002 | Recordando viejos tiempos

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—Oliver... —se escucha un murmullo resonar por toda la habitación.

Mi mente aún está divagando en el sueño profundo que estaba teniendo. Ignoro el llamado rodando en mi cama, por desgracia la luz del sol, que traspasa el gran ventanal me hace fruncir el ceño.

¿Quien carajos abrió las cortinas?

—¡Eh! No trates de fingir que no me escuchas, se que lo estás haciendo. —con una sonrisilla, sigo dándole la espalda a la persona que habla. Pasan algunos segundos en total silencio, me doy por vencedor así que poco a poco vuelvo a cerrar mis ojos, para volver a dor...

—¿¡Que mierda...!? —sin poder analizar la situación, siento un golpe seco impactar entre mi cabeza y parte de mi rostro, al estar medio adormilado me hace casi saltar de la cama. Mis pies no se estabilizan al instante, el mareo por el golpe propinado por una almohada me hace tambalear, para al final, hacerme caer. Tallo mis ojos para poder ver quién acaba de entrar a mi cuarto a hacer semejante show, encontrándome a mi hermano.

Arthur.

—Carajos, Oliver. Llego tarde al entrenamiento de fut, Jason estará furioso si no estoy allí a la hora.

Lo miro curioso y enfadado. ¿Por eso acaba de despertarme?

—Aquí es donde yo te digo, quien te preguntó. —rascando mi nuca y sobando el golpe que recibí hace unos segundos. Al mismo tiempo me dispongo a ponerme de pie.

El bufido de Arthur hace eco en la habitación. Enfadado por el exceso de luz que hay, voy a por las cortinas y las cierro de golpe. Me giro, para encontrarlo, efectivamente con su uniforme.

—Aqui es donde yo me pregunto, porqué mierda te vine a despertar. —enfadado ahora, mi hermano menor me echa una mirada de pocos amigos, recoge la almohada que usó para golpearme y va en dirección a mi baño.

—Eh eh eh, ¿por qué tanta confiancita? —me ignora descomunalmente —Lo mismo me preguntó yo, ¿por qué me despiertas si son las... —tomo mi teléfono, acostandome en el espaldar de la cama —11am?

Pienso que ahora sí llegará una respuesta, pero Arthur solo sale con una caja, dónde hay papel higiénico. Me tira un último vistazo, y lo veo irse por mi puerta que estaba abierta, no sin antes decir:

—Revisa tu celular y te darás cuenta. Además, te están esperando en la cocina.

Antes de que pueda responder, desaparece de mi vista, sin cerrar la puerta.

¿Qué hice para merecer esto? Lo ayudo en sus estudios, le doy techo, vivienda, casa, un hogar para que crezca y me paga de esa manera, dejando la puerta abierta.

Giro los ojos, me pongo de pie enfurecido escuchando la puerta principal del apartamento ser abierta y cerrada justo al instante. Cierro yo la mía, revisando mi celular para darme cuenta a qué carajos se refería Arthur.

Suspirando Deseos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora