino —casi haciéndose pasar por azules—, me observaban con diversión desde el marco de la gran y blanca puerta de mi apartamento.
—¡Buenos días, preciosa! —dijo con aquella característica jovialidad mientras me daba un beso en la frente y pasaba sin ninguna invitación como la mayoría de las veces que venía.
Se sentó en el gran sofá rojo con los brazos estirados en el respaldo y viendo a mi dirección con una gran sonrisa. Su rubio cabello había crecido considerablemente, al ser lacio llegaba al inicio de sus cejas lo que hacía que sus manos intentaran apartarlo constantemente.
—Creo que te hace falta un corte, Irving —comenté mientras me sentaba en el sillón individual frente a él subiendo los pies. Hizo un gesto con la mano quitándole importancia y recargando los codos en sus rodillas mientras me observaba con suma atención.
—¿Cómo estás? ¿El golpe sigue molestando? —preguntó mientras tomaba una de mis manos, al sentir el raspón en la muñeca se quedó observando con el ceño ligeramente fruncido—. ¿Esto fue por la misma caída?
Negué con la cabeza y le comenté mi accidente mañanero.
—Salí a correr. Me sentí mal por saltarme la rutina del gimnasio ayer, así que hoy fui a dar unas vueltas a la manzana, pero un chico chocó conmigo y pues caí.
—¿Encima de él? —bromeó sonriendo mientras movía sus cejas de arriba a abajo con picardía, me molestaba saber que yo no podía hacer eso, algo tan común para muchos.
—No Irving, o no tendría los raspones. —«Aunque la verdad no me hubiera molestado», pensé. No había dejado de pensar en aquellos bonitos ojos color verdosos y la incipiente barba de aquel desconocido. Había visto muchos hombres guapos debido al medio donde me encontraba, pero nunca nadie con una mirada tan cautivadora. Moví mi cabeza para intentar despejar mi mente y concentrarme en Irving quien tenía una gran sonrisa en el rostro.
—¿Era guapo cierto? —inquirió con un matiz divertido—. Detalles Sofi, detalles. Sabes que vivo a través de ti.
Reí ligeramente. Irving había sido mi mejor amigo desde la primaria; siempre me ayudaba a salir adelante, a darme las verdades de la manera más cruda y sarcástica que alguien pudiera implementar, a no dejarme llevar por los malos comentarios; me ayudó a llegar donde estoy, me quiso cuando no tenía nada y me apoyó cuando lo tuve todo. Fue una de las razones por las que sobreviví a mi presión familiar, hasta que él tuvo la suya propia.
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Ephemerality ©
Roman d'amour[TRILOGÍA AMORES ARTÍSTICOS 1] CADA LIBRO SE PUEDE LEER POR SEPARADO Sophia Bethancourt es una reconocida bailarina de ballet clásico a nivel nacional. A sus veinticinco años es nombrada y elogiada por revistas de alta gama como una de las mujeres m...