♾ Capítulo III "La bóveda"

114 2 2
                                    

Támara, con un abrigo de piel de oso, puesta de pie sobre un risco, viendo el desolado horizonte, Mujer que practicaba la Teriantropía, con una mirada penetrante, con sus ojos azules claros, y su pelo multicolor, estaba a la espera de Therion su h...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Támara, con un abrigo de piel de oso, puesta de pie sobre un risco, viendo el desolado horizonte,
Mujer que practicaba la Teriantropía, con una mirada penetrante, con sus ojos azules claros, y su pelo multicolor, estaba a la espera de Therion su hermano,
Siempre cada tarde en el mismo lugar lo esperaba, en ese ambiente frío y hostil. Hasta que por fin al horizonte se ve un ave volar en dirección a ella, ¡Es Therion! ¡ a vuelto de su larga travesía! Aterrizando a su lado en forma de ave majestuosa, de plumaje blanco como la nieve, y brillante como el cristal, era un poco parecido a un pavo real, solo que mucho más grande; su hermano recorría cada día los confines de la tierra, viajaba a tierras lejanas por comida, ropas y tesoros, cazaba grandes animales para llevarlos con sus enormes garras a la ciudadela, Therion era el centinela de los cielos, y cuidaba a su hermana Támara a toda costa.

Un día de tantos, Támara como siempre esperando a su hermano en lo más alto de una montaña, miró como el firmamento se tornaba gris, al parecer una gran tormenta se acercaba y su hermano aún no volvía de su viaje, Támara se angustió en gran manera pensando en que su hermano se encontraba en problemas, comenzó a pensar en que debía ir a ayudarle, y volar hasta donde podría encontrase su hermano, en medio de la tormenta, ¡que absurda idea! Ella aún no podía controlar del todo la transformación, ella siempre perdía fuerza en sus alas cada vez que volaba por mucho tiempo, pero inundada por la pena decidió ir por su hermano, transformándose en un hermoso cisne voló hacia la tormenta para encontrar a su hermano.
En su travesía miró como muchas de las aves que vivían cerca se alejaban con prontitud de aquella zona, el cielo se veía tenebroso con tanta nube gris y relámpagos, pero Támara no quiso desistir y continuó su camino, el viento era feroz, huracanado y violento, haciendo que sus alas se comenzaran a debilitar, el viento y la lluvia la golpeaban con gran fuerza y eso causaba que poco a poco Ella descendiera, que perdiera velocidad y altura, las olas del mar estaban agitadas, eran turbulentas y gigantes que si Támara llegaba a caer en ellas, no sobreviviría,
Pero la tormenta era tan fuerte, que Ella no podía continuar su vuelo, así que comenzó a sentir miedo y desesperación ¿como un delicado cisne podría contra dicha tormenta? ¿ como sus alas frágiles soportarían el cruel granizo? ¿Como sus hermosas y blancas plumas detendrían el agua fría de la lluvia? Era imposible que lograra avanzar ante la fiera tempestad.
En esos momentos, donde Támara se sentía acorralada, de las nubes un veloz rayo cayó sobre ella, dañándola en gran manera, dejándola inconsciente y en caída libre; a gran velocidad aquel hermoso cisne caía al mar, las olas abrieron sus bocas hambrientas para devorarla, y así Támara cayo al gran mar ¡ Qué triste final para aquella hermosa jovencita ! Támara a lo lejos, entre la conciencia e inconsciencia escuchaba a lo lejos el sonido del agua que golpeaba violentamente su cuerpo, escuchaba los truenos caer con gran furia, y cuando sintió que ya no tenía salvación alguna, alguien la tomó entre sus brazos y de inmediato la sacó del mar, pudo abrir sus ojos de cisne, que poco a poco se convertían en los de una bella doncella, y pudo ver entre su debilidad el rostro de quien salvó su vida... Jack... ¡Fue Jack quién la rescató! Extendió sus alas negras para volar lejos de allí, directamente a la orilla de aquella región de donde provenía Támara, la puso en el suelo ya transformada en mujer e intentó darle de su aire con su boca, Támara estaba consciente, pero algo le impedía moverse... Nunca había visto a un chico tan apuesto... Y menos en esas circunstancias.

Jack SutherlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora