Parte 10: Roi vuelve a ver a su gran amor y pasan muchas cosas en una cueva

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Había vuelto a soñar con su princesa.

Delante de su tocador, Aitana se maldijo por pensar en aquella chiquilla como "su princesa" puesto que la había visto sólo unos breves minutos y posiblemente jamás volviera a hacerlo, pero tenía que admitir los hechos. Ni cuando se fugaba para tener encuentros con Vicente en las callejuelas de Villaoté se había sentido de esa manera y, cierto era, no tenía nada mejor que hacer en su torre que fantasear con ella, puesto que la reina le había arrebatado sus bordados, sus pergaminos y sólo le subía pastelillos una vez al día.

Estaba desesperada, cada vez quedaba menos para la boda. Se había pasado días sentada frente al ventanal lleno de barrotes imaginando que volvían a su rescate. ¡Qué bonita imagen la de Nerea con el pelo rubio, suelto, desperdigado en el aire mientras se acercaba en un corcel blanco hasta ella! Pero tenía que asumir los hechos, ella misma había sacrificado su libertad por la de Raoul y su apuesto compañero de mazmorra y si acaso habían sobrevivido, lo último que harían sería volver a ponerse en peligro. Esa vez, Queen Nayomi no tendría ningún reparo en convertirlos en comida para dragón.

Andaba la princesa desenredándose el flequillo cuando el cerrojo de su puerta se descorrió, y eso que no era la hora de los pastelillos. Ceremoniosamente, Queen Nayomi se abrió paso a la habitación, acompañada por Martí y otro guardia al que la princesa no le tenía excesivo cariño. Aitana tuvo que contenerse mucho, recordando su pacto, para no decirle nada al (por primera vez sonriente) muchacho.

—Aitana—le dijo la reina—, he decidido levantarte el castigo puesto que no considero que haya riesgo de que te fugues ya.

—¿EN SERIO?—exclamó la princesa y a punto estuvo de lanzarse a darle un abrazo.

Se contuvo, eso es lo que hubiera hecho la Aitana del pasado, había madurado, había cambiado y había aprendido que las gentes de palacio no eran dignas de confianza. De modo que se cruzó de brazos y vio como la sonrisa de Nayomi flaqueaba ante la reticencia de la chica. A su lado, Martí miraba a una y a otra con el gesto divertido de quien ve a dos personas que odia pelearse.

—¿Y se puede saber por qué ya no crees que vaya a fugarme? Tengo las mismas razones que antes.

—Aitana—la reina se hizo la dramática y se acercó para sentarse sobre el colchón, como si estuviera muy cansada—, yo pensaba que tu ataque de rebeldía era sólo una subida de leche, de esas que has heredado de mí, que para algo te he parido, y resulta que al final comer tanta miel te ha dejado el cerebro atontado.

—Buena esa—dijo Martí.

Aitana le fulminó con la mirada y se mantuvo en sus trece, con los brazos cruzados y las cejas alzadas, a la espera de una buena explicación. Queen Nayomi al final resopló, toda ella hecha exasperación, no es que nunca hubiera sido muy paciente pero la princesa sabía que ella nunca había sido causa de disgustos, excepto en una ocasión y, claro, ahora.

—No te vas a escapar porque no tienes con quién—sentenció la reina—. Haces pactos con gente que es poco fiable, princesa, ¿a quién se le ocurre? ¿Es que pensaste que Martí no te traicionaría? Lo primero que hizo al verles escapar fue avisarnos. Mandamos escoltas que siguieron sus pasos, les encontramos allá donde se cobijaban con las ratas de sus amigos y enviamos a Sir Manolo a...

—¡NO!—gritó la princesa y le lanzó su peine a la reina para que dejara de hablar—¡NO ES POSIBLE! ¡NO PUEDE SER!

—¡No voy a consentir que una niñata me trate así!—gritó Queen Nayomi, poniéndose en pie, tan furiosa que podría echar fuego—. Los traidores están muertos, el príncipe Luis está... lo más perfecto posible y TODO está preparado para tu boda, así que haz el favor de ser la princesa que se espera que seas. Ahora vas a bajar a los jardines y vas a concederle un baile a tu prometido, que la gente está empezando a malmeter.

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⏰ Última actualización: Aug 25, 2018 ⏰

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