Caled: Un Amor Infernal

|2| La pesadilla

En la hora del almuerzo, Amanda se acercó a la mesa donde estaba su amiga acompañada de su novio y dos compañeros más.

—Este viernes celebraré mí cumpleaños así que espero que todos vayan—les recordó Angélica a sus amigos.

—Claro que no fallaremos—respondió Wendy una de las porristas de la escuela con evidente alegría.

Los chicos comenzaron hablar de las próximas fiestas que se realizarían durante todo el año, pero sobre todo el baile de bienvenida que pronto se iba a llevar a cabo. Amanda se sentía fuera del lugar, siempre se mantenía en silencio porque creía que no tenía nada que agregar en una conversación que no le interesaba. El timbre se escuchó por toda la cafetería. Todos se dirigieron a su próxima clases, Amanda ingresó al salón donde recibiría la clase de matemáticas. Caled hizo lo mismo, ella no pudo evitar verlo era realmente atractivo.
Él dirigió su mirada hacia ella, sus ojos se conectaron por un instante, un brillo rojizo se reflejo en los ojos de Caled. Ella le pareció extraño ese destello, una voz la desconcentro por completo: era la maestra Cruz que había comenzando la clase de matemáticas.

Ella les dio de nuevo la bienvenida a sus alumnos, no si antes darle un mensaje de ánimo por ser su último año escolar. Después de un par de ejércicios en la pizarra la clase finalizó al pasar de los minutos. Amanda cerró sus libros para dirigirse a su última clase.

—Amanda espera—la detuvo Alex—. Quería preguntarte si querías ir conmigo al cine mañana—la invitó un poco tímido.

Ella se sorprendió por su invitación, no era muy común que los chicos se acercarán a ella por su cicatriz que era muy pronunciada. Él siempre ha sido un chico amable, sociable, inteligente y muy simpático, a pesar de que no estaba involucrado en ningún deporte que lo hiciera popular, eso no lo excluía de que más de una chica se fíjara en él. Para Alex ella era muy bonita, le gustaba las ondas de su cabello castaño y sus ojos color miel Sabía que era un poco tímida, pero tenía muchas cualidades que él veía en ella.

—Claro, me encantaría ir contigo al cine—le respondió  con las mejillas ruborizadas.

—Genial, ¿Te parece si vamos al cine después de clases? Así nos vamos juntos —le sugirió amablemente.

Ella asintió con la cabeza. Después de su conversación los dos se dirigieron a su próxima clase.

***

El día finalizó rápidamente. Amanda se encontró con Angélica, está le contó los último detalles de su fiesta.

—Tengo algo que contarte—le mencionó Amanda a su amiga—. Alex me invitó al cine mañana—le dijo con una leve sonrisa.

—¡No lo puedo creer! —respondió Angélica eufórica—.Eso es genial, Alex es un chico muy agradable—le dijo con alegría—. Diviértete amiga tú le lo mereces—añadió abrazándola fuertemente como lo solía hacer .

El sonido de un claxon las interrumpió.

—Jairo ya llegó. Te veré mañana amiga—se despidió Amanda dirigiéndose al auto donde su chófer la esperaba.

La secundaria Kennedy era una institución de clase alta, era muy común que los chicos eran recogidos por sus choferes, aunque algunos contaban con sus propios autos.

—Buenas tardes señorita Stevens—la saludo Jairo abriéndole la puerta.

—Buenas tardes Jairo—le respondió cortésmente ingresando al auto.

Durante el camino, Amanda observaba las nubes del cielo, los pájaros volaba con tanta libertar que deseo tener un poco de ella para ir donde ella quisiera. Minutos después llegaron a su destino, bajo del auto y observó su casa: era una mansión con ventanales muy hermosos, en su interior habían muchas pinturas de alto valor, así como otros objetos materiales costosos y finos. Subió por las escaleras al segundo piso, donde su habitación se encontraba. Tomó el pomo y abrió su puerta, cuando la cerró, sintió una manos que la rodeaban por la cintura seguidos de unos besos en su cuello.

—Me encanta cuando te pones esa falta—pronunció aquella voz masculina detrás de ella mientras acariciaba sus piernas.

Los ojos de Amanda se oscurecieron de la lujuria. Lo deseaba en ese momento, aunque los dos sabían que debían tener cuidado que nadie se enterará de su romance prohibido. Ella era tímida en la secundaria, pero en su casa se transformaba en una persona que ocultaba muchos secretos: uno más peligrosos que otros.

****

La hora de la cena llegó y todos los miembros de la familia Stevens se encontraban reunidos en el gran comedor. Estaba conformada por: Edgardo su padre, Susana su madrastra, su tío Fernando, su tía Rosalda y su primo Gustavo de su misma edad.

—Papá, un chico me invitó al cine mañana, ¿Me das permiso por favor?—le pidió Amanda haciendo pucheros con su boca .

Su padre, se ha comportardo como  un hombre  estricto y serio durante su vida, pero su adoración era su hija, así que no podía negarle nada.

—De acuerdo, pero no llegues tarde—le respondió él seriamente.

—Gracias Papi, eres el mejor—le respondió ella poniéndose de pie y llenándolo de besos.

—Tanta emoción por una cita —comentó su primo Gustavo mirándola con fastidió.

—No te metas hijo, Amandita tiene derecho a emocionarse —le reclamó su padre Fernando un hombre de cuarenta y tres años cabello negro y ojos negros.

Después de su comentario todos siguieron charlardo y disfrutando de la cena. Amanda regresó a su habitación, hizo su tarea,  luego se ducho para después descansar sobre su amplia cama. Cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño.

Amanda se encontraba en un bosque con los pies descalzos, sólo el ruido de los grillos retumbaban por el lugar. Una figura negra apareció frente a ella. No pudo ver su rostro, solo pudo observar unos ojos rojos.

Esta figura se iba acercando lentamente a ella. Amanda retroceció un poco.

—Pronto estaremos juntos amada mía. Nuestras almas serán una sola y el infierno celebrará nuestra unión—pronunció aquel espectro frente a ella.

Amanda se levantó de golpe asustada por la pesadilla que había tenido. Se secó el sudor de su frente para luego recostarse de nuevo en su cama, estuvo pensando en aquellas palabras. Un escalofrío recorrió su cuerpo al sentir que alguien la observaba, se puso de pie y revisó su habitación, sin resultado alguno. Decidió olvidarse de todo ya que pronto el sol saldría y debía ir a la escuela.