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Era la tercera vez en esta semana.

La tercera vez en la que se encontraba con aquellos matones que le hacían burlas por el hecho de haberlo visto tomarse la mano con un chico. O mejor dicho, aquellos matones con tiempo de sobra para malgastar.

Esa angustia que sentía se había convertido en algo tan habitual para el chico, que hasta ya parecía haberse acostumbrado de cierto modo, pero la tercera vez fueen definitiva algo mucho peor que las primeras dos.

Mayormente, sólo lo golpeaban un poco o pateaban sus cosas, pero ahora, en lugar de hacerle lo otro, lo amenazaron para que dijera el nombre del chico anteriormente mencionado para matarlo, de lo contrario, dentro de unos días Isogai ya habría soltado su último aliento.

Con suerte, una mujer pasó por el lugar y soltó un alarmante chillido, los abusadores se estremecieron y marcharon, no sin antes gritar sus típicas groserías dirigidas al joven, a pesar de que ahora le sonaban tan irrelevantes como cita bíblica.

Ahora aquí se encontraba, llorando de rodillas, sentado en su cama, que en estos instantes, no consideraba para nada cálida. La horrorosa expresión que mantenía no ayudaba en lo absoluto a mejorar su deplorable aspecto, estaba totalmente desalineado. El enjambre de pensamientos lo ahogaba cada vez más en remordimientos y dudas que sólo lo apuntaban a más sentimientos asquerosos...

"¿Por qué me dejo intimidar así de fácil?" Pensaba, apretando los puños sobre la tela de sus sábanas"¿Por qué no grité o llamé a la policía?", todo ello le hacía sentir terrible.

Sus ojos, inchados y enrojecidos por tanto llanto, no se detenían ante el río de lágrimas que estaba soltando el chico. Le dolía la garganta por tanto sollozar, le dolía el pecho por su irregular respiración, le dolían sus extremidades anteriormente golpeadas, le dolía la espalda por pasar tanto tiempo encorvado y sin subir la cabeza, en resumen, le dolía absolutamente todo el cuerpo.

En aquel momento, lo que más deseaba era que morfeo le concediera el poder conciliar el sueño para así recuperar las fuerzas que le había quitado su decaída...

Pero no podía dormir, le picaban tanto los ojos que no podía mantenerlos mucho tiempo cerrados, y ni hablar del dolor que se extendía desde su cuello a su cabeza, el cual le impedía dejar su mente totalmente en blanco para al fin descansar como es debido.

Simplemente no había nada que pudiera hacer. Luego de la escena, le suplicó a la mujer, que si iba a demandarlos, no lo mencionara ante la policía. Seguro que lo interrogarían y su familia y amigos se preocuparían de más por el asunto, siendo que en esos momentos, no estaba de ánimos ni tampoco tenía la suficiente fuerza o voluntad para levantar una denuncia seria hacia esos chicos.

Luego de ello, partió a su tan esperado hogar, logrando no ser visto por sus adormilados hermanos que miraban al techo, sin interés alguno. Seguramente estarían cumpliendo algún castigo dictado por su madre, pero se habrían quedado sin fuerzas para luchar contra el sueño, a lo mejor les preguntaríaal respecto más tarde.

Abrió la puerta de su cuarto, y la cerro tras él, lentamente. Cuando pudo contener el nivel de su voz para no despertar a sus hermanos, estalló en sollozos, claramente, conteniendo toda la verdadera frustración que sentía su corazón. Se acomodó sobre su cama, cambiando de posición cada dos minutos, como si estuviese realmente irritado como para quedarse quieto más tiempo.

Intentó regular su respiración, dejando de llorar y reteniendo sus atormentados sollozos. Cuando logró estabilizarse, escuchó tres leves toques de la puerta principal del hogar. Después de todo, la casa se encontraba en silencio.

No quería ir a abrir, pues al verlo en aquel desesperado estado, de seguro se preocuparían por su salud y lo menos que quisiera en esos momentos era ello.

【Secret 】 (MaeIso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora