03: ¿Destino?

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Aquella noche fue extraña. Tuve un sueño bastante peculiar para ser real y me desperté con esa enorme extrañeza en el pecho.

Sal durmiendo en su jaula y escuché el sonido de unos platos chocar, por lo que intuí que mi abuela ya se había levantando para hacer el desayuno. Me dirigí al baño y me asee para poder bajar a la cocina y sentarme en la pequeña mesa dentro de esta.

—¿Sucede algo?—preguntó mi abuela colocando un plato frente a mí—Estás muy callado para ser tú.

—Eso lo dices porque eres la única con quién hablo—suspiré—. Hmmm... digamos que tuve un sueño muy extraño.

—¿Y de qué se trataba?—volvió a preguntar y esta vez sentándose en su lugar. Levante mis brazos y me apoyé en la mesa.

—Te vi a ti a Siriana, juntas—dije. El rostro de mi abuela se vio sorprendido, pero rápidamente ocultó sus sentimientos y la cambió a una neutra mientras tomaba el frasco de mermelada.

—Ah, ¿en serio? ¿Y qué estábamos haciendo?

—Estaban en el salón, hablando y sonriéndose. Se veían tan felices y enamoradas que llegaba a ser tierno de cierta forma. Les pregunté como es que se habían enamorado de la otra y decidido estar juntas para formar una familia.

Mi abuela mordió su pan con mermelada dirigiéndome la mirada de vez en cuando.

—¿Y qué dijimos?—me azuzó para que siguiese contando mi pequeña historia—¿La misma historia de siempre?

—Bueno, sí. Dijeron que se conocieron por sus familias, que al inicio todo era como una simple amistad. Hasta que Siriana dijo que se enamoró de ti y que quería estar contigo.

Mi abuela soltó una pequeña sonrisa nostálgica.

—Hasta el momento vas bien, ¿Qué más? ¿Te contamos que le tuvimos problemas con nuestros padres?

—Fue corto y no recuerdo mucho. Ahí apareció mi madre con mi padre, bueno, la idea que tengo de ellos porque nunca los llegué a conocer... después... al mirarme tenía cuerdas en mis dedos, muchos, y no sabía por donde comenzar a quitármelos. Había uno en especial que era de un color diferente y delgado, parecía que estuviese a punto de romperse. Entonces lo seguí.

Me detuve. Miré atentamente a mi abuela y en su expresión. Ella se veía inmersa en mi historia, hasta había dejado de comer para poder ponerme su total atención. Se veía pensativa, como si buscase la respuesta o interpretación de mi sueño.

—¿Y?

—Desperté. Lo único que recuerdo era el cansancio y ahogo que sentía al seguir esa cuerda, pero... de alguna forma quería encontrar el lugar donde me llevase.

Silencio.

—Qué interesante sueño—dijo al fin. Acercó su arrugada mano a su rostro y tocó su mentón—¿Crees que sea una señal?

Me levanté de la mesa y la observé intrigado.

—¿Pero de qué? —pregunté.

—Lo único que se me viene a la cabeza es sobre el hilo rojo del destino. Puede que sea una señal de que puedes encontrar tu pareja destina, ya sabes, esa cosa que solo le ocurren a una persona de cien mil. Por ejemplo, Siriana y yo no éramos destinadas al igual que tus padres. Es muy extraño que suceda.

Un gran baño de curiosidad me ahogó, ¿Pareja destinada? ¿Acaso esa cosa de verdad era real? Me imaginé encontrándola; Una mujer u hombre, cualquiera, una persona tierna, atenta y sonriente. Una persona capaz de entender mi vida serena y rutinaria.

Déjame ser tu mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora