Domingo Arturo Canales Villarroel
Introducción
Quiero invitarles a un par de minutos de reflexión. El tema es...¡el poder! Y, cómo los que ostentan el poder están llevando a nuestra Humanidad a un punto sin retorno, sin importar las graves consecuencias. El poder político, económico, militar o religioso, siempre ha sido la causa de la discusión entre humanos, partiendo desde pequeños grupos de personas que defienden sus propias creencias e intereses, hasta poderosas corrientes políticas o religiosas que no aceptan otras formas de pensar. Todos creen tener la verdad; poseer el supuesto conocimiento correcto; y quienes se arrogan dichas virtudes creen tener EL PODER (así, con mayúscula) y se sienten superiores a los demás. Sin embargo, claro está que no existe la verdad absoluta en el planteamiento de argumentos. La verdad es relativa. No es lo mismo "tu verdad" que "mi verdad" o "la verdad de aquellos". Sin embargo, cuesta entender esta ecuación y por lo general causa discordia. El que impone su verdad (a todo nivel, incluso a nivel de jefes de estado), es porque cree poder hacerlo. Y de eso quiero hablar más adelante. Sin embargo, es imperativo comenzar por lo más elemental de nuestra supervivencia social.
Ahora bien, desde los inicios de la Humanidad los seres humanos han (hemos) defendido nuestra integridad física por instinto de conservación y, por pertenencia, lo nuestro. Con mayor agresividad en los comienzos, aunque hoy pareciera que el salvajismo ancestral se disfraza con uniformes militares, o con formales tenidas típicas de los matones a sueldo. Por formación y educación, el ser humano actúa siempre en función de defender sus principios éticos y morales sean cuales sean éstos. Sin embargo, nadie está obligado a estar de acuerdo con lo que no le parece bien. ¿O sí? Entonces comienza la imposición; la obligación de aceptar algo que no quieres, sea de orden político, religioso, militar, económico o social. Y la respuesta no se hace esperar. En consecuencia, la gente se siente pasada a llevar, atropellada, vulnerada en sus derechos y comienzan las protestas, los desórdenes y la desobediencia social, civil o militar. La gente se altera, enloquece; razones hay muchas para alterar su "sano juicio" a nivel de una sociedad común y corriente, a nivel de gente pacífica, pero que tiene todo el derecho del mundo de defender sus principios, sus ideales, su entorno, su familia, etc. (de manera civilizada). ¿De manera civilizada? ¿Y cómo podríamos definir correctamente este concepto? Los países más civilizados son precisamente los que tienen el mayor poderío económico, político y militar (China; Rusia; Estados Unidos y unos cuantos más). Eso..., eso es ¡PODER! Y cuando se disputan "el primer lugar entre ellos", es... precisamente, cuando "la riña" puede convertirse en una catastrófica lucha de poderes, con consecuencias globales. Y, cuando hablo de "consecuencias globales", me refiero a un gran daño colateral que involucraría al planeta entero. En definitiva, a nuestra Humanidad que por muy avanzada y civilizada que esté, jamás ha dejado de ser salvaje. Muere muchísima gente asesinada diariamente en el planeta por distintas circunstancias: civiles, militares, policiales, en guerrillas rurales, cometiendo asaltos frustrados, víctimas inocentes, etc. (¡asesinados!). Brutalmente asesinados independientemente de las causas. Quizá en defensa propia se justifique matar para no morir, pero nada justifica (racionalmente) el salvajismo. Y mucho menos el abuso de poder. Claro que no; sin embargo... ¿por qué continúa? ¿Será genético este comportamiento? ¿Será la vil herencia de nuestros ancestros milenarios? ¿Por qué tanta violencia?
Nada de lo anterior es nuevo, todas las generaciones de humanos que nos precedieron eran iguales o peores. Desde que existían las más antiguas culturas sobre la Tierra, éstas luchaban contra quienes no se sometían a sus normas o formas de pensar. Faraones; emperadores; reyes, papas católicos ... eran amos y señores. Con sus grandes y poderosos ejércitos defendían lo suyo (o lo que creían suyo); otros pretendían arrebatar lo ajeno (tierras, cultivos, mujeres, herramientas, animales, etc.). Y no estaban exentos de salvajismo. Claro que no. Es más, era el reflejo de la barbarie. Y lo peor de todo... matar en nombre de un dios. La historia universal lo dice.
Posteriormente, naciones enteras luchaban unas contra otras para expandir su poder geopolítico y económicos más allá de sus tierras originales. Y, lamentablemente, hoy se continúa con la política del más fuerte. Con la política del más poderoso.
Hoy, la Humanidad es un torbellino de poder que, a no dudarlo, rueda cuesta abajo... sin poder detenerse.
Históricamente, la Guerra de las Cruzadas; La Primera y Segunda guerras mundiales, fueron inmensamente letales. No obstante, guerras de menor envergadura, como las del Golfo Pérsico, o, antes, la brutal matanza en Vietnam, Laos y Camboyano (Asia) han marcado la historia. Y lo peor..., han derramado sangre de hombres, mujeres y niños inocentes "creados a imagen y semejanza de un ser divino". Pues, los agresores también tendrían esa característica, aunque lo dudo. Un minuto de reflexión creo que me hará bien antes continuar.
Y sigo:
Quizá hace muchísimos milenios atrás haya existido otra Humanidad (esa que los arqueólogos oficialistas procuran ocultar cuando se topan con alguna evidencia de inexplicable procedencia. Algo que pareciera estar fuera de tiempo). Una Humanidad tanto o más desarrollada que la actual, y que; sin embargo, por razones ideológicas irreconciliables (entre grandes bloques) se autodestruyeron unos a otros perdiéndolo todo... sin retorno. Y, claro, unos cuantos sobrevivientes, en condiciones infrahumanas, fueron repoblando nuevamente el mundo partiendo de casi cero..., ocultos en profundas cavernas y túneles muy bien diseñados ("bunkers" les llaman hoy) hasta alcanzar el nivel actual, muchos miles de años después. Y esto pudo repetirse incluso con alguna otra humanidad mucho más perdida en el tiempo. ¿Y podría volver ha suceder? ¡Ni lo dude!
Pues, hoy, con la cantidad de armas no convencionales existente; llámense biológicas, químicas o cibernéticas la lucha de poderes geopolíticos y económicos; con la pre violencia desatada y con las amenazas de guerra entre potencias mundiales, no me cabe la menor duda que nuestra actual Humanidad ha iniciado un viaje sin retorno a su autodestrucción. Y... quizá ya no se den las condiciones (la oportunidad) de comenzar de nuevo. De eso se trata este "ensayo". De analizar y reflexionar. De revisar la historia y también de revisar aquello que ocurrió antes de la historia oficial (sin llegar a constituir parte de la prehistoria). Ya se habla de que nuestra historia oficial debe reescribirse porque al parecer los arqueólogos "es más lo que entierran que lo que desentierran", precisamente para no tener que dar borrón y cuenta nueva. Esto, a nivel mundial. ¿Y, a qué se debe esto? ¿A quién o a quiénes les interesa dejar las cosas tal y como están? ¿Qué se nos oculta? No se trata de ser ni paranoicos ni pesimistas, sólamente realistas; aunque es mucho más cómodo hacerse el desentendido. Sí que lo es; y repito, no me cabe la menor duda. Pero... ¿Por qué se teme académicamente reescribir la Historia Antigua? Y, pregunto nuevamente: ¿Qué se nos oculta? ¿Grandes errores del pasado? ¿Seguiremos aceptando y creyendo ciegamente lo que nos dicen los textos que debemos estudiar en los colegios? (Bueno, considerados oficiales, verdaderos e incuestionables. Pero, como dije al comienzo, la verdad es relativa; no existe la verdad absoluta, al menos no en relación a nuestra historia).En una guerra nadie sale ganador. Todo pierden. Nadie se preocupa de los daños sufridos por la población civil.
Si un militar muere, es todo un héroe. Si muere un contrario, murió por revolucionario, por terrorista, por estar en el bando de los malos. Nada más absurdo; en un cambate no existen ni buenos ni malo. Ya lo dije: cada bando es dueño de su verdad. Es decir: Ambos se creen con el derecho de eliminar a los más extremistas. Y el ser humano mata porque se lo ordenó un superior, y había que cumplir la orden, sino...
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HUMANIDAD SIN RETORNO. Domingo Arturo Canales.
AcakEl PODER es como un hoyo negro; hambriento, sediento; engulle todo, insaciablemente. Y, el afán de PODER no es menos destructivo. La política y la religión han generado discrepancias sociales que, a lo largo de la historia, se han convertido en sang...