11: Un error como Alfa

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Mi respiración se tornó dificultada y mi pecho empezó a pesar. Y como si aquel Alfa pudiera oler el miedo, sus ojos se encontraron con los míos.

Tenía unos ojos amenazantes, como que si con solo observarlos todo el odio que quisiera trasmitir el Alfa se dirigiera en un solo segundo. Tragué en seco.

—¿Qué quieres mocoso?—me preguntó con desinterés.

Di un paso detrás, a punto de salir huyendo hasta que la voz confusa de Thaen llegó a mis oídos.

—Kistune—murmuró.

Me paralicé, sin saber qué diablos hacer.

—¿Acaso lo conoces, Thaen?—Le preguntó el Alfa dirigiendo su mirada.

—Ah...—abrió su boca sin saber qué decir mientras sus ojos seguían cuestionándose por qué seguía ahí—él...

—¿Él qué?—insistió y chistó su lengua con molestia—Vamos, habla.

Thaen seguía sin formular alguna palabra.

Aún no entiendo por qué, pero por aluna razón, mi boca se abrió sin dudar para contestarle a ese Alfa que me sacaba más de veinte centímetros de altura.

—Soy Kitsune—dije sintiendo mi boca seca.

El Alfa de cabellos blancos y mirada celeste giró su cuerpo hacia mí, intimidándome con su tamaño.

¿Lo hizo? Maldita sea, claro que lo logró.

Pero no quería demostrarlo en mi rostro aunque mi cuerpo temblara.

—¿Y qué quieres?—me preguntó y sonrió de lado—Oye, relájate. Pareces un terremoto humano, Omega.

Fruncí mi ceño sin poder evitarlo y levanté mi mentón, enfrentándolo.

—Me llamo Kitsune—repliqué—, y no soy Omega. Soy un Alfa.

El Alfa parecía sorprendido, pero en un simple fracción de segundo, se encontraba riendo a carcajada suelta.

—¿Qué eres un Alfa? ¡Mierda! ¡Y yo soy un Omega! ¿Sabes? —seguía riendo y yo único que podía atinar, era apretar mi mandíbula con frustración—¡Hey! ¡Chad, mira esto!

Un chico igual de alto (y seguramente también Alfa) apareció entre el montón de personas. El peliblanco me apuntó.

—¡Sí que te vas a reír de esta! —Le decía—¡Este enano me dice que es un Alfa!

Chad me observó y sonrió burlesco.

—¿Qué? —soltó y se colgó del brazo del otro chico—No, no, no. Me estás engañando, ¡Es imposible!

—O puede que él nos está engañando, ¿Quién sabe? —decía el otro Alfa—¿Cuántos años tienes, enano? ¿Catorce? ¿Cómo lo hiciste para entrar aquí?

—Tengo dieciséis—susurré entre dientes.

Ambos Alfas volvieron a intercambiar miradas y rompieron a reírse nuevamente.

—¡Sí que me hiciste la noche! —exclamó el peliblanco—¿Y qué quieres? ¿Acaso Thaen es tu niñera que te trajo aquí?

—Y-yo... —balbuceé.

—¡Qué adorable! De verdad, me haces dudar de tu género. ¿Qué dices, Thaen? ¿De verdad estás de niñera?

Fruncí mi ceño más que harto.

—No—negó—. Él es un ami-...

—Soy su destinado.

De verdad odiaba ese silencio incómodo.

Déjame ser tu mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora