Una hermosa Caballero adaptacion a SUPERCORP

Parte 20

Durante la noche Kara estuvo mucho tiempo despierta, mientras Lena descansaba sobre su pecho profundamente dormida, respiro suavemente su aroma y cuando se proponía quedarse dormida sintió ese terrible frío en su cuerpo. Con sumo cuidado dejo a Lena en la cama y se levanto sin hacer ruido, cruzando la habitación y comprobando que estaban solas, pero esa horrible presencia estaba muy cerca, pudo notar la morena a través de la ventana que Akyon pasaba volando sobre el castillo, eso le dijo que él también había sentido la maléfica presencia que a Kara había sacado de los brazos de Morfeo. La chica llamó a sus guardias en voz baja y les pidió que se quedaran cuidando a Lena que dormía plácidamente mientras otros 4 le acompañaron en medio de la oscuridad a la salida, donde encontró a Winn que alertado por Akyon había llegado, una muda expresión de Kara fue suficiente para saber que preocupaba a Akyon y a Kara. Se miraron todos los presentes y los ojos de Kara viajaron hasta la torre donde Akyon como si fuera una pluma se posaba nervioso. Un hormigueo recorrió los músculos de Kara y el escalofrío le hiso castañear los dientes. La joven dio una orden de armarse a todos los caballeros de Pendragón que estaban en el castillo. En segundos el castillo entero se hallaba en silencioso movimiento. Kara regresó al magnifico palacio y se detuvo frente a una de sus asustadas nodrizas humanas que no tenían idea de lo que estaba pasando, Kara medio le tranquilizó, sin embargo una llamarada azul de Akyon de advertencia le hiso regresar a toda velocidad al patio de ballesteros que quedaba un piso superior alto desde donde se podía ver el río y la llanura que entraba hacia el castillo. La sangre de Kara se heló un mar oscuro de extrañas figuras oscuras que avanzaban hacia el castillo, los ballesteros se prepararon pero Kara los detuvo con un desfallecido grito.

- Pero majestad...

- No sean ridículos...son quimeras – dijo ella seria – ¡Akyon avisa a nuestros caballeros vecinos! – gritó Kara a su amigo quien en segundos desapareció dejando una banda de fuego a los terribles intrusos. Luego puso ver a Imra salir asustada hacia ella mirando con terror al ejército de Inferís que se atrevían en atacar Roten Kreuz. Kara la miró fulminándola con enfado. – Espero que no tengas nada que ver en esto.

- Si tengo que ver – dijo ella seria – mi hermano quiso matarme y el que murió fue él. – dijo ella mirando fijamente a Kara, quien asombrada escudriñó sus ojos. – seguro mi padre cree poder vencer tu poderío con ese ridículo montón de muertos.

- ¿Él fue quien te golpeo, verdad?

- Sí y le advertí que no atacaran tu castillo ni ninguno de tus reinos...mi padre no cree en tu poder...

- ¿Eras su espía?

- No – dijo ella con firmeza. – le amo demasiado para cometer semejante estupidez. – Kara no dijo nada y unos 30 dragones aparecieron y cientos de flechas comenzaron a hacer destrozos.

- ¡Ilusos! – dijo Kara agachada - ¡Ni siquiera piden el combate! ¡Están muy confiados! – la chica rodó un poco mientras los dragones hacía de las suyas con los atacantes, sin embargo las flechas partían vidrios y hacían estragos con objetos dentro del salón. Lena dentro del cuarto despertó al escuchar el estruendo y asustada miró a sus guardias, ellos le aseguraron que era mejor que se quedara en la habitación real, que se sellaba mágicamente en los ataques a menos que ella decidiera salir, pero ella pensó en Kara...temía por ella, sin embargo los buenos soldados le tranquilizaron para que en su avanzado estado de embarazo no abandonara el aposento. – ¡Traed mi caballo!! – rugió Kara furiosa corriendo a su patio de armas. Pero Imra le detuvo para recordarle que las quimeras era mejor combatirlas desde el aire, ya estaban muertas y la única oportunidad de acabar con esas cosas esa misma noche era encontrar al marionetero o mago capaz de mover ese cuerpo de muertos.